26 jul 2010

BUCLE

La quiero, la quiero, la quiero. No me puedo ir, no puedo vivir sin ella.
Pero tengo miedo, ¿Podrá sucederme también a mí?¿Quién lo sabe? Mejor no pensarlo, al menos los años que me quedan que sean a su lado.

Llevamos diez años viviendo juntos, han sido los más felices de mi vida, pero no era necesario, no debía haberlo hecho. Repruebo su actitud mas ¿Qué puedo hacer? La quiero, no puedo vivir sin ella.

Todavía me acuerdo de la primera vez que la vi, tan guapa, tan resuelta, con tanto encanto. Qué mujer, imposible que pase desapercibida. Creo que me enamoré al oírla hablar, tan simpática, tan lista, tan...tan...Y encima preciosa, ¿Cómo no me iba a volver loco por ella?
Coincidimos en varias ocasiones, por aquel entonces ambos estábamos casados, creíamos que felizmente.
No recuerdo haber tenido esos sentimientos por mi mujer, ni tan siquiera al principio de nuestra relación. Mi ex esposa es buena, atractiva, simpática pero ella... Ella es guapa, elegante, lista, deslumbrante...Qué mujer, imposible que pase desapercibida.
Procuré mantener una actitud distante, que no se notasen mis sentimientos. Sabía que era algo imposible y nunca traté de acercarme a ella.
Cada día congeniábamos mejor, estábamos muy a gusto juntos. Me di cuenta de que me trataba de modo distinto al resto de los hombres, se me acercaba, hablábamos mucho. Empezamos a buscar cualquier excusa para estar juntos y nos pasábamos el día llamándonos por teléfono.
Acabó sucediendo lo inevitable, ese primer beso nunca se me olvidará. Nos enamoramos locamente, tratamos de evitarlo pero fue imposible. Dejé a mi mujer, intentando hacerla el menor daño posible. Nunca me había planteado engañarla y era de los que creía que me había casado para toda la vida. Eso, hasta que la conocí a ella.
Antes de separarnos de nuestras respectivas parejas, hablamos mucho de cómo hacerlo. Era un paso difícil pero inevitable, necesitábamos estar juntos. A ella le costaba mucho decidirse, no quería hacer daño a su marido. Lloraba pensando en cómo planteárselo.
Al final no hizo falta. Entonces lo consideré una desgracia que la liberó y le permitió compartir su vida conmigo. Tuve que ayudarla a superarlo, su compañero de tantos años, muerto tan joven en un accidente.
Tardé dos años en enterarme cómo sucedió. Me lo confesó ella, quizás le remordió la conciencia a pesar de lo mucho que nos queríamos y de lo feliz que estábamos juntos. Me dijo que no lo hubiera podido ver sufrir y que era lo mejor para él.

Después de diez años, sigo tan enamorado como el primer día y ella sigue siendo un encanto conmigo. No debería hacer caso a las habladurías, pero no puedo evitar pensar lo que me podría llegar a pasar si realmente son ciertas. Sé que ella no me querría ver sufrir.

23 jul 2010

EL 21 A LAS 21

En armonía

pequeña esquina acoge


los escritores.

22 jul 2010

la extraña caja de café


Oscura, destartalada, llena de cachivaches cubiertos de polvo, objetos varios que amontonados unos con otros han llegado a integrarse entre sí, formando extrañas piezas escultóricas, inverosímiles. Caótica y solitaria es esta tienda de segunda mano donde el tiempo parece haberse congelado sin remedio. Solo de cuando en cuanto alguien entra buscando cosas ya en desuso; un candil, un fuelle, algún artilugio para ahumar abejas... tal vez una condecoración de alguna guerra olvidada, las menos veces un libro... Hay ediciones antiguas, alguna valiosa, otras baratas, muchos libros sin tapas, pero todos con el contenido intacto. Allí Phileas Fog sigue dando la vuelta al mundo una y otra vez llegando siempre a tiempo a Londres donde le esperan los socios del club. Margarita Gautier muere tantas veces como alguien lee su historia y multitud de personajes variopintos cuentan sus vidas en unas hojas de papel ya desgastadas por el tiempo Aventuras, cuentos, tratados de urbanidad, algún catecismo... casi de todo y por unas pocas pesetas
Isaac, el chamarilero, no se ha incorporado al euro.
_ ¿Para qué?- se dice una y otra vez- Siempre habrá alguien que encuentre pesetas en algún abrigo viejo, en una hucha, Total yo ya estoy jubilado y cualquier día cierro definitivamente. No, no pienso entrar en esa estupidez del euro y si no vendo... mejor, así me dejan en paz.
Y claro, le dejaban en paz, nadie entraba en la tienda o casi nadie. Solo había algunas gentes que sabedoras de la existencia de este lugar hacían grandes recorridos para gastar las monedas o billetes antiguos que habían encontrado en algún rincón de casa. Venían unas veces por curiosidad, otras buscando cosas raras, pero lo que tenía mas salida eran los libros que se alquilaban o vendían más que antes.
Aquella mañana Isaac estaba pasando el plumero a las inservibles maquinas de escribir a las que mimaba por ser su tesoro mas preciado y por tanto lo único que mantenía limpio de polvo y arañas, cuando la campanilla de la puerta sonó advirtiendo de la entrada de alguien. El plumero quedo suspendido en el aire mientras Isaac se bajó las gafas a la punta de la nariz con un gesto de disgusto para ver quien era el intruso. ¡Dios, como le fastidiaba que le molestaran cuando estaba dedicado a la limpieza! y sobre todo porque ahora tenía que bajar de la escalera y sus piernas ya no le respondían como antes...
_ Que demonios querrá esa vieja bruja- murmuró para sí-¡Eh ya voy...ahora bajo!
_ ¡Oh!. Perdone le he interrumpido, lo siento, lo siento mucho...
_ Si, ya ...bueno venga, ya estoy aquí. ¿Que es lo que quiere?
_ Yo...Verá, venía buscando un libro agradable, optimista... la verdad, me gustan las historias de amor...
_ ¿Con que de amor, eh? No te digo, a estas alturas... - rezongó el chamarilero- Pues aquí poco va a encontrar de eso, nadie pide esas ridiculeces hoy día. Mire en ese cajón de la izquierda, y si encuentra algo, ya sabe, son cien pesetas la pieza si lo devuelve en una semana y si lo compra ya veremos y deprisa que no tengo todo el día...
_ Gracias, gracias, no se preocupe enseguida terminaré...
La mujer empezó a bucear entre un montón de novelas baratas, las iba sacando del cajón y limpiaba el polvo de cada una con la bocamanga de su abrigo para así poder leer mejor de que trataban. Isaac la miraba entre curioso e impaciente, algo se removió dentro de su coraza y le alargó el plumero.
_ Eh, oiga, ya que está puesta... Limpie con esto. Total, yo no puedo seguir hasta que usted termine...
Ella le sonrío y siguió su búsqueda hasta que en un rincón hizo el descubrimiento.
_ ¡Corin Tellado, justo esto es lo que necesito!- dijo sonriente la mujer. Y poniendo tres novelas encima del mostrador, preguntó.
_ ¿Cuánto por las tres?
_ Pues ya sabe....trescientas pesetas en préstamo, seiscientas vendidas...
_ ¿Y en euros? ¿Cuánto es en euros?
_ Señora... ya le he dicho lo que valen en pesetas, aquí se paga en pesetas , yo le he dicho el precio en pesetas... ¿Me ha oído en algún momento hablar de euros?
_ No, si tiene usted razón, pero como todavía se habla de los precios en pesetas y luego pagamos en euros...
_ Si, pero yo no digo una cosa por otra. Aquí le vuelvo a repetir que solo acepto pesetas... PE-SE-TAS ¿Se entera? Y si no, no hay trato.
Isaac había comenzado a alzar la voz, sus ojos, cada vez mas grandes se le salían de las orbitas y a duras penas contenía su enfado.
_ Así que... decida, pesetas o se va por donde ha venido.
_ Por favor no se ponga así, yo es que no sabía nada... Siento tanto el tiempo que le estoy haciendo perder... me gustaría comprarle estos libros y no sé cómo... pero usted seguro que encuentra el modo. ¡Por favor!
_ Pues sin dinero, ya me explicará, de no ser que tenga algo que me interese y lo cambie por las malditas novelas.
_ La mujer le miró a los ojos. Isaac apenas pudo sostener aquella mirada fuerte y limpia y desvió la suya... Abrió el cajón del mostrador y se entretuvo buscando algo que no buscaba.
_ Señor ya sé, mire quédese con esto.
Le estaba ofreciendo una caja de lata antigua, parecía de café, pero las letras estaban desgastadas y solo a duras penas se leía Cuba... La abrió y desparramó el contenido en el mostrador, unas fichas de hueso amarillentas con palabras grabadas en cada una de ellas cubrieron el cristal
_ Y eso...¿qué demonios es?
_ Es un regalo que me hizo mi niñera cuando yo era muy chiquita, ella era una mulata cubana ¿Sabe? Es un juego antiguo: Cada ficha tiene una palabra y según el estado de ánimo se escoge una o dos... a veces son necesarias tres: Hay palabras que dan paz, otras ternura, también las hay de amor y de esperanza... Algunas dan alegría y otras serenidad, también las hay que huelen a mar, a bosques y con otras hasta puedes escuchar sonidos perdidos como la risa de un niño... Quédeselas, son más valiosas que sus libros, que todos los libros del mundo, en ellas está la base de todo... Yo no las necesito, las conozco tan bien que solo cerrando los ojos las veo, las siento y me dan lo que quiero. Isaac son suyas hace tiempo que debí traerlas, no sabía que las necesitara tanto...
El sonido de la campanilla al cerrarse la puerta sacó a Isaac de su ensimismamiento, los libros seguían allí, pero la mujer no. Cogió una ficha, decía: “ROMA”. Pero había más... en letras apenas visibles se podía leer “Decir al revés”.

Para seguir a 45

Estoy creando un página web sobre 45, nuestro detective favorito. De momento está a medio hacer. De hecho, como dentro de unos meses obtendré un Netbook, es posible que no tenga que venir a consultarlo a la Biblioteca. De momento, seguiré aquí. Ya os daré la dirección, cuando la página y la plantilla se complete. Un saludo a todos los compis de Zarigüeya

13 jul 2010

El negocio


Agapito era un hombre insignificante, con una vida gris que combinaba perfectamente con su personalidad y en el que todo avocaba al desastre. Sus amigos (los pocos que tenía) cruzaban los dedos cuando se acercaba a ellos, tenía fama de mal fario, era un hombre no deseado, no bienvenido; en suma era un pobre perdedor.
Había probado suerte en múltiples trabajos, tediosos, mal pagados y aún así, no se sabe como conseguía siempre que le despidieran. Quizás por todo aquello, un día pensó que debería ser su propio jefe, estaba harto de aguantar a otros, a lo mejor le iba bien montando una empresa de cobro a morosos... Dicho y hecho, se disfrazaría de algo original y como le gustaba mucho el cine enseguida repasó mentalmente a quien o que quería emular y así de paso adquirir una nueva personalidad. No eran necesarias grandes inversiones para hacer esto posible, unos anuncios en los periódicos, un número de teléfono y... negocio en marcha.
“Cobro de morosos La muerte, cobramos todo con suerte”. Así se anunciaba.
Compró un disfraz aprovechando las rebajas que hubo después de Halloween y aunque era de niño, la capa y el sudario le tapaban lo suficiente y no le quedaba del todo mal la vestimenta dada su escasa estatura.
Poco a poco empezaron a llegarle los encargos (pues en Madrid hay más morosos de lo que nunca hayamos imaginado). Salía a trabajar diariamente después de maquillarse la cara de blanco amarillento con ojeras acentuadas y rebordeados los ojos en rojizo. Ponía mucho empeño en ir lo más propio posible... quizás para afianzar su falta de seguridad, o porque así le daba salida al toque artístico que él creía tener. En la mano derecha una cartera que decía “Pagas o la cagas” y en la izquierda; una guadaña.
Al principio los trabajos que salían eran más bien de poca monta y lograba cobrar casi todos, ya que a nadie le gusta tener a la muerte esperando todo el día a la puerta de casa, o del trabajo. En más de una ocasión lo tiraron por las escaleras, pero el no desistía, era inquebrantable, y volvía. Una y otra vez volvía.
Pensando mejorar el negocio, desempolvó su viejo cassete al que puso un único tema musical el “Réquiem de Mozart” y así reforzó su sistema de dar el coñazo al moroso de turno. A partir de entonces, sus esperas las acompañaba de dicho Réquiem, siempre el mismo... una y otra vez, hasta el infinito. Y así lograba desequilibrar los nervios de aquellos que no podían evitar escuchar la música que Agapito ponía a todo trapo para joder. Naturalmente esto a él no le afectaba en absoluto pues tenía buen cuidado de tapar sus oídos con unas bolitas de cera por lo que se aislaba de su murga adecuadamente. Con la nueva idea tuvo bastante éxito, pero también tenía más percances físicos de los deseados y más de una vez tuvieron que atenderle en plena calle los del SAMUR.
Con el tiempo la cosa fue empeorando paulatinamente, pero él siempre seguía fiel a sus principios Una noche volvía a la pensión después de una larga e infructuosa jornada de trabajo cuando al cruzar un paso de peatones una camioneta se le echó encima. Esta vez podemos decir que tuvo suerte, pues al caer al suelo se encogió y siendo un hombre tan pequeño el vehículo le pasó por encima sin rozarle. Apenas repuesto del susto se levantó como pudo y con los dedos hizo una inequívoca señal al conductor, este al ver por el espejo retrovisor que la muerte estaba viva, metió la marcha atrás e intentó arrollarle de nuevo. Agapito intuyendo la intención, dio un salto de felino y cayó rodando a un lado de la calle, el de la camioneta al ver la maniobra, volvió a enfilar hacia su objetivo, esta vez no había escapatoria, estaba contra la pared, así que cuando de nuevo el vehículo arremetió contra él, cogió carrerilla y usando la guadaña a modo de pértiga, saltó por los aires aterrizando en la parte posterior de la camioneta.
Esta se paró unos metros más allá. Un hombretón bajó de la misma y comenzó a buscar debajo de las ruedas, miró al otro lado de la calle, no había ni rastro del muerto.
“Bueno, ya me he librado de él- pensó - seguro que todavía está corriendo ese desgracíao. Ahora soy yo el que va ha cobrar el trabajito, este ya no vuelve a tocar los cojones a mi jefe”
Subió a la cabina y desapareció en la oscuridad.
Mientras, nuestro hombre había tomado una decisión, agarrar al toro por los cuernos. Cogió un ladrillo de los que llenaban la camioneta y lo estrelló contra el cristal que le separaba del conductor, este saltó en mil pedazos cayendo una lluvia de cristales sobre el chofer, quien para cuando consiguió frenar tenía una guadaña apuntándole al cogote.
_ No te muevas o te ensarto como a un caracol. ¿Quién eres, por que me persigues?
_ ¡Ah! Pero... ¿No eres un muerto, cabrón?. Pues tendré que asegurarme de que seas lo que eres, por 500 euros yo hago lo que sea, hijo de puta.
_ ¿De modo que te pagan por quitarme de en medio? ¡No te muevas! Tío, no seas gilipollas, podemos llegar a un entendimiento. Yo te doy 600 por dejarme en paz y si aceptas, te hago socio de mi empresa, estoy ampliando y necesito gente como tú. Si quieres vamos al 50 por ciento ¿Hace?
El hombretón se quedó unos momentos indeciso, hizo cuentas mentalmente y contestó
_ Hace.
La muerte se coló por la ventanilla de la cabina y cerraron el trato con un apretón de manos.
_ Mañana te quiero a primera hora en el despacho de tu jefe - ordenó Agapito- le cobras los 500 euros, le dices que estoy en la U.V.I. y cuando los tengas te marchas, yo estaré esperando en la escalera. Luego entramos juntos a ver a ese cabrón y cobramos lo mío. ¿Hace una cerveza?
_ Hace.
_ ¿Te acuerdas de Casablanca? -dijo Agapito que presumía de cinéfilo-
El hombretón le miró de reojo con cara de no entender nada.
_ Vale tío, ya veo que no estás muy puesto, olvídalo. ¿Sabes? Con tu fuerza y mi cerebro juntos “Esto puede ser el comienzo de una larga amistad.”

6 jul 2010

ROMPIENDO CON TODO

Amaya rotó 360 grados sobre sí misma y contempló por última vez aquella casa y aquel paisaje y pensó que había dilapidado sus fuerzas desafiando al destino.
Si las palabras fueran deseos, no volvería a quedarse muda. Si la esperanza fuese una garantía, no dudaría otra vez y si los sueños caducasen, no dilataría de nuevo las decisiones. Quería abandonar incluso a sus recuerdos. Se marchaba para no volver.

AYER, AHORA Y SIEMPRE

Santiago tomó tierra en el aeropuerto de Madrid-Barajas a las 07:11 AM. Estaba exhausto por el viaje desde Buenos Aires, pero no dejó que el cansancio dominase su excitación. La ventanilla del taxi y él se hicieron uno y observó con atención las calles, coches y gentes que se cruzaban a su paso, con un cierto aire de decepción. Al enfilar la Gran Vía sus ojos se abrieron más aún. Los edificios señoriales, el olor añejo a distinguida elegancia y la afluencia de gente disfrutando de tamaño espectáculo, le hicieron pensar tras 50 años de ausencia “Ahora sí, he vuelto a casa”.

5 jul 2010

DESPUES DE LA TORMENTA

Sara, estaba sentada en el suelo, frente a la chimenea de aquella cabaña de madera, que le evocaba tantos y tantos recuerdos. Tenía las rodillas flexionadas, en ellas apoyaba los antebrazos y su mejilla izquierda reposaba ligeramente sobre éstos. Quería dejar de pensar en él, en las luces y sombras de aquel mismo fuego que se recreaba tiempo atrás con su pelo; En sus ojos expresivos, que anunciaban sus pensamientos antes que su propia voz; En ese tic nervioso, que le hacía tocarse la nariz de vez en cuando y resultaba tremendamente cómico; O en ese gorro de lana, que se colocaba en el mes de septiembre y no se quitaba hasta junio.

A veces, por la noche se quedaban en el porche, a la luz de la luna y al amparo de las estrellas. Mirando sin ver. Hablando de todo y de nada, de sus deseos, anhelos y metas. Debatían con pasión sobre las costumbres y distintas formas de entender la vida. Peleaban y se reconciliaban. Tarareaban canciones en espera de que el otro acertase el título correcto, o jugaban a las cartas y hacían trampas, siempre que podían.

Con él aprendió a reír y a bailar. Fue su cómplice, compañero de aventuras y mayor confidente. Él era su apoyo más incondicional. Sabía respetar sus silencios y su intimidad. Contaba los peores chistes que jamás había oído en su vida, y sin embargo se partía en dos de las carcajadas que emitía él, al terminar de despedazarlos.

Intentar cruzar aquel río desbordado por la tormenta, fue todo un disparate. Si tan sólo hubiera hecho caso a su instinto y hubiese conseguido frenar aquella imprudencia, ahora no se hallaría hecha un ovillo, huyendo una vez más del miedo. Escapar de los problemas sin enfrentarlos se le daba demasiado bien, le permitía seguir alojándose plácidamente, en aquella burbuja de forzada irrealidad. No era plenamente consciente de cuándo había comenzado a comportarse de tal manera, así que seguramente sería una conducta que había ido adquiriendo y desarrollando a lo largo de los años.

El delirio la consumía, querría haber sido capaz de destruir sus recuerdos, para que sus recuerdos no acabasen destruyéndola a ella. Estaba aterida, ni tan siquiera se veía con fuerzas para descolgar el auricular y telefonear a sus padres. Había sido una hecatombe colectiva y sabía con seguridad que ellos jamás lo podrían llegar a superar. Es más, ni tan siquiera ella misma sabía cómo haría, para seguir viviendo sin su hermano Juan.

"ZEUGMA"


Zarrapatán Bang Bang. Ya vienen, ya están ahí
En formaciones de a tres. Los Zeugmas llegan yá...
Con Hipo vienen algunos, Mesozeugmas son los más
Impúdicos sin recato, los folios invaden ya
La cabeza me da vueltas. Con cuanto y tanto “Zeugmar”
Hay que afilar las neuronas, los lápices y demás
¡Presentaremos batalla! Si no, nos dominaran
Con una feroz jaqueca, despido el curso escolar
Hundida desesperada ,intentando no olvidar
Los Gerundios tan prohibidos, La Sinalefa sin par
Los Quiasmos, el Hiato, la Hipérbole y lo demás
Adiós al Tropo y al poco, al Anacoluto ¡Adiós!
Antonimia y Asonancia, Consonancia y Estrambote
Descendentes o Ascendentes, ¡Hasta luego palabrotes!
Zarrapatán Bang Bang . La batalla ha terminado
Las Gradaciones se van, a esconderse del verano
De la siesta , del no hacer na...
Pero a mí nada me importa, todo ahora me da igual
Pues esta confusa alumna ¡Lo juro por Hemistiquio!
De vacaciones se irá...

3 jul 2010

CLÁSICOS EN VERANO


Otra recomendación, pero esta vez más barata, entrada gratuita.


Son conciertos en diferentes recintos de la Comunidad de Madrid, además de oir buena música, se puede conocer pueblos de la sierra madrileña, algunos muy peculiares, así como recintos interesantes. Son durante el verano. Toda la programación está en:
www.madrid.org/clasicosenverano Besos

CONCIERTO DE LAS VELAS


Si os gusta la música y la magia de las velas, os recomiendo los Conciertos de las Velas en la villa segoviana de Pedraza, merece la pena. Son los dos primeros sábados del mes de julio, el precio de las entradas es un poco alto. Animaros y me contais, yo no puedo ir.

Besos

Maribel

2 jul 2010

“Yantargnomo-koi-gung”


Receta culinaria (Julio 2010) Dedicada a Jose , que quería recetas diferentes...

Ingredientes: 300 gr. De setas negras chinas deshidratadas
4 cucharadas de salsa de soja
3 cucharadas de salsa de ostras
3 cucharadas de maicena
2 de azúcar granulada
2 de coliandro molido
1 vasito de vino de arroz
½ taza de aceite de girasol
½ gnomo deshuesado (al que hemos depilado anteriormente.)

Preparación:

Cortar el gnomo en dados y reservar
Poner las setas a remojo durante 1 hora. Mezclar la maicena y la soja con el coliandro, verter la salsa sobre la carne y dejar macerar durante dos horas.
Escurrir las setas y darlas una vuelta en la sartén “wook”, que previamente hemos calentado con el aceite. Agregar la carne y freir durante 3 minutos (dando vueltas para que no se queme). Añadir el azúcar, la salsa de ostras y el vino de arroz. Remover hasta que el líquido se evapore.

Mientras tendremos ya cocido el arroz (tipo basmati) 400 gramos. En la cocción habremos puesto: 2 raíces de hierba de limón y 4 o 5 hojas de la misma. Cocido “al dente”. Incorporar 150 grs. de dátiles deshuesados ( para no dejarnos ningún diente al comer) y 50 grs. de almendras cortadas en láminas.

En una fuente grande (que habremos calentado antes) colocar la carne .En otra el arroz
antes de que se enfríe. Adornar la mesa con unas velas rojas... ¡Y A COMER!

Dificultad de preparación de esta deliciosa receta : Media
Dificultad par encontrar los ingredientes : Alta
Consejos: Deberéis buscar en sitios especializados asiáticos . Si no hayáis la carne (cosa altamente probable puesto que los gnomos están bastante mosqueados y no se dejan atrapar así como así) podéis sustituirla por un lechoncillo enano vietnamita ( los que están de moda como animal de compañía) Pero si os da mucha pena, utilizar uno de los nuestros de toda la vida, pero si también os da grima, comer el arroz solo (saldrá mas barato) y de paso os hacéis vegetarianos. Si aun así estáis empeñados en comer carne, os recomiendo que tiréis a la basura lo que tengáis cocinado y vais rapidito al restaurante de la esquina y os olvidéis de comer en casa que no deja de ser un coñazo.
BUEN APETITO.

1 jul 2010

DOS VECES... NO


Abel y su mujer me abrazaban con ojos llorosos.
_ No, no vengáis al aeropuerto, las despedidas con extraños mirándome, me ponen nerviosa, es mejor decirnos adiós aquí. Volveremos a vernos, en uno o dos años máximo. Tenemos que saber como os va el taller...“tu taller” Abel. Saldréis adelante, eres un buen artesano... Ya vale. Adiós, estaremos en contacto.
El taxi esperaba hacía rato, colocamos las maletas y me refugié en su interior, el motor protestó durante unos segundos y al final se puso en marcha. Atrás dejaba un jirón de mi vida y cerré los ojos para no verlo.
La carretera estrecha y serpenteante me hizo salir de mi ensimismamiento. Estaba a punto de marearme, el calor, las emociones y los baches no ayudaban, conseguí concentrarme en un solo punto en el horizonte y me estabilicé. Humildes casas a ambos lados del camino, chiquillos saludando con la mano parecían despedirse de mí... Después de tres años en Colombia ya no percibía la pobreza de los campesinos, me había acostumbrado y la tenía asumida como parte del paisaje... La impresión que había recibido hacía tres años a mi llegada, cuando hice el camino inverso del aeropuerto a San Juan de Pasto ya casi la tenía perdida en el recuerdo...
Pero aun así, lo vi enseguida... Allí estaba, ahora a la izquierda de la carretera, el chiringuito donde tomé mi primer refresco, igual que entonces, quizás algo más desvencijado...
_ Por favor, pare... Le invito a una bebida.
_ Lo que usted diga Doñita, pero piense en la hora de salida de su avión...
_ No, no se preocupe, vamos bien...
La misma mujer de rostro cetrino, otra vez preñada, un chiquillo de ojos negros, enormes, agarrado a la falda de su madre escondiéndose entre los pliegues...
_ Dos granizados de chilacuan por favor.
La bebida estaba tan deliciosa como la vez primera, con aquel inconfundible aroma a papaya, tomamos una segunda. Vacié mis bolsillos, reserve dinero para el taxi y dejé el resto a aquella mujer.
El avión había tomado altura, los caminos empezaron a desdibujarse y las montañas eran ya pequeños puntos allí abajo. Las nubes pasaban rápidas hechas jirones por las ventanillas del 727 . Con los ojos fijos en el infinito recordé aquel tiempo pasado en Colombia, convertido ahora en ráfagas de alegría, de tristeza, de vida y de muerte.
Conocí a Héctor de un modo casual. Yo estaba en el living del hotel Acualongo ojeando un periódico. “Febrero 2000 Martes 13 ...” “Jo, que mal rollo” pensé... ¿Sería mal augurio también en aquel país? Igual para ellos lo era el viernes 13, por aquello de la cercanía con los yanquis. Algo me llamó la atención, ”Necroescultura” decía el anuncio. “Se hacen obras de porcelana con las cenizas de sus seres queridos. Teléfono...”
¿Qué me impulso a telefonear? No podría decirlo, quizás mi curiosidad por el mundo del arte y por la escultura en especial, que había estado presente en mi vida durante tanto tiempo...
Un renqueante taxi me dejó a las puertas de un lugar en el que cualquiera se hubiera sentido extraño, pero para mi resultó de lo más familiar. Restos de piezas escultóricas esparcidas por el terreno; hierros, maderas, un sinfín de trastos aparentemente inútiles, pero tan importantes en un estudio de artista me daban la bienvenida. Al fondo de aquel controlado caos había una casa y justo al lado lo que parecía un taller .
Héctor resultó ser un gran hablador, yo también lo era y enseguida se estableció una gran comunicación entre ambos. Claramente mis conocimientos de escultura ayudaron mucho en este entendimiento, enseguida intercambiamos ideas, hablamos de materiales diversos y
de técnicas diferentes. Y me contó como sus investigaciones le habían llevado a utilizar los restos de las cremaciones, las cenizas, que mezcladas con otros productos químicos le proporcionaba la materia prima para lo que el llamaba “Necroescultura”. Le dije que en una mentalidad europea como la mía aquello no encajaba, que daba un cierto yu-yu...
Me preguntó que pensaba de los trasplantes de órganos...
_ ¿No son muertos? ¿Os dan yu-yu? ¿Qué diferencia hay entre ser enterrado, esparcido o reconvertido en escultura?
Según él, esta última opción daba un tipo de consuelo diferente a los familiares. Y me habló de la vida, de la muerte de la delgada línea que las separa y las une...
_ Aquí, en Colombia –decía- ambas se mezclan y no pasa nada, estamos preparados, solo es una cuestión de cultura y de costumbres.
Regresé muy tarde al hotel, pero con la firme promesa de que me aceptaría como aprendiz estudiante durante unos meses. Así fue como me integré en su vida y en su obra y Madrid se fue quedando más y más lejos...
Y me acostumbré, me acostumbré a ver todo tipo de gentes pasar por el taller. Unos con sus urnas llenas de cenizas, otros con grandes bolsas de plástico...
_ Mire Doñita... aquí le traigo a mi madre, para que me la quemen, no tengo plata para la cremación y me la botan a la fosa común...
Tantas veces tratando de convencerles de que aquello no era en absoluto lo que nosotros hacíamos...Tantas veces que aceptábamos por caridad... Luego estaban los que simplemente nos querían vender sus muertos por dinero. Aquellos a los que teníamos que desalojar y se iban protestando con sus familiares a cuestas. Y la mujer que se empeñó en llevarse dos bailarinas del muestrario y no hubo modo de convencerla de que el trato era que trajera las cenizas primero y luego se le harían las bailarinas. Prometió traer a su marido y a su madre ¡Pero hubo que venderle las muestras!
Y así fue pasando el tiempo y un día me acordé de España. Héctor pensó que le gustaría trabajar en Madrid, nada mejor para un artista que cambiar de aires. Yo tenía muchos contactos de mi vida anterior y no resultaría complicado. Acordamos el regreso.
En unos meses nos deshicimos de las propiedades, el taller se lo dejamos a nuestro ayudante Abel por poco dinero, él seguiría con la cerámica tradicional.
Héctor viajaba antes que yo, quería despedirse en Quito de su madre antes de volar a España.
Le preparé las maletas y después de cenar Héctor hizo el café, lo sirvió en las tazas que yo había hecho hacía tanto tiempo, mi primera obra como ceramista....
_ Tenemos que hablar –dijo.
_ Vale... ¿de qué?
_ Mañana, cuando salga para Ecuador...
_ Si, te llevo al aeropuerto en el coche de Abel. No te preocupes.
_ No, no lo harás... Tienes que saber que me quedaré en Quito, no iré a España.
Me quedé muda... quise preguntar por qué, pero ningún sonido salió de mi boca. El bajó la cabeza y murmuró...
_ Hay otra mujer que me espera allí... Lo siento.
Un flash me hizo retroceder en el tiempo, hacía cuatro años que me habían dicho algo casi igual en otro lugar, con otro acento.
Pasaron siglos... tal vez minutos, hasta que le pude mirar. Tenía la cabeza escondida entre las manos...”No, dos veces no" -me dije-
Me levanté como una autómata y fui directamente hacia el lugar donde teníamos los palos de golf. Héctor seguía encogido, aplastado con el peso de su culpa...
No se dio cuenta que había traspasado esa invisible línea de la que el tanto hablaba. “La vida la muerte, está todo mezclado, no hay porque asustarse.”
Aquella noche el horno del taller estuvo encendido durante muchas horas.

_ Señora, ¿Quiere algún refresco? ¿Café? ¿Le guardo la escultura que lleva en las manos?...
La azafata de Iberia me sonríe detrás de su carrito.
_ ¿Tiene un refresco de chilacuan? Muy frío, por favor...

Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla. Fue el segundo de cinco hermanos de una familia liberal; el mayor,Manuel, trabajó junto a Antonio en varias obras. Su padre, Antonio Machado Álvarez "Demófilo", amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, publicó numerosos estudios sobre el folclore andaluz y gallego. Su madre, Ana Ruiz. Su abuelo, Antonio Machado Núñez, era médico y profesor de Ciencias Naturales.

En 1883, su abuelo fue nombrado profesor de la Universidad Central de Madrid y toda la familia se traslada con él a dicha ciudad. Antonio Machado completa entonces su formación en la célebre Institución Libre de Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos.

En 1889 empieza sus estudios de bachillerato, primero en el instituto San Isidro y después en Cardenal Cisneros. Es en esa época cuando se aficiona al teatro junto a su hermano, y comienza a asistir a tertulias. Machado interrumpe varias veces sus estudios, afectado por los problemas económicos de su familia tras la muerte de su padre por tuberculosis en 1893 y su abuelo, tres años más tarde. El influjo familiar y su centro de estudios marcaron su camino intelectual. Por aquella época, conoce a Valle-Inclán en una tertulia. Trabaja en la parte de los verbos, en el Diccionario de ideas afines.

En 1899, Antonio Machado viaja a París, donde vive su hermano el poeta Manuel, con quien en lo sucesivo emprenderá una carrera conjunta de autores dramáticos, y trabaja de traductor para la Editorial Garnier. Allí entrará en contacto con, por ejemplo, Oscar Wilde y Pío Baroja y asiste a las clases del filósofo Henri Bergson, que le impresionan profundamente. Vuelve a España y trabaja de actor mientras alcanza el título de bachiller.

En 1902 vuelve a París y conoce a Rubén Darío. De vuelta a Madrid entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica Soledades (1903).

En 1907 publica Soledades, Galerías y Otros poemas, una versión ampliada de Soledades, y gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés. Elige la vacante del instituto de Soria, donde entabla amistad con Vicente García de Diego que era catedrático de latín y griego del mismo instituto. Conoce a Leonor Izquierdo, que trabajaba en casa de Vicente García de Diego, con la que se casará tres años después; teniendo ella 15 y él 34 años.

En 1911 viajará a París al conseguir una beca para ampliar sus estudios.

Leonor cae enferma de tuberculosis y muere en 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión y éste solicita su traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio. Durante siete años, hasta 1919, el poeta enseña Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la Antigua Universidad baezana.
Palacio de las Dueñas, en una de cuyas viviendas nació, en 1875, Antonio Machado.

En 1912 publica Campos de Castilla, obra en la que el autor se separa de los rasgos modernistas que presentaba su obra Soledades y del intimismo hacia el que había evolucionado en Soledades, galerías y otros poemas, acercándose a las inquietudes patrióticas de los autores de la Generación del 98; en efecto, ha mantenido una amplia correspondencia epistolar con Miguel de Unamuno y algunas de sus ideas se reflejan en este libro. En Baeza, en 1917, conoce a Federico García Lorca, con el que entabló gran amistad.

En 1919 se traslada a Segovia, donde encontrará un ambiente cultural más acorde con sus gustos y comenzará a participar en las actividades de la reciente Universidad Popular, que tiene como objetivo la extensión de la cultura a los sectores sociales tradicionalmente más apartados de ella. Así, fue profesor de francés en el Instituto de Segovia,[1] donde conoció a Mariano Quintanilla. Continuará hasta 1932.

En 1932 se le concede un puesto de profesor en el Instituto Calderón de la Barca, de Madrid.

Escribe textos en prosa que luego serán recogidos en los dos apócrifos Juan de Mairena y Abel Martín. Por entonces corteja a una dama casada, Pilar Valderrama, que en los versos de Nuevas canciones (1924), su último libro de poesía, progresivamente ampliado, como los otros, aparece bajo el nombre de Guiomar. Siente un gran interés por la Filosofía y se licencia a trancas y barrancas en esta materia en la Universidad Central.

Con el estallido de la Guerra Civil Española marcha a Valencia. Vivió en la localidad de Rocafort desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938. En 1937 publica La guerra. Entre 1937 y 1939, Machado publica un total de 26 artículos en La Vanguardia (que en aquella época era el órgano de expresión del gobierno de la República y recogía firmas de los más destacados intelectuales y escritores que apoyaron la causa republicana).

A finales de enero de 1939, y ante la inminente ocupación de la ciudad, sale de Barcelona. Tras unos primeros días en Raset (Girona), pasa su última noche en España, la del 26 al 27 de enero, en Viladasens. En la tarde del día 28 llega finalmente a Collioure (Francia), en donde muere el día 22 de febrero en el Hotel Bougnol-Quintana. A los tres días, fallece su madre. En el bolsillo de su abrigo se encuentra un último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia".

En febrero de 2010 la especialista en Machado Monique Alonso hizo público que poco antes de morir el poeta la Universidad de Cambridge le había enviado una carta ofreciéndole un puesto en su rectorado. La carta llegó a Coillure al día siguiente de su entierro