29 mar 2011

“Sin perdón”

Me miró entre sorprendido, e incrédulo. Entonces, antes de que se derrumbara, me acerque a su oído. ¿Me reconoces? El trató de decir algo, pero una bocanada de sangre le ahogó la voz. ¿Te acuerdas de mi dinosaurio? Soy Jonathan, el hijo de María. Esto es por lo que le hiciste a mi madre y a mi peluche ¡cabrón! Y le disparé de nuevo a quemarropa. Le dejé allí tirado y corriendo llegué a la calle 53 donde me esperaban dos colegas con el coche en marcha. Salimos disparados, y enseguida, nos perdíamos entre la maraña de trafico que se dirigía hacia Brooklyn. Después de varios años por fin había hecho realidad la promesa que me hice a mi mismo siendo un niño.
Todavía recuerdo aquellas felices semanas que habíamos pasado con mis abuelos en Cali. El novio de mi madre nos había pagado el viaje, los amigos y vecinos nos encargaron pequeñas cosas que se echan en falta cuando no estás en tu país, café, tabaco... Mi madre compró todos los pedidos puntualmente. Unos días antes de nuestro regreso a Nueva York vino a visitarnos un hermano del novio de mamá. Me trajo un dinosaurio verde de peluche, enseguida me enamore del muñeco y a partir de entonces dormía conmigo diariamente. Él fue mi consuelo a la hora del regreso al país que no sentía mío en absoluto y a él le contaba mis penas noche tras noche hasta que me dormía, le hice mi mejor amigo. Hacía más de dos semanas que estábamos de vuelta en el diminuto apartamento. La noche que llegó el novio de mi madre yo ya estaba durmiendo abrazado a mi peluche. Me desperté sobresaltado, alguien me había arrebatado el dinosaurio. Me tiré de la cama, en la cocina había luz y se oían voces. Allí vi a Mario, con unas enormes tijeras en la mano, estaba abriendo en canal a mi amigo. Di un grito y me abalancé sobre él, quise alcanzar a mi dinosaurio, pero me lo impidió lanzándome airadamente contra el suelo, me levanté y le patee las espinillas, entonces me cogió del cuello y empezó a apretar, mi madre se tiró a él y le arañó la cara, pero siguió apretando más y más, perdí el conocimiento. Cuando desperté en el hospital, el dinosaurio, estaba allí, a mi lado, le habían mal cosido el abdomen. Mi madre también estaba allí, me miraba con preocupación, tenía una pierna escayolada y estaba sentada en una silla de ruedas. A Mario no le había vuelto a ver desde aquella noche.

7 comentarios:

  1. Este relato es para el jueves, si no lo leemos, pues aquí esta.No se que ha pasado pero el titulo estaba en su sitio y tambien los . y aparte, toqué algo para centrar el escrito...y la j... Marisa

    ResponderEliminar
  2. Bien Marisa. Celos, trauma superado con la venganza; la madre del protagonista ¿seguirá viva? Pero el dinosaurio estaba cuando despertó, aunque mal cosido.
    Es un misterio lo del blog, porque a veces no nos hace caso.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Ja, ja... Lo q puede dar de si una frase. Muy original, Marisa y con muerto para no perder la costumbre.
    A ver si se me ocurre algo de aquí al jueves.
    BSS

    ResponderEliminar
  4. Marisa, me ha encantado, Sobre todo la agilidad para narrarlo. Desde el principio se dispara la acción. Muy cinematográfico. El mío, que lo leeré el jueves, es más de temática fantástica, pero no acaba bien.

    ResponderEliminar
  5. Bueno, una vez más me sorprendes con esa agilidad y con esa fantasía que te caracteriza a la hora de contar historias.Buenísimo.
    Por mi parte, espero que te parezcan bien los arreglillos y la foto que he colocado. Bsss

    ResponderEliminar
  6. Gracias a todos por vuestros comentarios. En especial a Lupe, mi arregladora "oficial", Ya sabía que tu lo solucionarias . Me gusta la foto. Marisa

    ResponderEliminar
  7. Marisa, felicidades por la etiqueta. Ahora podrás presentar los cuentos que desees. También puedes utilizar la etiqueta "pestaña informativa", para informar sobre tus futuros proyectos.

    ResponderEliminar