Era una noche fría, húmeda y ventosa, cuando él, abotonándose el abrigo sobre su cuerpo consumido y alzando el cuello por encima de sus orejas, se paró junto a la farola que iluminaba el portal de ella.
Miró su reloj. Ya no podía tardar mucho, media hora a lo sumo. Aún tenía tiempo. Le entregaría el manuscrito y, quizás, la estrecharía entre sus brazos por última vez.
¡No podía hacer otra cosa!
Sin embargo, tres años atrás, encontrándose también nuestro protagonista al borde de la muerte, nadie hubiera previsto, o siquiera imaginado, un desenlace como el que aquí les narro.
—Roberto, ya tenemos donante. Tu riñón ya está de camino.
—Gracias, doctor— dijo Roberto sin poder contener las lágrimas.
—Todo saldrá bien, no te preocupes.
—Sus palabras me suenan a música celestial, doctor, nunca se me olvidarán— esbozó una amplia sonrisa mientras se abrazaba a su mujer y a sus dos hijos.
Todo fue bien, al menos al principio. Pero lo que comenzó como una terapia benefactora, siguiendo los consejos del doctor, a los pocos meses se había convertido en una pesadilla horrible que se iba adueñando de él. El diario en el que contar sus “sensaciones cotidianas tras el trasplante” se estaba convirtiendo en una inabarcable novela de más de mil páginas. Un febril impulso procedente de sus entrañas le obligaba a escribir sin descanso durante las 24 horas del día.
Y cayó gravemente enfermo. Y su familia, como si de un acto exorcista se tratara, quemó todos sus escritos. Y el paciente, no sin complicaciones, se recuperó. Y una felicidad rutinaria volvió a planear sobre ese hogar… ¡Breve espejismo!
Roberto se había convertido en un extraño. Parecía rehén de una fuerza diabólica que no sólo le obligaba a escribir frenéticamente sino que le había cambiado por completo: ahora era huraño e irascible; bebía, se drogaba (según su mujer) y frecuentaba los ambientes más perdularios de Barcelona; obligó violentamente al doctor que le operó, a que le revelara el nombre de su donante -todavía tiene pendiente la causa por ello-; y como epílogo anunciado, tras protagonizar varios actos de maltrato con sus subsecuentes arrepentimientos, se marchó (o le forzaron a irse, vaya usted a saber) de casa. Nuestro protagonista, como en el tango, cuesta abajo en la rodada.
La Fortuna, caprichosa, le sonrió tiempo después. Tras malvivir con los premios que obtuvo en los certámenes literarios de cuarta división a los que se presentó, un buen día, la principal editorial española le propuso lanzar al mercado una de sus premiadas novelas cortas. El éxito más que arrollador fue milagroso: crítica y público de acuerdo, dinero y más dinero, fama, reconocimiento, prestigio internacional, un maestro que venía a revolucionar el mundo de las letras con su primera obra… apenas un apunte de la gran novela río que según su autor ya tenía manuscrita.
Dos frustrados intentos de suicidio, la publicación de su segunda novela –“Juegos de guerra salvajes”, obra maestra para una crítica unánime- y, según la revista literaria Plany al mar, la escabrosa relación sentimental que mantenía con la última amante del escritor, recientemente desaparecido, Roberto Bolaño, dejaban el campo abonado al marketing editorial para convertir a nuestro personaje, Roberto Bañolls, en el escritor maldito, vivo, del siglo XXI. Es ocioso decir que así lo hicieron.
Este narrador no les va a cansar ni un segundo más con todo este culebrón literario-mercantil que, no sólo conocen, sino del que probablemente estén ya un poco hastiados. Sí que les tengo que insistir en la psicología del personaje, cada vez más compleja, y quizás nuestro único hilo conductor, si bien débil, para explicar los fatales acontecimientos que desembocan en el trágico final de una historia que, de no ser real, parecería más propia de un cuento literario –malo- pergeñado en uno de los innumerables talleres de escritura que proliferan por toda la geografía hispana.
Parece obvio que el desdoblamiento de personalidad del Sr. Bañols –diría cualquier psicólogo- es inducido al conocer el nombre de su donante, el Sr. Bolaño. Pero, nuestro sagaz lector, ya habrá notado que nuestro protagonista comienza a escribir compulsivamente (ciertamente con el mismo frenesí que parece ser impulsaba a Roberto Bolaño) antes de conocer ese dato y, por otro lado, queridos lectores, he de poner en su conocimiento que D. Roberto Bañolls García, antes de la operación era un simple administrativo en una compañía de seguros, conservador y católico a sus horas, felizmente casado, buen padre de familia y con una bagaje de lector tan relevante que en las reuniones con sus amigos tenía a gala manifestar que entre los pocos libros que había leído en su vida los dos que más le habían impresionado eran “los pilares de la tierra” y otro de Isabel Allende cuyo título no recordaba. ¡Incluso un psicólogo argentino tendría muchas dificultades para encajar aceptablemente este retrato con lo hasta aquí narrado! Más difícil todavía, fuera de razonamientos paranormales –valga el oxímoron-, ¿por qué la obsesión y la relación con la amante de Roberto Bolaño? ¿Por qué la aguantaba a pesar de que ella no disimulaba su desprecio por él y menos aún su interés crematístico? ¿Por qué tras un meandro anímico, antes o después (esto no lo sabe ni este narrador) de intentar cortarse el hígado con una inofensiva navajita, volvía a su antiguo hogar, dónde también el interés apenas ocultaba el desprecio?
Sea como fuere, sintiendo su fin cercano, Roberto, impelido esa noche fría por la personalidad Bolañesca estaba esperando a Laura para hacerle entrega del manuscrito de su novela “Doblemente diabólica”, un pseudotratado sobre el mal en estado puro. Absorto como estaba no oyó a la mujer que le decía “así que el libro existe realmente” un instante antes de asestarle la mortal puñalada.
Me gusta tu cuento. Es complejo y existencialista, como es mi gusto últimamente. El único "pero" que le pondría es que creo que Roberto Bolaño no tuvo una "última amante". Es un detalle totalmente irrelevante, no le quita valor a la historia. Esto lo digo, no sé si es coincidencia, después de ver este finde un fantástico reportaje sobre Bolaño en La 2 de TVE. Os recomiendo que lo veáis, expone muy bien cómo lucho este tio por su pasión por escribir, acorralado como estaba por situaciones vitales muy complicadas.
ResponderEliminarhttp://www.rtve.es/alacarta/todos/abecedario/I.html#908584
Después de tu dato sobre la amante de Bolaño, me encaja todo perfectamente. ;-)
ResponderEliminarJose
Bueno, ya lo he leído, como no se gran cosa de "Bolaño" no me meto a decir "Esto o aquello". Para mí es un estupendo relato fantastico sobre alguien que es poseído por "su trasplante". (Nieves Herrero acaba de publicar un libro sobre esto). y lo cierto es que me gusta. No se porque la amante le asesina ¿Quizas no era buen amante???? A saber...MARISA
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