1 jul 2010

DOS VECES... NO


Abel y su mujer me abrazaban con ojos llorosos.
_ No, no vengáis al aeropuerto, las despedidas con extraños mirándome, me ponen nerviosa, es mejor decirnos adiós aquí. Volveremos a vernos, en uno o dos años máximo. Tenemos que saber como os va el taller...“tu taller” Abel. Saldréis adelante, eres un buen artesano... Ya vale. Adiós, estaremos en contacto.
El taxi esperaba hacía rato, colocamos las maletas y me refugié en su interior, el motor protestó durante unos segundos y al final se puso en marcha. Atrás dejaba un jirón de mi vida y cerré los ojos para no verlo.
La carretera estrecha y serpenteante me hizo salir de mi ensimismamiento. Estaba a punto de marearme, el calor, las emociones y los baches no ayudaban, conseguí concentrarme en un solo punto en el horizonte y me estabilicé. Humildes casas a ambos lados del camino, chiquillos saludando con la mano parecían despedirse de mí... Después de tres años en Colombia ya no percibía la pobreza de los campesinos, me había acostumbrado y la tenía asumida como parte del paisaje... La impresión que había recibido hacía tres años a mi llegada, cuando hice el camino inverso del aeropuerto a San Juan de Pasto ya casi la tenía perdida en el recuerdo...
Pero aun así, lo vi enseguida... Allí estaba, ahora a la izquierda de la carretera, el chiringuito donde tomé mi primer refresco, igual que entonces, quizás algo más desvencijado...
_ Por favor, pare... Le invito a una bebida.
_ Lo que usted diga Doñita, pero piense en la hora de salida de su avión...
_ No, no se preocupe, vamos bien...
La misma mujer de rostro cetrino, otra vez preñada, un chiquillo de ojos negros, enormes, agarrado a la falda de su madre escondiéndose entre los pliegues...
_ Dos granizados de chilacuan por favor.
La bebida estaba tan deliciosa como la vez primera, con aquel inconfundible aroma a papaya, tomamos una segunda. Vacié mis bolsillos, reserve dinero para el taxi y dejé el resto a aquella mujer.
El avión había tomado altura, los caminos empezaron a desdibujarse y las montañas eran ya pequeños puntos allí abajo. Las nubes pasaban rápidas hechas jirones por las ventanillas del 727 . Con los ojos fijos en el infinito recordé aquel tiempo pasado en Colombia, convertido ahora en ráfagas de alegría, de tristeza, de vida y de muerte.
Conocí a Héctor de un modo casual. Yo estaba en el living del hotel Acualongo ojeando un periódico. “Febrero 2000 Martes 13 ...” “Jo, que mal rollo” pensé... ¿Sería mal augurio también en aquel país? Igual para ellos lo era el viernes 13, por aquello de la cercanía con los yanquis. Algo me llamó la atención, ”Necroescultura” decía el anuncio. “Se hacen obras de porcelana con las cenizas de sus seres queridos. Teléfono...”
¿Qué me impulso a telefonear? No podría decirlo, quizás mi curiosidad por el mundo del arte y por la escultura en especial, que había estado presente en mi vida durante tanto tiempo...
Un renqueante taxi me dejó a las puertas de un lugar en el que cualquiera se hubiera sentido extraño, pero para mi resultó de lo más familiar. Restos de piezas escultóricas esparcidas por el terreno; hierros, maderas, un sinfín de trastos aparentemente inútiles, pero tan importantes en un estudio de artista me daban la bienvenida. Al fondo de aquel controlado caos había una casa y justo al lado lo que parecía un taller .
Héctor resultó ser un gran hablador, yo también lo era y enseguida se estableció una gran comunicación entre ambos. Claramente mis conocimientos de escultura ayudaron mucho en este entendimiento, enseguida intercambiamos ideas, hablamos de materiales diversos y
de técnicas diferentes. Y me contó como sus investigaciones le habían llevado a utilizar los restos de las cremaciones, las cenizas, que mezcladas con otros productos químicos le proporcionaba la materia prima para lo que el llamaba “Necroescultura”. Le dije que en una mentalidad europea como la mía aquello no encajaba, que daba un cierto yu-yu...
Me preguntó que pensaba de los trasplantes de órganos...
_ ¿No son muertos? ¿Os dan yu-yu? ¿Qué diferencia hay entre ser enterrado, esparcido o reconvertido en escultura?
Según él, esta última opción daba un tipo de consuelo diferente a los familiares. Y me habló de la vida, de la muerte de la delgada línea que las separa y las une...
_ Aquí, en Colombia –decía- ambas se mezclan y no pasa nada, estamos preparados, solo es una cuestión de cultura y de costumbres.
Regresé muy tarde al hotel, pero con la firme promesa de que me aceptaría como aprendiz estudiante durante unos meses. Así fue como me integré en su vida y en su obra y Madrid se fue quedando más y más lejos...
Y me acostumbré, me acostumbré a ver todo tipo de gentes pasar por el taller. Unos con sus urnas llenas de cenizas, otros con grandes bolsas de plástico...
_ Mire Doñita... aquí le traigo a mi madre, para que me la quemen, no tengo plata para la cremación y me la botan a la fosa común...
Tantas veces tratando de convencerles de que aquello no era en absoluto lo que nosotros hacíamos...Tantas veces que aceptábamos por caridad... Luego estaban los que simplemente nos querían vender sus muertos por dinero. Aquellos a los que teníamos que desalojar y se iban protestando con sus familiares a cuestas. Y la mujer que se empeñó en llevarse dos bailarinas del muestrario y no hubo modo de convencerla de que el trato era que trajera las cenizas primero y luego se le harían las bailarinas. Prometió traer a su marido y a su madre ¡Pero hubo que venderle las muestras!
Y así fue pasando el tiempo y un día me acordé de España. Héctor pensó que le gustaría trabajar en Madrid, nada mejor para un artista que cambiar de aires. Yo tenía muchos contactos de mi vida anterior y no resultaría complicado. Acordamos el regreso.
En unos meses nos deshicimos de las propiedades, el taller se lo dejamos a nuestro ayudante Abel por poco dinero, él seguiría con la cerámica tradicional.
Héctor viajaba antes que yo, quería despedirse en Quito de su madre antes de volar a España.
Le preparé las maletas y después de cenar Héctor hizo el café, lo sirvió en las tazas que yo había hecho hacía tanto tiempo, mi primera obra como ceramista....
_ Tenemos que hablar –dijo.
_ Vale... ¿de qué?
_ Mañana, cuando salga para Ecuador...
_ Si, te llevo al aeropuerto en el coche de Abel. No te preocupes.
_ No, no lo harás... Tienes que saber que me quedaré en Quito, no iré a España.
Me quedé muda... quise preguntar por qué, pero ningún sonido salió de mi boca. El bajó la cabeza y murmuró...
_ Hay otra mujer que me espera allí... Lo siento.
Un flash me hizo retroceder en el tiempo, hacía cuatro años que me habían dicho algo casi igual en otro lugar, con otro acento.
Pasaron siglos... tal vez minutos, hasta que le pude mirar. Tenía la cabeza escondida entre las manos...”No, dos veces no" -me dije-
Me levanté como una autómata y fui directamente hacia el lugar donde teníamos los palos de golf. Héctor seguía encogido, aplastado con el peso de su culpa...
No se dio cuenta que había traspasado esa invisible línea de la que el tanto hablaba. “La vida la muerte, está todo mezclado, no hay porque asustarse.”
Aquella noche el horno del taller estuvo encendido durante muchas horas.

_ Señora, ¿Quiere algún refresco? ¿Café? ¿Le guardo la escultura que lleva en las manos?...
La azafata de Iberia me sonríe detrás de su carrito.
_ ¿Tiene un refresco de chilacuan? Muy frío, por favor...

4 comentarios:

  1. Sigo con los asesinatos .Este relato esta inspirado en aquel escultor amigo mío que os conté ayer.Lo tengo desde hace tiempo ,pero lo he vuelto a reescribir.Hay alguien llamada Patricia que parece ser me lee ¿Desde Argentina? GRACIAS Marisa

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  2. Me ha encantado el relato, ¿Lo de las necroesculturas es cierto? Me parece una idea genial, yo habia pensado hacer urnas para cenizas, al estilo egipcio, pero esta idea de fundir barro y cenizas en una sola pieza...!!!Sublime!!! Estoy pensando si no copiar la idea.
    Parece que la despedida fue linda...pena no haber estado..
    Bueno quiza este verano tengamos algun encuentro

    Un abrazo

    Asunción

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  3. Si, el escultor es amigo mío. MARISA

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  4. Marisa, no sabía que foto colgar.
    He visto esta y me parecía qeu podía estar en consonacia con el escrito.
    Si sugieres algo diferente, lo busco y lo subo
    Muchos besos y sigue tan prolífica... me entusiasma.

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