45 tomó confianza, durante los dos últimos meses, con los compañeros del Taller, quedando en amigos, y tras salir, después de la clase, a tomar algo. Gracias a eso, empezó a preguntar y reunir información sobre Tusitala.
En primer lugar, al tipo excéntrico, del bigote y perilla quijotesca, se le antojó a 45 sospechoso. Había días que no se quedaba, y sus ausencias repentinas quizás tuvieran algo que ver con la desaparición de Tusitala.
45 no dejaba de formarse o imaginarse castillos en el aire; pero el enigma carecía, en cierta manera, de solución. Aún se encontraba muy lejos de la meta. Pero la meta no era lo importante.
Algunos amigos del Taller, le daban pistas un tanto vagas. Suponían que se había ido de viaje. Tratar de esclarecer la repentina desaparición de una persona sin rostro, era el mayor de los misterios. 45 no podía trabajar así, porque, a partir de unas pistas demasiado básicas, no conseguía atar cabos. Y si lo lograba, estos cabos se desataban debido a que la teoría analítica carecía de peso, y se había vuelto liviana e imposible de retornar a unir.
Pero 45 no se daba por vencido. Sabía como buen sabueso, que hay pistas que llevan a la verdad, e indicios que, por escasos que parezcan, se pueden resolver con facilidad. Incluso decidió, desde ese momento, utilizar todas las líneas de investigación, hasta agotar los recursos. O, mejor dicho, agotar todos los recursos.
45 abordó a Jose. Jose era un tipo culto y leído. Y, en el momento de hacerle la pregunta, añadió, el propio Jose, que Tusitala escribía su propio blog Pensamiento Libre. Y añadió un dato más: que Hyeronymus había acoplado el blog a su propio blog.
Esto se le antojó a 45 más sospechoso. ¿Es posible que Hyeronymus hubiese utilizado algún arte para borrar a Tusitala del mapa? Como esta pregunta le pareció capciosa, malintencionada, y fuera de lugar, 45 decidió que su actitud sólo se trataba de un prejuicio más. Le bastaba observar y examinar los ojos de Jose, tras las gafas, para saber que había juzgado a la ligera a ese tal Hyeronymus.
Pero se trataba de una pista valiosa (otra más) con la que resolver el rompecabezas de la repentina desaparición de Tusitala. En cierto modo, todos podían ser sospechosos pero, ¿hasta qué punto?
Decidió consultar el blog de Zarigüeya, y encontró una novedad. Un internauta se presentaba como: “Aquel que algún día, en algún mes, escribirá algo…” ¿Es posible que fuera Tusitala? De momento era un pista muy valiosa, y era una especie de prueba de vida. Lo más seguro es que Tusitala se hallara en algún lugar; pero los castillos en el aire no se sostenían solos. De hecho, al detective, se le antojó una prueba sólida: Tusitala estaba vivo, y con eso le bastaba.
Una de las reglas de un sabueso buscando pesquisas, es no darse por rendido. Quizás las pistas no fueran sólidas, pero el camino a seguir consiste en reunir todas las pruebas, y explorar todas las opciones. 45 no pensaba darse por rendido. Incluso esperaba que, por lo menos, la gloria lo sonriese. Hablando en plata, que quería ser tan reconocido como su amigo Espada que, desde luego, no era tan brillante como él, pero pelillos a la mar.
45 se levantó de la mesa, y se puso a saltar en su despacho con el ordenador encendido. Se sentía contento y alegre. Una pista. No estaba mal. Por lo menos, aunque se demorara una eternidad; y no olvidaba que, con este caso, que no podía resolverlo en horas, esperaba superar al mismísimo Samuel Espada. Y, también, por otra parte, que había subestimado a su amigo y colega; y que el mundo, por mucho que fuera redondo, otros se convencían de que era, desde luego, plano.
En primer lugar, al tipo excéntrico, del bigote y perilla quijotesca, se le antojó a 45 sospechoso. Había días que no se quedaba, y sus ausencias repentinas quizás tuvieran algo que ver con la desaparición de Tusitala.
45 no dejaba de formarse o imaginarse castillos en el aire; pero el enigma carecía, en cierta manera, de solución. Aún se encontraba muy lejos de la meta. Pero la meta no era lo importante.
Algunos amigos del Taller, le daban pistas un tanto vagas. Suponían que se había ido de viaje. Tratar de esclarecer la repentina desaparición de una persona sin rostro, era el mayor de los misterios. 45 no podía trabajar así, porque, a partir de unas pistas demasiado básicas, no conseguía atar cabos. Y si lo lograba, estos cabos se desataban debido a que la teoría analítica carecía de peso, y se había vuelto liviana e imposible de retornar a unir.
Pero 45 no se daba por vencido. Sabía como buen sabueso, que hay pistas que llevan a la verdad, e indicios que, por escasos que parezcan, se pueden resolver con facilidad. Incluso decidió, desde ese momento, utilizar todas las líneas de investigación, hasta agotar los recursos. O, mejor dicho, agotar todos los recursos.
45 abordó a Jose. Jose era un tipo culto y leído. Y, en el momento de hacerle la pregunta, añadió, el propio Jose, que Tusitala escribía su propio blog Pensamiento Libre. Y añadió un dato más: que Hyeronymus había acoplado el blog a su propio blog.
Esto se le antojó a 45 más sospechoso. ¿Es posible que Hyeronymus hubiese utilizado algún arte para borrar a Tusitala del mapa? Como esta pregunta le pareció capciosa, malintencionada, y fuera de lugar, 45 decidió que su actitud sólo se trataba de un prejuicio más. Le bastaba observar y examinar los ojos de Jose, tras las gafas, para saber que había juzgado a la ligera a ese tal Hyeronymus.
Pero se trataba de una pista valiosa (otra más) con la que resolver el rompecabezas de la repentina desaparición de Tusitala. En cierto modo, todos podían ser sospechosos pero, ¿hasta qué punto?
Decidió consultar el blog de Zarigüeya, y encontró una novedad. Un internauta se presentaba como: “Aquel que algún día, en algún mes, escribirá algo…” ¿Es posible que fuera Tusitala? De momento era un pista muy valiosa, y era una especie de prueba de vida. Lo más seguro es que Tusitala se hallara en algún lugar; pero los castillos en el aire no se sostenían solos. De hecho, al detective, se le antojó una prueba sólida: Tusitala estaba vivo, y con eso le bastaba.
Una de las reglas de un sabueso buscando pesquisas, es no darse por rendido. Quizás las pistas no fueran sólidas, pero el camino a seguir consiste en reunir todas las pruebas, y explorar todas las opciones. 45 no pensaba darse por rendido. Incluso esperaba que, por lo menos, la gloria lo sonriese. Hablando en plata, que quería ser tan reconocido como su amigo Espada que, desde luego, no era tan brillante como él, pero pelillos a la mar.
45 se levantó de la mesa, y se puso a saltar en su despacho con el ordenador encendido. Se sentía contento y alegre. Una pista. No estaba mal. Por lo menos, aunque se demorara una eternidad; y no olvidaba que, con este caso, que no podía resolverlo en horas, esperaba superar al mismísimo Samuel Espada. Y, también, por otra parte, que había subestimado a su amigo y colega; y que el mundo, por mucho que fuera redondo, otros se convencían de que era, desde luego, plano.