Pareja joven que se casa después de varios años de noviazgo, con el consentimiento de sus progenitores y con la casa casi completamente amueblada, gracias a los múltiples regalos de la lista de El Corte Inglés.
Como en todas las bodas, no faltan horrorosos regalos que pasan a hacer bulto en el trastero una media de diez años (Antes, nadie se atreve a deshacerse de ellos)
Uno de los espantos atesorados por esta pareja joven, son dos lámparas de mesita de estilo dieciochesco, muy recargadas y de pésimo gusto que ha comprado la madre del novio, considerando que es el mejor regalo que ha podido recibir la pareja.
Los recién casados tiene gustos muy sobrios en decoración, las lámparas de las mesitas les ponen de mal humor nada más entrar en el dormitorio. Las esconden en el armario por si hay que rescatarlas rápidamente. Los dos son grandes lectores y echan en falta una buena luz para leer antes de dormir, así que un día compran dos lámparas sencillas pero muy buenas para el fin que han sido diseñadas.
Un domingo se encuentran dormitando en el sofá después de comer y recuperándose de la resaca del día anterior cuando suena el telefonillo –“¿Quién podrá ser a estas horas?”-, la mujer se levanta, descuelga el telefonillo y la cara de su suegra aparece en la pantallita a la vez que se oye: “¡Sorpresa!”, con cara de pánico aprieta el botón, cuelga y echa a correr al dormitorio mientras chilla a su marido: “¡Tus padres, tus padres!”, él hace amago de levantarse sobresaltado -¡Las lámparas!-Pero se da cuenta a tiempo de que ella se encarga y sigue sentado plácidamente.
La mujer corre al dormitorio, abre el armario, saca las lámparas horrorosas, cierra el armario, guarda bajo la cama las lámparas nuevas y coloca sobre las mesitas el regalo de su suegra, echa a correr hacia la puerta, oye el ascensor abriéndose, se mira en el espejo de la entrada para asegurarse de cómo lleva el pelo, suena el timbre, cuenta uno, dos, tres y abre la puerta- “¡Qué sorpresa!”
La suegra le saluda efusivamente: “Hija, qué guapa estás siempre” y, mientras la mujer saluda al suegro, piensa en lo que está engordando desde que se casó.
El marido también se asoma y saluda, “¡Ay, hijo, como se te echa de menos!, pero qué bien te veo”. La suegra realmente lo ve muy delgado -A saber lo que come-
“Enseñadnos, enseñadnos la casa, a ver cómo ha quedado todo”, “Qué coqueto el salón, aunque esas cortinas tan modernas le desmerecen un poco”, “El baño muy sobrio, ¿No?”, “ Mira Paco, qué bien han quedado las lámparas de las mesitas”, dice la señora mientras se acerca a una de ellas y aprieta el interruptor...
Todos se quedan de piedra viendo cómo se iluminan los bajos de la cama.
Ja-Ja-Ja...Mala!!!¡Eres mala!Hacer ese feo a los suegros!!!Mejor una tacita de té con alguna extraña sustancia para azucararlo...Así se termina con la posibilidad de otro regalo horroroso...Grumpy
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