13 jul 2010
El negocio
Agapito era un hombre insignificante, con una vida gris que combinaba perfectamente con su personalidad y en el que todo avocaba al desastre. Sus amigos (los pocos que tenía) cruzaban los dedos cuando se acercaba a ellos, tenía fama de mal fario, era un hombre no deseado, no bienvenido; en suma era un pobre perdedor.
Había probado suerte en múltiples trabajos, tediosos, mal pagados y aún así, no se sabe como conseguía siempre que le despidieran. Quizás por todo aquello, un día pensó que debería ser su propio jefe, estaba harto de aguantar a otros, a lo mejor le iba bien montando una empresa de cobro a morosos... Dicho y hecho, se disfrazaría de algo original y como le gustaba mucho el cine enseguida repasó mentalmente a quien o que quería emular y así de paso adquirir una nueva personalidad. No eran necesarias grandes inversiones para hacer esto posible, unos anuncios en los periódicos, un número de teléfono y... negocio en marcha.
“Cobro de morosos La muerte, cobramos todo con suerte”. Así se anunciaba.
Compró un disfraz aprovechando las rebajas que hubo después de Halloween y aunque era de niño, la capa y el sudario le tapaban lo suficiente y no le quedaba del todo mal la vestimenta dada su escasa estatura.
Poco a poco empezaron a llegarle los encargos (pues en Madrid hay más morosos de lo que nunca hayamos imaginado). Salía a trabajar diariamente después de maquillarse la cara de blanco amarillento con ojeras acentuadas y rebordeados los ojos en rojizo. Ponía mucho empeño en ir lo más propio posible... quizás para afianzar su falta de seguridad, o porque así le daba salida al toque artístico que él creía tener. En la mano derecha una cartera que decía “Pagas o la cagas” y en la izquierda; una guadaña.
Al principio los trabajos que salían eran más bien de poca monta y lograba cobrar casi todos, ya que a nadie le gusta tener a la muerte esperando todo el día a la puerta de casa, o del trabajo. En más de una ocasión lo tiraron por las escaleras, pero el no desistía, era inquebrantable, y volvía. Una y otra vez volvía.
Pensando mejorar el negocio, desempolvó su viejo cassete al que puso un único tema musical el “Réquiem de Mozart” y así reforzó su sistema de dar el coñazo al moroso de turno. A partir de entonces, sus esperas las acompañaba de dicho Réquiem, siempre el mismo... una y otra vez, hasta el infinito. Y así lograba desequilibrar los nervios de aquellos que no podían evitar escuchar la música que Agapito ponía a todo trapo para joder. Naturalmente esto a él no le afectaba en absoluto pues tenía buen cuidado de tapar sus oídos con unas bolitas de cera por lo que se aislaba de su murga adecuadamente. Con la nueva idea tuvo bastante éxito, pero también tenía más percances físicos de los deseados y más de una vez tuvieron que atenderle en plena calle los del SAMUR.
Con el tiempo la cosa fue empeorando paulatinamente, pero él siempre seguía fiel a sus principios Una noche volvía a la pensión después de una larga e infructuosa jornada de trabajo cuando al cruzar un paso de peatones una camioneta se le echó encima. Esta vez podemos decir que tuvo suerte, pues al caer al suelo se encogió y siendo un hombre tan pequeño el vehículo le pasó por encima sin rozarle. Apenas repuesto del susto se levantó como pudo y con los dedos hizo una inequívoca señal al conductor, este al ver por el espejo retrovisor que la muerte estaba viva, metió la marcha atrás e intentó arrollarle de nuevo. Agapito intuyendo la intención, dio un salto de felino y cayó rodando a un lado de la calle, el de la camioneta al ver la maniobra, volvió a enfilar hacia su objetivo, esta vez no había escapatoria, estaba contra la pared, así que cuando de nuevo el vehículo arremetió contra él, cogió carrerilla y usando la guadaña a modo de pértiga, saltó por los aires aterrizando en la parte posterior de la camioneta.
Esta se paró unos metros más allá. Un hombretón bajó de la misma y comenzó a buscar debajo de las ruedas, miró al otro lado de la calle, no había ni rastro del muerto.
“Bueno, ya me he librado de él- pensó - seguro que todavía está corriendo ese desgracíao. Ahora soy yo el que va ha cobrar el trabajito, este ya no vuelve a tocar los cojones a mi jefe”
Subió a la cabina y desapareció en la oscuridad.
Mientras, nuestro hombre había tomado una decisión, agarrar al toro por los cuernos. Cogió un ladrillo de los que llenaban la camioneta y lo estrelló contra el cristal que le separaba del conductor, este saltó en mil pedazos cayendo una lluvia de cristales sobre el chofer, quien para cuando consiguió frenar tenía una guadaña apuntándole al cogote.
_ No te muevas o te ensarto como a un caracol. ¿Quién eres, por que me persigues?
_ ¡Ah! Pero... ¿No eres un muerto, cabrón?. Pues tendré que asegurarme de que seas lo que eres, por 500 euros yo hago lo que sea, hijo de puta.
_ ¿De modo que te pagan por quitarme de en medio? ¡No te muevas! Tío, no seas gilipollas, podemos llegar a un entendimiento. Yo te doy 600 por dejarme en paz y si aceptas, te hago socio de mi empresa, estoy ampliando y necesito gente como tú. Si quieres vamos al 50 por ciento ¿Hace?
El hombretón se quedó unos momentos indeciso, hizo cuentas mentalmente y contestó
_ Hace.
La muerte se coló por la ventanilla de la cabina y cerraron el trato con un apretón de manos.
_ Mañana te quiero a primera hora en el despacho de tu jefe - ordenó Agapito- le cobras los 500 euros, le dices que estoy en la U.V.I. y cuando los tengas te marchas, yo estaré esperando en la escalera. Luego entramos juntos a ver a ese cabrón y cobramos lo mío. ¿Hace una cerveza?
_ Hace.
_ ¿Te acuerdas de Casablanca? -dijo Agapito que presumía de cinéfilo-
El hombretón le miró de reojo con cara de no entender nada.
_ Vale tío, ya veo que no estás muy puesto, olvídalo. ¿Sabes? Con tu fuerza y mi cerebro juntos “Esto puede ser el comienzo de una larga amistad.”
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¡Campeones! ¡Campeones!¡ Olé, olé, olé. Lupita en este no mato a nadie, nó , no soy una asesina en potencia...Creo...Nos vemos el 21. Me gustó la foto de los gnmos.MARISA
ResponderEliminarMuchos besos. Nos vemos.
ResponderEliminarLupita
GENIA, GRUMPY. CUANDO ABRAN SUCURSAL EN ARGENTINA DE "LA MUERTE" ME ANOTO. ME ENCANTÓ EL REQUIEM PARA CREAR AMBIENTE.
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