25 jul 2014
“La tribu de los Tiny”
Ellos habitan o habitaban los intrincados bosques de la amazonía. Según la leyenda estos seres pequeños, eran tímidos y no se dejaban ver por extraños. Por esto no puedo asegurar si lo que cuento a continuación es algo que ocurrió o simplemente una fábula, pues nadie lo ha podido probar.
Parece que estos hombrecillos eran vegetarianos puros. Tenían un gran respeto por la naturaleza y por los animales. No cazaban, solo cultivaban y también recogían los frutos que las plantas y árboles les ofrecían sin que apenas tuvieran que molestarse en trabajar.
Eran gentes felices en su inocencia, no ambicionaban acumular riquezas que nada significaba para ellos. No necesitaban vestidos, iban desnudos, sus adornos los encontraban en la naturaleza y sus sombreros también. Sí, todos utilizaban sombrero tejido con ramas y lianas, posiblemente por coquetería, más que por necesidad de resguardarse del sol.
Pero...siempre hay un PERO. En este caso que os cuento, era el que hubo un momento en sus vidas que tuvieron problemas. Estos vinieron derivados de uno de los componentes de la tribu. Este, por razones que no se sabían, empezó a saltarse las normas no escritas de la convivencia y el respeto hacia su entorno. Más de una vez le sorprendieron matando pequeños animales y lo que es peor ¡se los comía!.Y como le cogió el gustillo a esto, abandonó por completo la dieta vegetariana y se hizo carnívoro.
Los viejos del lugar le advirtieron, que en su tribu nunca se había sacrificado a ningún otro ser vivo digno de seguir su propio ciclo vital. También se le dijo, que si persistía en su vil comportamiento, debería abandonar su pueblo e ir a unirse a otros que fueran comedores de carne.
El dijo que si, que nunca más ocurriría, que estaba arrepentido y que por nada del mundo iba abandonar su hábitat. Pero faltó a su promesa, una vez y otra más le pillaron cazando y lo que es peor, mataba simplemente por matar.
Se le volvió a hablar, él explicó que no podía contenerse, que cuanto más cazaba, más fuerte era el impulso que le dominaba, y que no sabía de donde le venía pero no podía refrenarlo. Se reiteró en que no pensaba dejar su pueblo y en que trataría de no caer en la tentación de nuevo. También dijo que de todas maneras tampoco era para tanto y que otras tribus cazaban y no pasaba nada.
Así las cosas, los jefes decidieron reunirse una noche para hablar del problema creciente. Una vez que se aseguraron de que el díscolo dormía, comenzó la reunión en la que no faltaba el hombre más sabio y respetado del lugar: el brujo.
Después de pasar la humeante pipa unos a otros comenzó la asamblea. Enseguida se llegó a la certeza de que Greedy parecía no tener ningún interés en terminar con su adicción y tampoco estaba dispuesto a erradicarse de la tribu. Entonces se le dio la palabra al brujo. Este lanzó a la fogata un puñado de hierbas secas que estallaron en miles de luces microscópicas, y cuando estas se desvanecieron, fue cuando abrió la boca y dijo:
-Greedy está poseído, atrapado por los demonios de la carne que habitan en él. y estos no lo soltarán a menos que le haga una limpieza a fondo.
(Podéis imaginar que el brujo hablaba con palabras bastante más sencillas, pero como yo soy quien traduzco, las he hecho más literarias).
Los componentes de la asamblea, conocían los poderes de su hechicero de cabecera, y enseguida le pidieron que hiciera lo que fuere para destruir a los demonios ocupas de su convecino. Este dijo que necesitaban a un componente de la tribu que estuviera a punto de abandonar la niñez y entrar en la pubertad. Solo alguien en este periodo (todavía puro) podría hacer lo que él, el brujo, le instruiría, y que era indispensable para desalojar a los malditos inquilinos.
No fue difícil encontrar al chico que necesitaban, había cuatro en edad de cambio que esperaban la nueva estación para pasar el ritual que les llevaría a la adolescencia. Escogieron a Smarty, era el más espabilado y aguerrido de todos y le enviaron a hablar con el brujo.
En pocas palabras, este le puso al corriente de varias cosas, lo principal era que tenía que robarle el sombrero con el que hasta dormía y lo hiciera desaparecer, puesto que entre el casco y la cabeza era donde se habían instalado los diablillos ocupas. Luego le dio una especie de cataplasma hecha con hojas variadas y desconocidas, también le advirtió que la noche siguiente era ideal para deshacer el encanto pues la luna estaría en cuarto creciente (el brujo realmente dijo “estaría gorda”) y además le añadió otras hierbas para que las pusiera en la pipa de Greedy.
Aquella noche nuestro héroe fue a visitar al embrujado. Le entregó unos pastelillos hechos por su madre y más tarde se ofreció para prepararle la pipa. Greedy, que era soltero y vivía solo en su cabaña, encontró agradable la visita y también los pastelillos (en estos la madre de Smarty había puesto bastante marihuana) Total que al poco, estaba montón de contento y bastante ido. Luego se puso a fumar la pipa (que también llevaba lo suyo de adormidera) y a la tercera calada cayó feliz al suelo roncando como un tapir.
Smarty le dio una fuerte patada para asegurarse de su inconsciencia, el otro ni se inmutó. Entonces le quitó el sombrero y se asomó a la cabeza del durmiente. Allí, había una especie de nido en el que dormían tres gordos y horrorosos diablillos colorados. La entrada de aire, les despertó y medio atontados empezaron a pelear unos con otros, y rápidamente les vino a la cabeza, el estomago.
-¡Es hora de comer!- dijo el más gordo
-¡Yo quiero carne!- ¡Y yo! -dijeron a coro los pequeños
Smarty les tocó con un palo de bambú que había preparado para ellos y...
-¡Eh, vosotros, si queréis comer entrar en este tubo, os he preparado carne en abundancia.
-¿Y tu quien eres?- era el gordísimo quien hablaba
-Yo soy Smarty, y vengo a daros de comer. ¿Cómo os llamáis?
-A mí me llaman Lu- contestó él- aquel imbecil canijo es Ci y el mostrenco es Fer.
No había terminado de decirlo cuando Fer le agarró por la cola y sujetándolo fuertemente le clavó una especie de tridente en el grandísimo culo. Lu cabreado le pegó un bofetón al del pincho que lo tiró patas arriba, aplastando en la caída a Ci, que aprovechó para morderle una pata. Y comenzó de nuevo la pelea. Smarty tuvo que poner orden y les recordó lo de la comida. Ante esta palabra mágica, rápidamente dejaron la reyerta y de nuevo Lu preguntó:
-¿Cómo hacemos para conseguir la carne?
-Yo os ayudo. Entrará en el bambú Fer, luego lo hará Ci y por ultimo tú, Lu, que eres el mayor y además el jefe. Venga no perdáis tiempo.
Smarty colocó el palo al lado de Fer y con una ramita le ayudó a entrar en el agujero, luego lo hizo con el siguiente y más tarde con Lu, este, se le atascó varias veces a la altura del enorme culo, y tuvo que empujar con todas sus fuerzas hasta que logró que entrara por completo. En cuanto estuvieron todos dentro, cegó el orificio con cera robada a un panal cercano y lo reforzó con una composición del liquido del árbol de latex (por allí había muchos) y con unos polvos que el brujo le había dado. Luego se taponó sus oídos con el resto de la cera, para no escuchar los gritos y promesas de los diablillos que habian empezado a comprender que les engañó.
Tal como le dijo el hechicero, y sin pesarlo dos veces, selló el cráneo del adormecido con la cataplasma, no sin antes rellenar el enorme hueco donde estuvieron los ocupas con paja.
Salió de la choza y fue hacia la gran hoguera que siempre estaba encendida en el centro del poblado. Allí se deshizo del palo de bambú y luego se dirigió al río, subió a la pasarela de lianas y entonces arrojó el sombrero por encima de la baranda del puente y luego echó a correr.
Dicen que la paz regresó a la aldea, que Greedy volvió al buen camino vegetariano, y que no recordaba nada de lo acaecido, es más, siempre decía que tenía la cabeza un poco ida, como si la tuviera rellena de paja... y tal como en cualquier pueblo suele ocurrir se convirtió en el inofensivo tonto del lugar y en aquel bosque no se volvió a cazar ni a matar hasta que...
Llegaron unos seres con palos donde escondían relámpagos y truenos. Eran bastante más altos que los Tiny, más blancos, y sobre todo más civilizados.
Pero eso sin duda, es otra historia.
M.Luisa Pino Junio 2014
Etiquetas:
Grumpy-Relatos
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