No había duda de que se trataba de un atraco. Los autores del mismo abandonaron el local, dejando las huellas de su felonía, lo cual dio que pensar a 45, de que no eran precisamente, sutiles. Una boca se había abierto en la ventana de la puerta de entrada, con un peculiar boquete de una potente arma. Una 45 o una 90, pensó 45, o es probable que usaran una recortada, modificada para hacer daño.
Las huellas se extendían por todas partes de la sucursal, y la Científica las enumeraba, paso a paso.
-Han sido más de uno. Unos tres-confirmó 45.
Quién confirma, pontifica. Pero 45 no deseaba pontificar. Ya uno de los empleados había presionado el botón de alarma, para llamar a la Policía. Pero al detective no le interesaba como habían entrado, sino que buscaba pistas, para saber como habían huido. Y eso era lo que le impedía ocuparse de otros aspectos de la investigación.
De todas maneras, al Inspector no le gustaba que un investigador privado metiera las narices donde no le convenía. 45 procuraba ignorar a los que le tenían inquina. Para evitarlo, sólo exponía sus conclusiones cuando obtenía la seguridad de ser escuchado, y no juzgado.
Al Inspector le sacaba de quicio que 45 permaneciera en silencio, sin soltar prenda. Examinando el boquete, observó un papel morado, o rojizo.
-¡Caramba!, un billete de 500 euros-y pidió un guante para no contaminar la prueba. Examinó el billete, y comprobó que una esvástica lo atravesaba-. Esto es para despistar.
-¿Qué me está contando, 45?-tronó el Inspector- No estamos para sus estúpidas corazonadas.
-Pues, a mi abuelo Sherlock, las corazonadas siempre lo llevaron a la verdad.
-La verdad es un plato que, al servirse muy caliente, produce asepsia-gritó el Inspector.
45 trató de poner las cosas en su sitio:
-Pero esta señal no es de los neonazis, creo que procede de un herbolario.
-Un herbolario.
-Claro, está dibujada del lado contrario, como una tontería.
-¿Y a qué herbolario nos referimos, lumbrera?
-Uno de aquí. Lo de los 500 euros dicen, “ a ver si me pilláis”. Y pillado está.
-Esto es absurdo.
El Inspector llamó al Comisario, y se creó un dispositivo policial de control. Se Descubrió un herbolario que servía de tapadera para todo tipo de delitos. Entre ellos, robo con intimidación, y varios asaltos a joyerías. Se encontraron cantidades por valor de millones de euros, incluso los famosos billetes de 500 euros marcados.
45 demostró que consistía en una manera de llamar la atención; pero el criminal había confiado demasiado en su ego, y que eso le había provocado tal pérdida.
El Inspector tuvo que disculparse de su ceguera, y vio al detective con otros ojos.
-No es todo. Hay unos cinco herbolarios más, una cadena.
El Inspector no sabía si desmayarse o dar las gracias.
-¿Porqué no lo dijo antes?-preguntó, sorprendido.
-No quería provocarle una nueva asepsia.
Esta vez, sí. El Inspector decidió desmayarse. El dolor de tripa llegaría un par de días después.
-Animalico-pensó en alto 45, mientras ocultaba el billete de 500 euros, sin marcar.
Las huellas se extendían por todas partes de la sucursal, y la Científica las enumeraba, paso a paso.
-Han sido más de uno. Unos tres-confirmó 45.
Quién confirma, pontifica. Pero 45 no deseaba pontificar. Ya uno de los empleados había presionado el botón de alarma, para llamar a la Policía. Pero al detective no le interesaba como habían entrado, sino que buscaba pistas, para saber como habían huido. Y eso era lo que le impedía ocuparse de otros aspectos de la investigación.
De todas maneras, al Inspector no le gustaba que un investigador privado metiera las narices donde no le convenía. 45 procuraba ignorar a los que le tenían inquina. Para evitarlo, sólo exponía sus conclusiones cuando obtenía la seguridad de ser escuchado, y no juzgado.
Al Inspector le sacaba de quicio que 45 permaneciera en silencio, sin soltar prenda. Examinando el boquete, observó un papel morado, o rojizo.
-¡Caramba!, un billete de 500 euros-y pidió un guante para no contaminar la prueba. Examinó el billete, y comprobó que una esvástica lo atravesaba-. Esto es para despistar.
-¿Qué me está contando, 45?-tronó el Inspector- No estamos para sus estúpidas corazonadas.
-Pues, a mi abuelo Sherlock, las corazonadas siempre lo llevaron a la verdad.
-La verdad es un plato que, al servirse muy caliente, produce asepsia-gritó el Inspector.
45 trató de poner las cosas en su sitio:
-Pero esta señal no es de los neonazis, creo que procede de un herbolario.
-Un herbolario.
-Claro, está dibujada del lado contrario, como una tontería.
-¿Y a qué herbolario nos referimos, lumbrera?
-Uno de aquí. Lo de los 500 euros dicen, “ a ver si me pilláis”. Y pillado está.
-Esto es absurdo.
El Inspector llamó al Comisario, y se creó un dispositivo policial de control. Se Descubrió un herbolario que servía de tapadera para todo tipo de delitos. Entre ellos, robo con intimidación, y varios asaltos a joyerías. Se encontraron cantidades por valor de millones de euros, incluso los famosos billetes de 500 euros marcados.
45 demostró que consistía en una manera de llamar la atención; pero el criminal había confiado demasiado en su ego, y que eso le había provocado tal pérdida.
El Inspector tuvo que disculparse de su ceguera, y vio al detective con otros ojos.
-No es todo. Hay unos cinco herbolarios más, una cadena.
El Inspector no sabía si desmayarse o dar las gracias.
-¿Porqué no lo dijo antes?-preguntó, sorprendido.
-No quería provocarle una nueva asepsia.
Esta vez, sí. El Inspector decidió desmayarse. El dolor de tripa llegaría un par de días después.
-Animalico-pensó en alto 45, mientras ocultaba el billete de 500 euros, sin marcar.
Hola, a todos,
ResponderEliminareste es uno de los relatos del mes. No pienso abarcar porque la nueva entrega de la Saga Tusitala está en proyecto. 45 habrá el mes que viene.
Saludos