25 jun 2013
"Last drink"
Después me preguntó si tenía sed. Yo me incliné sobre ella y suavemente recogí con mi dedo una ultima gota que le resbalaba por el cuello. Me la llevé a los labios, luego besé los dos pequeños orificios apenas visibles y le dije que no, que mi sed estaba saciada. Le prometí volver y salí volando.
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Grumpy-Microrrelatos
14 jun 2013
Dimitri
Después de tantos años suspendido en el tiempo, solo le mueve un deseo, finalizar con la rutina diaria que le llena de hastío... dormir, dormir, dormir, olvidar una existencia que ha dejado de ser fascinante, convertida ya en una mueca de lo que fue. Ahora nada le une a aquel lugar, al país donde sin freno ha sido testigo de lo bueno y lo malo de este mundo. Su ciclo esta cerrado.
Dimitri sacude el polvo de sus anticuados ropajes, suspira y después de colocar los pliegues de su capa se dirige hacia la salida con pasos vacilantes, se cuida de no resbalar en las desgastadas piedras, ya que la humedad hace casi imposible dar dos pasos en equilibrio.
La noche es oscura, entre las largas ramas de los árboles la luna agazapada se esconde. Los pequeños habitantes del bosque huyen de la sombra, su instinto les avisa del paso del depredador. Él se detiene frente a un inmenso árbol, el leve roce de algo que baja entre las ramas le alerta, la ardilla asoma su hocico tímidamente, mira a un lado y a otro. Dimitri mimetizado con el resto del bosque solo es una sombra más y para cuando el roedor presiente el peligro es demasiado tarde. Unas manos largas, huesudas, le están asfixiando y unos colmillos afilados se han clavado en su garganta. La sombra se limpia los labios con un ajado pañuelo de fino encaje, aquel que hace tiempo sustrajo....
¿Qué le indujo a quedarse con el pañuelo de aquella niña?. No tenía respuesta... Tantas jóvenes a las que había esclavizado y una, solo una, se había librado de su maldición ¿Por qué? No podría explicarlo, solo sabía que un sentimiento diferente y que iba mas allá de su instinto se había instalado en él aquella noche que la conoció. Y se hizo adicto a admirarla mientras dormía y sin darse cuenta, fue su custodio durante décadas, vigilando sus sueños, guardándola de los de su especie.
Cuando Dimitri se dio cuenta que ya nunca mas podría ser lo que siempre fue, dejo de buscar bellas gargantas y desistió de beber la sangre que ya no le producía placer alguno y empezó a alimentarse de roedores. Entretanto su amada se fue haciendo adulta, más tarde conoció como envejecía, mientras él, malditamente eterno continuaba congelado en el tiempo.
Una noche ella ya no estaba, la cama vacía, en el aire olor a cera de velas, a flores y a rezos y lloró o quiso llorar pero no pudo y se dio cuenta de que su existencia sin fin, era ya absolutamente imposible.
Antes de marcharse de la habitación para siempre, se enjugó los ojos vacíos de lagrimas con el pañuelo que le había robado sesenta años atrás...
--------------------------------------
Lentamente Dimitri regresa al castillo después de su ultima caza, tiene que preparar su final, nadie puede ayudarle, solo el podrá hacerlo.
Una estaca afilada será su segunda opción y la deja clavada en la puerta, a la altura de su corazón, por si fuera necesario. La luz del amanecer se filtra por las rendijas de la vieja madera, Dimitri sentado espera y espera. Ahora la claridad entra a borbotones llenando cada rincón de la sala, entonces el vampiro se levanta y abre el portón, el sol le ciega y en ese momento el pánico lo atrapa, siente miedo a la luz, a lo desconocido, al definitivo final, e instintivamente se echa hacía atrás y cierra de golpe. Su capa ha quedado enganchada, aturdido intenta deshacerse de ella, forcejea y resbala. En un instante la estaca ha atravesado su corazón.
Gotas de sangre van cayendo al suelo mezcladas con jirones de lamentos, de recuerdos de batallas y de amoríos sin fin... Sonríe incrédulo y haciendo un ultimo esfuerzo se seca una lágrima que le resbala por la mejilla con un curioso arrugado pañuelo de seda.
Después de tantos años suspendido en el tiempo, solo le mueve un deseo, finalizar con la rutina diaria que le llena de hastío... dormir, dormir, dormir, olvidar una existencia que ha dejado de ser fascinante, convertida ya en una mueca de lo que fue. Ahora nada le une a aquel lugar, al país donde sin freno ha sido testigo de lo bueno y lo malo de este mundo. Su ciclo esta cerrado.
Dimitri sacude el polvo de sus anticuados ropajes, suspira y después de colocar los pliegues de su capa se dirige hacia la salida con pasos vacilantes, se cuida de no resbalar en las desgastadas piedras, ya que la humedad hace casi imposible dar dos pasos en equilibrio.
La noche es oscura, entre las largas ramas de los árboles la luna agazapada se esconde. Los pequeños habitantes del bosque huyen de la sombra, su instinto les avisa del paso del depredador. Él se detiene frente a un inmenso árbol, el leve roce de algo que baja entre las ramas le alerta, la ardilla asoma su hocico tímidamente, mira a un lado y a otro. Dimitri mimetizado con el resto del bosque solo es una sombra más y para cuando el roedor presiente el peligro es demasiado tarde. Unas manos largas, huesudas, le están asfixiando y unos colmillos afilados se han clavado en su garganta. La sombra se limpia los labios con un ajado pañuelo de fino encaje, aquel que hace tiempo sustrajo....
¿Qué le indujo a quedarse con el pañuelo de aquella niña?. No tenía respuesta... Tantas jóvenes a las que había esclavizado y una, solo una, se había librado de su maldición ¿Por qué? No podría explicarlo, solo sabía que un sentimiento diferente y que iba mas allá de su instinto se había instalado en él aquella noche que la conoció. Y se hizo adicto a admirarla mientras dormía y sin darse cuenta, fue su custodio durante décadas, vigilando sus sueños, guardándola de los de su especie.
Cuando Dimitri se dio cuenta que ya nunca mas podría ser lo que siempre fue, dejo de buscar bellas gargantas y desistió de beber la sangre que ya no le producía placer alguno y empezó a alimentarse de roedores. Entretanto su amada se fue haciendo adulta, más tarde conoció como envejecía, mientras él, malditamente eterno continuaba congelado en el tiempo.
Una noche ella ya no estaba, la cama vacía, en el aire olor a cera de velas, a flores y a rezos y lloró o quiso llorar pero no pudo y se dio cuenta de que su existencia sin fin, era ya absolutamente imposible.
Antes de marcharse de la habitación para siempre, se enjugó los ojos vacíos de lagrimas con el pañuelo que le había robado sesenta años atrás...
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Lentamente Dimitri regresa al castillo después de su ultima caza, tiene que preparar su final, nadie puede ayudarle, solo el podrá hacerlo.
Una estaca afilada será su segunda opción y la deja clavada en la puerta, a la altura de su corazón, por si fuera necesario. La luz del amanecer se filtra por las rendijas de la vieja madera, Dimitri sentado espera y espera. Ahora la claridad entra a borbotones llenando cada rincón de la sala, entonces el vampiro se levanta y abre el portón, el sol le ciega y en ese momento el pánico lo atrapa, siente miedo a la luz, a lo desconocido, al definitivo final, e instintivamente se echa hacía atrás y cierra de golpe. Su capa ha quedado enganchada, aturdido intenta deshacerse de ella, forcejea y resbala. En un instante la estaca ha atravesado su corazón.
Gotas de sangre van cayendo al suelo mezcladas con jirones de lamentos, de recuerdos de batallas y de amoríos sin fin... Sonríe incrédulo y haciendo un ultimo esfuerzo se seca una lágrima que le resbala por la mejilla con un curioso arrugado pañuelo de seda.
7 jun 2013
“Una pizca de locura”
Estaba harto, la falta de comunicación en un mundo saturado de la misma, me tenían al borde de la apatía mas absoluta.
Abrí la ventana y aspiré el aire de la noche, lejos quedaba la ciudad, sus sonidos ambientales me llegaban intermitentemente. Allá, un tren rápido, más tarde una música lejana, en primer plano el piano del tercero A. La noche estrellada me hizo soñar...
Soñé en una tiempo sin ordenadores, sin m.p.3, sin teléfonos. Soñé que alguien me susurraba al oído, acariciaba mi mano y que ese alguien estaba aquí, a mi lado, no tenía que hablarle desde el móvil, ni verlo por el SKY ...Soñé que para comunicarme con NADIE, no tenía que twitear o entrar en el face book...Y lo decidí
No valoré en absoluto las consecuencias y arrojé por la ventana el ordenador, la tablet, el E-book, el escáner y el m.p.3.
Solo entonces pude respirar hondo. Fui a la cocina y me preparé una taza de té, encendí mi vieja pipa, esa que tenía semi - abandonada por la falta de lugares donde fumar y me senté en el salón. Cogí un libro desgastado por el uso, y me dispuse a releerlo.
Estaba harto, la falta de comunicación en un mundo saturado de la misma, me tenían al borde de la apatía mas absoluta.
Abrí la ventana y aspiré el aire de la noche, lejos quedaba la ciudad, sus sonidos ambientales me llegaban intermitentemente. Allá, un tren rápido, más tarde una música lejana, en primer plano el piano del tercero A. La noche estrellada me hizo soñar...
Soñé en una tiempo sin ordenadores, sin m.p.3, sin teléfonos. Soñé que alguien me susurraba al oído, acariciaba mi mano y que ese alguien estaba aquí, a mi lado, no tenía que hablarle desde el móvil, ni verlo por el SKY ...Soñé que para comunicarme con NADIE, no tenía que twitear o entrar en el face book...Y lo decidí
No valoré en absoluto las consecuencias y arrojé por la ventana el ordenador, la tablet, el E-book, el escáner y el m.p.3.
Solo entonces pude respirar hondo. Fui a la cocina y me preparé una taza de té, encendí mi vieja pipa, esa que tenía semi - abandonada por la falta de lugares donde fumar y me senté en el salón. Cogí un libro desgastado por el uso, y me dispuse a releerlo.
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