2 sept 2010

Primera Visita: El Manuscrito Perdido de Quevedo

45 camino de una pared a otra de su pequeño despacho. Un humo neblinoso, seguido de un frío helador e incómodo, se colaba por la hoja de la puerta, al tiempo que ocupaba toda la estancia, y el viejo 45 empezó a toser, con lágrimas en los ojos.
-¡¡Qué poco respeto por la salud pública!!
Gradualmente, el humo fue tomando forma. Un tipo con quevedos, rechoncho, paticojo, y con una mirada humorística en los ojos. 45 pensó que era uno de los extras de una película del siglo XVII.
-No yerre vuetra merced. Soy don Francisco de Quevedo y Villegas, el mejor de los escritores, que aún vive...
-Será que ya muere-comentó 45.
A Quevedo no le gustó que su conceptualidad se pusiera en su contra.
-Vivo, pero en otro lugar donde no paso frío-respondió el Maestro- Y le llamo para que venga conmigo a la Biblioteca Nacional, y recuperar mi Manuscrito Perdido. No lo ha leído nadie. ¿Lo concede vuestra merced?
-¿Y cómo entramos?-preguntó 45- Yo no soy ningún fantasma.
-Ni yo un personaje de ficción. Platicáis de materia. Pero, como fantasma, os puedo llevar directamente. Con un poco de brujería tonta y efectista-explicó Quevedo.
- Y en dos segundos, ya estaban allí. En la Biblioteca Nacionaql, nadie había detectado sun presencia.
-Transporte Astral-aclaró Quevedo.
-Ya lo veo-dijo 45-Para uno que ve do-ble, no está mal.
Entre los anaqueles de incunables, buscaron el Manuscrito. Detective y Maestro lo encontraron en una obra que se deshacía sólo con tocarla. 45 encontró los pliegos, y Quevedo se esfumó. Sonaron las alarmas, y pillatron a 445, sin identificar, y en la consigna. Le hicieron un montón de preguntas molestas. Y a todas respondió que no sabía. Por el momento, lo dejaron libre.
El Manuscrito Perdido, recién encontrado, salió en las Noticias, y Quevedo esperó 45, en el despacho.
-Disculpe vuetra merced. tenía que hacerlo. Estaba en juego mi memoria.
-Su memoria consiste en fastidiar a quienes lo ayudan.
-¡Con Dios!- y Don Franxisco desapareció.
-Será...

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