5 ago 2010

El ojo vigilante


(Para Lecroquant agradeciendo su fidelidad)

Rogelio desparramó su enorme humanidad en el sillón del pequeño recinto y esperó.
_ Roge; Que te queremos, aguanta ,tu puedes. Y ya sabes la falta que nos hace el dinerito. Los niños y yo no nos perdemos un programa y mi madre no para de poner velas a San Pancracio, dice que es muy milagroso... Llevas dos semanas sin fumar, seguro que llegas a la final, piensa que ya han caído tres de tus compañeros... Los niños te quieren decir algo, espera. “A la bim, a la bam, a la bim bom bam, mi papa, mi papa y nadie más”.
Rogelio se enjugó los llorosos ojos, el estar alejado de los suyos era tan doloroso o más que la tortura de no poder fumar. Cuando el televisor se quedó en blanco, él se sonó la nariz estrepitosamente, luego dobló el pañuelo y salió del confesionario.
Fuera Andrés esperaba su turno.
_ Qué Rogelio, ¿Estás llorando?
_ No, que va, tengo un buen trancazo, cuando no fumo me cojo de todo y además ¿a ti que cojones te importa?
_ Que te den, imbécil -le contestó Andrés bastante cabreado-.
Desde que no fumaban el malhumor de todos iba en aumento y la mala leche salía a relucir constantemente. Rogelio miró directamente a la cámara del pasillo y al pasar le hizo un corte de manga. Todavía les quedaban trece días de tortura y se preguntaba si los 18000 euros del premio merecían la pena.
“Coño, claro que lo merecen... Y la caja de puros habanos edición para millonarios también -decía tratando de convencerse.- De momento ya están eliminados tres de los que concursamos, los mas capullos, desde luego ¡Cogidos fumando dentro de un armario! ¡ Había que joderse! La que se armó con el detector de humos y cayendo agua por todas partes... No, yo sigo aunque salga con 10 kilos de más por comer caramelos. ¡Joder , pero que asco estoy tomando a los putos caramelos!”
Miró alrededor. Había cajetillas de tabaco en todos los lugares posibles de la casa, de una cuidada decoración minimalista, con lo que la vista iba continuamente hacia las atractivas “cajitas” estratégicamente colocadas para que los fumadores cayeran en la tentación de fumar. Lo peor es que no había nada que hacer, nada en que entretenerse, ni siquiera tenían que hacer las comidas, que hubiera sido un alivio pues a Rogelio le encantaba cocinar. Pero no, todos los días les llegaban a través del pequeño ascensor instalado en la cocina, unas bandejas como las que sirven en los aviones, llenas de comidas plastificadas e incomibles. Eso sí, en ninguna faltaba el paquete de cigarros al lado del postre, para joder. Luego estaba lo de la convivencia, con todos los concursantes cabreados por el síndrome de abstinencia, con los nervios a flor de piel y para colmo lo de la publicidad. Cada vez que ponían la televisión, tenían que tragarse todos los anuncios y documentales que sobre cigarrillos ha habido y habrá en el mundo mundial. Horroroso para aquellos fumadores empedernidos escogidos para aquel estúpido programa de televisión.
Era la hora de ver la segunda película del día. Rogelio se dirigió al salón, allí estaban sentados los otros concursantes, y también los tres que habían sido eliminados. La dirección del concurso los dejaba dentro de la casa, pero ya podían fumar todo lo que quisieran, es más, debían hacerlo, era parte del juego.
Rogelio se sentó lo más lejos posible de los eliminados, no podía aguantar verlos fumar y menos que le llegara el humo de los habanos que se estaban fumando...
_Qué, Roge, ¿te apetece una caladita?
Era el cabrón de Paco y no merecía la pena contestar. La película estaba empezando y como siempre era una de cine negro, de esas que se pasan la hora y media fumando; los gángsteres, los policías y todo dios. Esta era una del Bogart ese... que no paraba de encender cigarros en toda la jodía película y la rubia maciza también, y el marido de la rubia y el poli y...y...y...
Cuando terminó la sesión el humo de los habanos llenaba la sala y el deseo de rubias macizas y tabaco rubio le estallaba en la cabeza. Decidió acostarse, le ponía de mala
leche ver a Andrés y a la estúpida de Pepa haciéndose arrumacos y metiéndose mano constantemente, pero por otro lado, más valía que siguieran a lo suyo en el sofá a que se les ocurriera meterse en la habitación que todos compartían para darse allí el lote, porque esto si que no estaba dispuesto a consentir con la doble abstinencia que arrastraba...
_ Hala, chicos, que os aproveche, no hagáis mucho ruido, que los demás queremos dormir si es posible -resopló Rogelio- Ya que estamos aquí para concursar y no para joder al prójimo. Así que poner el silenciador ¿vale?
Andrés le dedicó un “eres un gilipollas” y siguió metiendo mano a Pepa que reía estúpidamente.
Rogelio se acostó, no podía dormir, la cabeza le daba vueltas, tenía serias dudas de resistir aquella tortura y se puso a contar ovejas tal y como le habían enseñado de pequeño. Ricardo entró en la habitación y empezó a desnudarse, Rogelio se dió la vuelta para no verle pero enseguida supo que se había quitado los calcetines y estalló:
_ Cerdo, eres un cerdo, no te aguanto. ¿Es que no puedes lavar los putos calcetines o cambiarlos y tomar una ducha de vez en cuando?
_ Déjame en paz gilipollas, que ya soy mayorcito para que un tío como tú me diga lo que tengo que hacer -contestó un agriado Ricardo al tiempo que su dedo índice hacía una señal inequívoca hacia Rogelio-.
Éste decidió no contestar, estaba cansado, deprimido y pensó que le gustaría saber rezar para que aquella tortura terminara cuanto antes. En su duerme velas, las ovejitas se le habían ido amontonado en el cerebro y algunas parecían haberse instalado en su tripa, pues sentía una opresión enorme en ella. Entonces, recordó que por la falta del tabaco llevaba máas de cuatro días sin evacuar. “El médico, mañana diré que venga a verme, estoy fatal...¡Joder! me ha dado un calambre en la pierna. No, si yo no lo resisto, esto es demasiado para mí... San Pancracio... o como coño te llames ¡haz algo!...”
Y cuando consiguió dormirse una pesadilla tras otra le asaltaron y se despertó gritando angustiado en el momento que Fidel Castro, en plan colegui, le ofrecía un habano largo, larguísimo, inmenso, a cambio de oír uno de sus discursos...
A las ocho en punto las odiosas bandejitas del desayuno estaban esperando a los concursantes, Rogelio fue uno de los primeros en llegar a la cocina. Según pasaban los días notaba como las piernas le temblaban y tenía la necesidad imperiosa de estar sentado, con lo que se desplomó en la silla que encontró más a mano. Empezaba a retirar la hoja de plástico que cubría la bandeja cuando llegaron Martín y Lucía...
_ ¿Te has enterado de lo de anoche Rogelio? -le espetó un soñoliento Martín-.
_ Pues no sé... ¿de qué?
_ Andrés, que ha fumado... ya está fuera del programa.
_ ¿Y eso?
_ Pues que el cretino se folló a Pepa anoche en el sofá y luego tan relajado como estaba no se le ocurrió otra cosa que fumarse un purito. Y se quedó tan a gusto el tío...
_ Pues sabes lo que te digo, que mejor, uno menos. Me voy al confesionario, hasta luego.
En el confesionario se despachó a gusto poniendo a parir a sus compañeros, luego pidió un médico pues se sentía francamente mal y se dispuso a ver el mensaje de su familia.
_ Rogelio, aguanta -decía su mujer-. Seguro que ganas el concurso y con suerte dejas de fumar para siempre que ya es hora, Oye, mi madre te va a saludar. Ven, ven mamá que Roge nos está viendo... Hola hijo, que suerte -ahora era Doña Patro llena de ricitos y a todas luces recién salida de la peluquería- que por fin vas a dejar de apestar la casa con el estúpido vicio que tenías. Porque... ¿No pensarás volver a fumar después del concurso? ¿Verdad? Cuando vuelvas a casa te voy a hacer unas croquetitas para celebrarlo y... ¿Sabes que hemos decidido Anita y yo?. Que me vengo a vivir con vosotros, puesto que ya no fumarás el médico me ha dicho que puedo trasladarme aquí cuando quiera ,¡Que alegría verdad! Anita ven, sigue tú con tu marido... Roge los niños te mandan besos. Oye, dice tu hermano que tienes que cambiar las ruedas delanteras del camión... que no pasas la ITV. Cuestan una pasta... así que... ni se te ocurra caer en la tentación, ya ves lo que les ha pasado a los otros concursantes. ¡Tienes que ganar! Que bien lo de mamá ¿no? La pobre, lo que sufría con el asma, que casi no podía visitarnos. Estamos haciendo una limpieza a fondo en la casa para eliminar el olor a tabaco.¡Ah!... Que nos ayudará con su jubilación... Aguanta Roge ¡te queremos!
Rogelio salió del confesionario como un toro de miura, arrolló al siguiente concursante
que esperaba su turno y corriendo llegó al salón.
_ Paco, ¿donde están los habanos?
Paco le señaló la caja encima del aparador, Rogelio, sin pensarlo dos veces encendió un puro se dirigió a la cámara ubicada sobre el televisor y soltando una enorme voluta de humo dijo:
_ ¡Eh ,tú, cámara, ahí va eso, a la salud de mi suegra!

5 comentarios:

  1. A "CRUJIENTE". Me gustan tus comentarios, especialmente el de "La caja de café". La tienda la tenía mentalmente ubicada en el barrio de San Telmo de Buenos Aires.Que sepas que alimentando mi "Ego"( el cual no creía tener)estas creando un monstruo de imprebisibles consecuencias.GRACIAS Grumpy

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  2. Ja ja ja no me extraña que se ponga afumar... si no fuera por la comida de plástico.... hasta quedarse para siempre en el programa.

    Un abrazo

    Asun

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  3. Tierna Grumpy. Eres un "monstruo de sensibilidad".
    Alimenta esta parte de tí.

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  4. Bueno, bueno, bueno... estoy anonadada. Eres una máquina de inventar historias.
    Muy bueno el relato. me ha gustado muchísimo. Se percibe, claramente,un ambiente cargado de humo y de muchas otras cosas.
    El monstruo no ha hecho más que despertar... Temblad colegas...

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  5. Me reí a mares con Rogelio. Qué bien manejás la acción. Gracias.
    Gracias por la inmerecida dedicatoria y por no
    formar parte de la xenofobia ibérica.
    Mi mujer(culoentierra.blogspot.com)dejó de fumar hace 15 días,es decir algunos temperamentos destemperados me resultaron conocidos.
    No te preocupes, el ego va y viene. Reírse del ego propio es lo mejor. Monstruos son los que lo toman en serio. Saludos.

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