Os voy a contar la historia de mi plaza, me hubiera gustado que ésta fuera otra. Mi plaza siempre me pareció bonita. Tres edificios unidos le dan forma de u. Hay dos plantas de viviendas, se accede a ellas y a los locales comerciales de los bajos, a través de unos soportales flanqueados con columnas de granito; donde están los portales de acceso, entre las columnas, hay unos bancos también de granito coronados por un arco de ladrillo rojo; paredes blancas salpicadas por pequeños balcones negros en algunas de las viviendas, te hace pensar que las casas no son todas iguales, tejas rojas en el tejado con sus chimeneas en otro tiempo humeantes. El edificio central está presidido por un gran rosetón albergando un mosaico con la figura de la Virgen titular de la plaza. Un pasillo central la divide en dos. Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños parecía una pequeña ciudad, había 20 tiendas diferentes en los locales comerciales, frutería, pescadería, carnicería, huevería, farmacia, tienda de ultramarinos, panadería, un bazar, y hasta una carbonería. Bajábamos a jugar a la plaza, las mamás podían vernos desde las ventanas, en el lado más soleado había árboles laterales y tierra en el centro, los chicos jugaban a la pelota, y las niñas hacían comiditas a sus muñecas, en el otro lado había más árboles, y en invierno se formaba una placa de hielo en el suelo que era nuestra pista de patinaje; también jugábamos al escondite y al pañuelo. Cuando llovía era muy agradable oler a tierra mojada, y el viento, a veces, movía los árboles que a los niños nos daba miedo En esta época la plaza tenía vida, los niños jugando, los mayores comprando, en algunas de las tiendas se hacían pequeñas tertulias, algunas señoras iban juntas a hacer la compra siempre a la misma hora. En verano, bajábamos por la noche a tomar el fresco, los niños jugábamos al escondite y los mayores se sentaban en los bancos de granito. En la actualidad, el lado más soleado sigue de tierra en el centro pero rodeado de jardines con setos de romero, con cuatro bonitos parterres en sus esquinas, y una fuente en un lateral; el lado más frío, también tiene jardines y parterres, pero en el suelo hay baldosas y bancos de madera, y en el centro un pequeño parque infantil; los árboles de ambos lados son muy grandes, sus ramas se pueden tocar desde las ventanas, y son la casa de diferentes tipos de pájaros, que hacen de despertador en el verano. El aspecto físico central ha mejorado, pero la parte humana y los soportales ya no son los mismos, de todas las tiendas sólo queda la farmacia. No hay niños que jueguen, ni mamás haciendo la compra, ahora los bancos y soportales son el punto de encuentro de desocupados y pandilleros con perros de presa, haciendo botellón y traficando con droga, ensuciando paredes, suelo, puertas y no dejando vivir a los vecinos. Esta fue y es mi plaza.
Se nos mandó en el taller hacer un relato donde se trabajase el espacio.
ResponderEliminarÉste es el mío.
Lo has conseguido; pero el final los has cortado de cuajo. En especial, el párrafo final. Es como si le hubieras puesto un semáforo en rojo a la historia.
ResponderEliminarDe eso se trataba.
ResponderEliminarUn día alguien ¿...? activó el semáforo, y se puso rojo.