Algunos lloran tanto que no pueden concentrar la vista. Cortar cebolla no es fácil y conlleva algunos riesgos.
Juan, para este menester, tenía varios trucos. Su madre le había dicho que era infalible colocarse en la cabeza, a modo de casquete, el borde superior de la cebolla y su tía le enseñó una coletilla que debía recitar mientras cortaba.
Él lo hacía siempre, hasta que decidió que María subiese a cenar a casa. Pensó que ella se reiría y pasó de parafernalias. Pero… sucumbió a los efluvios.
La chica, al verle llorar, lo tuvo claro; para su cumpleaños... unas gafas de buzo.
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