Si ponemos todo al revés, todo pierde su peso: el suelo en el techo; el techo en el suelo; el muro y el árbol colgando; lluvia de arena, piedras y césped; y él, a quién desde fuera yo miro, está en suspenso.
Él está flotando entre nubes, sólo su imaginación es capaz de recrear este instante. A su derecha, un árbol se pellizca para poder explicar esto, porque en este mundo imaginario no sabe que la derecha está de ese lado.
Él está sólo. Me gustaría hablar con usted —le digo— pero como esto es un cuento, no podré; no hay remedio. Entonces el hombre se afianza al árbol de un abrazo, y el árbol le dice: soy un árbol que sueña; le dice, también, que está creciendo hacia el suelo, que sus hojas no caen; y se lo explica sin misterio.
Al lado contrario del pellizco, el hombre escucha el chirriar desencajado del aparejo de piedras de un muro liberado de tensión. Y se acerca esperando escuchar, también del muro, su sueño. El hombre se queja de su silencio: ¿qué pasa, acaso es que se ha muerto? —le grita—
Súbitamente, el estruendo de un ridículo tejado que se desprende y, acolchonado entre las nubes, sale rebotando. Y ya no es casa, sin techo. Se han liberado de la gravedad que les aplasta —les dice, el hombre—
Inesperadamente, él se da media vuelta y me sorprende narrando su cuento; y, sin importarle mi gramática, me dice: ¿Usted me cree estar observando? ¿Cómo sólo existo yo, dónde está usted? ¿Desde dónde me está mirando? ¿Desde dentro de mí, acaso?
Me gritó: lo grave de esta gravedad depende de cómo lo vea yo; mejor arrugue mi paisaje de papel impreso, haga una bola y láncela lejos. O deje que a la hoja se la lleve el viento y sígala corriendo; para detenerla, una pisada contra el suelo, como a cara y cruz, o cara y sello. También puede agarrarla delicadamente al vuelo, tratando de mirarle el mejor lado, donde en un principio yo estaba sentado en el campo, debajo del árbol; al fondo el muro y mi casa.
Quedé confundido y dejé inconcluso el cuento.
Este comentario va a ser un poco largo, lo siento. Pero considero necesario explicar varias cosas. En primer lugar, el autor del relato es Jaime. Lo he colgado yo, con el permiso del autor, con mi nick de Administrador, porque él no está dado de alta como autor del blog, a pesar de mi insistencia. Espero que al ver publicado su relato se anime.
ResponderEliminarEn segundo lugar, he corregido todos los defectos gramaticales, sintácticos y de puntuación que he observado en el texto que obra en mi poder; también me he tomado la libertad de hacer mínimas modificaciones para hacer más inteligible el texto. Todo ello, desde el respeto y la admiración que sabe que le profeso. Me ha parecido necesario para que se aprecie el enorme valor que tiene este texto, y, en cualquier caso, me parece la justa servidumbre que debe pagar por mi trabajo.
Por último, no tengo la fotografía sobre la que se basa este texto (os recuerdo uno de los primeros trabajos que nos encargó el profe: hacer un relato sobre una foto de una casa, un árbol…). Si alguno la tenéis, enviádmela y la colgaré junto al relato. Mientras, colgaré la que a mí me inspira este relato.
Gracias a los dos.
ResponderEliminarAntonio te he mandado la foto.
Espero que la recibas bien.
Jaime cuelga más cosas, y tu también Antonio.
Besos
Maribel
Jaime, la primera vez que leiste tu relato en clase, me sonó estupendamente, pero no lo entendí. Hoy, me ha sonado fenomenal y he visualizado la escena. Me he montado mi propia historia... con tu permiso.
ResponderEliminarTe animo a que cuelgues cosas en el blog. Sorpréndenos. Enséñanos a escribir poéticamente.
Un besazo fuerte para tí, como autor y para el corrector... otro.
Bueno, ya he recibido la foto sobre la que se basa el relato (gracias Maribel); la cuelgo y quito el Kandinski. Y ahora va mi comentario.
ResponderEliminarLo mire por donde lo mire me parece un texto de una calidad extraordinaria. Surrealista pero de consciente arquitectura, onírico a la par que reflexivo, dulce y jugoso como la papaya... Pura poesía en prosa.
Jaime, me quito el cráneo ante tí. Y como no tengo vergüenza, y sobre todo, como ejemplo de los trabajos tan distintos que se pueden hacer con el mismo hilo conductor, voy a colgar el relato que yo hice con esa misma fotografía.
Jaime, es un placer leer y releer este escrito, rezuma poesía e imaginación. Cada vez que lo vuelvo a leer saboreo las palabras.
ResponderEliminarGracias