22 dic 2010
CARTA
(Dios, no sé cómo empezar,
la página en blanco, como siempre,
terrible).
Hace más de 30 años que no os escribo.
(No, así no, parece que me estoy confesando.
Además, ya sabéis que hace más de 30 años).
Compromisos personales me obligan a hacer esto;
de verdad que no tengo nada contra nadie,
creedme,
simplemente, no me gusta.
Todavía me acuerdo,
los esquís:
nunca llegaron.
Aquellos capullos, con sus esquís
y sus chicas.
Ahora sé, hace mucho que lo sé,
más de 30 años,
que no os lo puedo reprochar a vosotros.
Tampoco a nadie; la verdad es que mejor,
nunca me ha gustado esquiar,
pero las chicas sí
joder.
Mejor la bici de carreras, sin duda.
Nunca ha habido nada mejor,
gracias.
Y aquí estamos.
¿qué os pido?
¿paz entre judios y palestinos?
(o entre moros y cristianos)
¿créditos para las pequeñas y medianas empresas?
(o para las empresas del IBEX 35)
¿crecimiento económico para Africa que acabe de una vez con el hambre de esa pobre gente?
(o más ONGs de gente pija)
¿ayudas públicas a los bancos para que nos saquen de ésta?
(o para talleres de escritura)
¿un Mac para escribir cartas a los Reyes Magos y unos relatitos de vez en cuando?
(o,..., no, no hay alternativa).
Si he de ser honesto, no sé para qué,
lo de pedirlo, me refiero,
porque sé que es
imposible.
Querríais, pero
no podéis.
Bueno, traedme un libro,
de relatos de Chejov.
Mola.
Corbata estampada no, por favor,
os juro que la devuelvo.
Ahora, eso sí.
Tal y como estamos,
sea cual sea el culpable,
maldita sea su estampa,
cuando todos, prácticamente todos,
ya que alguno siempre se libra,
nos enfrentamos a
reducciones drásticas de presupuestos,
drásticas, muy drásticas,
a hacer
"más con menos",
en esta locura,
no quiero nada, de verdad,
cero
si eso supone
quitárselo a otro.
No
lo
podría
soportar.
21 dic 2010
VIVO
Casi lo llegué a dudar, pero pudimos salir de allí.
El desaliño de nuestras ropas y nuestros pelos, la tersura del dolor insufrible de nuestros dedos,
la pestilencia del espacio regular de aquella cueva, la obesidad mórbida de la negrura abyecta de nos rodeaba,
y acomplejaba.
Ni las heladas estalactitas que como puñales pendían sobre nuestras cabezas,
nada de ello
fue óbice
para creerlo.
Al contrario,
el recuerdo más claro del momento más olvidado de nuestra infancia más lejana y feliz, junto con otros mil millones de recuerdos,
las conjeturas de un insólito futuro en el que nada de lo hecho se repetirá jamás,
el tictac del reloj suizo que, como dice el manual, soporta la condiciones más difíciles y adversas,
(doy fe de ello),
mi creencia de que todos ellos, en la espera, se dormían.
Todo ello nos ayudó a conseguirlo, a que finalmente pudiéramos,
cada uno
a su manera,
volar.
“El espejo mágico”
—Sí, ya veo lo que quieres decir, tendré que estar ojo avizor. ¡Pero tú me avisas! Que para eso pagué una pasta al anticuario por ti. En cuanto sepas de otra más guapa yo me largo a la Buchinger y me hago un arreglito. La larala, la, la ,la, la ,larala, la...
— ¡Jó, Má! ¡Ya estás con el puto espejo en la mano! Todo el día igual. ¿A qué no has hecho la cena? Seguro que te has pasado todo el día en el gimnasio, en los masajes y poniéndote esos potingues para la celulitis y las arrugas y luego con los peelings de los cojones.
— ¡Calla! Que tienes una lengua. Ni que fueras un político. Las niñas adolescentes educadas como yo he intentado educarte, no hablan así. Sí, no hice la cena. ¿Y qué?
—Pues eso, que cuando venga el viejo se va a armar. Así que, yo me largo a la cama. See you later aligator...
—Eso, eso, lárgate, deslenguada, que todavía tengo que ponerme la mascarilla y no puedo hacer gestos que me irriten y tú me estas fastidiando.
— ¿Has visto espejito que borde está la niña?
—Borde, borde, no sé, pero guapa, se está poniendo a rabiar, lo que te dije antes, de un momento para otro las chicas florecen y esta ya es más bella que tú y tiene un cuerpo que...
— ¡Maldito espejo! ¡Mientes! ¡Al contenedor de los cristales rotos contigo! ¡Ya eres historia!
__________________________
—Sonia, cariño, ¿Puedo entrar en tu habitación? ¿Sí? Mira lo que te traigo, una manzana riquísima para cenar, ya sabes que las manzanas son muy sanas y además no engordan y tú te estás poniendo un poquito fondona últimamente y tengo que mirar por ti.
—Vale Má, ahora lárgate, que estoy ocupada con mis cosas, cierra la puerta. Adiós.
—Oye, Gonzalo, soy Sonia. ¿Tú me podrías hacer un análisis de alimentos en el laboratorio? Es una manzana, ya te contaré... Bien, hasta mañana. Adiós.
—Se va a enterar esta. “Que te comas la manzanita”. ¿La cretina pensará que me quiero suicidar? La voy a meter un paquete por intento de asesinato y la destruiré. ¡A la mierda con mi madrastra!
20 dic 2010
Mi Carta a Los Reyes
Queridos Reyes Magos:
Como cada año, me dirijo a Sus Majestades con el propósito en primer lugar de felicitarles la Navidad y más concretamente con la esperanza de llevar a buen término una reclamación por daños y perjuicios por la tremenda confusión que tuvieron el año pasado y es que cuando dije que necesitaba bastantes cosillas, me sorprendió encontrarme varias cajas de rosquillas.
Superado el asombro inicial, decidí desarrollar su potencial mañanero, moja que te moja en el café, que normalmente tomaba a palo seco antes de irme a trabajar. Sin embargo al poco, resolví cambiar de taza por una más amplia, ya que se me acababa demasiado pronto y me dejaba a medio goce.
Un par de semanas de dicho ritual, bastaron para comenzar a notar que la cremallera de mis pantalones ya no subía con la misma alegría. De manera que para evitar remordimientos que impidiesen mi coqueteo con lo extrasensorial de mi nuevo trance y acabase de manera trágica, entré en fase de negación. Evitaba cualquier encuentro con los espejos, especialmente de cuerpo entero y al cuadrado si era sin ropa. Opté por desterrar al altillo de mi armario todo aquello que marcase más de dos michelines seguidos, a continuación me planté una camisa bien amplia y posteriormente me calcé unas mallas que al fin me permitieron dejar de contener la respiración. Viva el elastán!
Como las jornadas se me antojaban realmente largas entre desayuno y desayuno, instauré con gran criterio las meriendas los fines de semana y fiestas de guardar.
A Finales de Junio me convencí de que tampoco tenía tanta importancia no llegar a verse la puntita de los pies, las embarazadas estaban en ese estado 9 meses y se las veía muy felices. Por entonces yo era capaz de jugar a Introducir el dedo índice por el agujero de tan sublime pasta y conseguir darle al menos dos vueltas de mordisquitos a toda la circunferencia antes de que se partiese por algún lado.
No fueron muchas, no voy a mentir, eran mis joyas de la corona y no las iba a compartir con cualquiera. Pero a alguna reunión de las nuestras sí que las llevé y me lo agradecieron de lo lindo ¿Eh?. Aún recuerdo las caras de felicidad de los Zarigüeyos disfrutando de ellas entre tortillas, salmorejos, tomateras, quiches, Riberas, Riojas, Tequilas y algún que otro monstruo.
A Mediados de Noviembre apareció en mi buzón un panfleto publicitario de una clínica de cirugía estética, caído como del mismísimo cielo. Lo miraba, lo miraba y lo miraba, me miraba luego a mí y lo volvía a mirar. Sin lugar a dudas yo era la foto del “antes”, me podía reconocer aún sin verme la cara por el buche colgajoso, con sus alforzas y todo.
-¡Se acabó! Voy a ponerle solución de una vez por todas_ gritaba histérica por el pasillo mientras iba a buscar la cartilla del banco_ pero la muy cobarde se me echó a temblar y es que no hay derecho a que una tenga sus ilusiones y vengan unos señores de Oriente por muy Reyes sean y te pongan la vida del revés.
Así que visto que fue una negligencia suya y ha quedado sobradamente probado. Quisiera que me facilitasen los medios oportunos para poder someterme a una intervención quirúrgica de liposucción.
Bueno y una cosa no quita a otra, que para todo hay tiempo, así que entre que pasan las Navidades, las comidas de trabajo, las cenas con los amigos y se restablece la normalidad, no estaría mal si me pudiesen mandar otra caja de ROSQUILLITAS. ¿No?
Sinceramente Suya
Raquel
17 dic 2010
CARTA A LOS REYES MAGOS DE ORIENTE
Este año quiero pediros unas gotas de pócima para aprender a disfrutar,
a disfrutar de la vida:
Gozar de un buen libro,
de mis intentos de escribir,
de los relatos que acaban en la basura,
de lo que finalmente leo en las tertulias literarias a mis pacientes compañeros;
paladear una buena comida, ,
apreciar un buen vino,
deleitarme con el olor a café en casa de mi abuela;
Conversar con mis amigos,
Aprender a escuchar,
beneficiarme de lo que me digan;
Explotar mi lado más sexy,
recrearme en pasar el día en pijama frente a la chimenea;
Reírme de los cambios de humor de los hijos adolescentes,
contemplar los juegos de los más pequeños, admirar la sonrisa de mi abuela;
Exprimir el tiempo cuando me hace falta,
regocijarme en no hacer nada durante horas;
Aprovechar para compartir lo que otros pueden necesitar,
disfrutar de algunas cosas, sólo para mí;
Notar como el frío me mantiene activa,
disfrutar del sol en la cara,
de la vista de la lluvia desde la ventana;
Divertirme con mis amigos de toda la vida,
gozar conociendo gente nueva,
escuchando las vivencias de mi abuela;
Exprimir cada minuto de mi tiempo,
contemplar un paisaje durante horas, apenas sin pestañear;
Aprender a dibujar,
a esculpir,
a cocinar;
Disfrutar pensando que algún día poseeré la paz de la que disfruta mi abuela.
Aprovecho también para pedir que lleves unas gotas bien envasadas a todos mis amigos y familiares.
Espero que os sea leve el trabajo maratoniano que realizáis estos días y que disfrutéis de un tranquilo 2011. Hasta dentro de un año, un saludo
Ingrid
CAMBIOS
pero contenta
Cómo cuestan los cambios
y qué bien sientan
Todo circula
Nada es perpetuo
La tranquilidad y la apatía
de la estabilidad
El recelo y los nervios
ante lo novedoso
Todo fluye
Nada es permanente
Qué es la vida
sino un descubrimiento
Qué son los cambios
sino energía
Todo continúa
Nada es persistente
Caminemos hacia delante,
no miremos hacia atrás
Muy probablemente
seremos recompensados
Todo discurre
Nada es perdurable
Estoy atemorizada
Pero satisfecha
Cómo cuestan las mudanzas
Y cuánto convienen
Carta a los Reyes Magos
16 dic 2010
Dios como espejismo
14 dic 2010
“AMADO MÍO”
Siempre quise conocerle a él, a: “El Coco”. Sí, así se le llamaba, con el articulo incluido y pegadito al nombre, nunca fue Coco a secas, jamás.
Cuando yo era chiquita la frase más repetida en boca de nuestras madres era; “Que viene El Coco si no te duermes enseguida” o “si te portas mal seguro que te lleva con él”, otras veces “como tires de las trenzas a tu hermanita se lo diré a El Coco” y así sucesivamente por casi cualquier motivo. Siempre había un rosario de cosas malas (nunca especificadas) que podían acontecer en caso de que este ser no tuviera más remedio que visitarnos y su venida estaba condicionada al comportamiento díscolo del posible anfitrión.
De niña, estas amenazas siempre me dejaron más bien fría, por dos razones: La primera porque nunca fui miedosa, la segunda porque era una cría buena tirando a tonta, con lo cual, la posible aparición del “Ente”estaba bastante lejos de ocurrir. Por otro lado era una niña curiosa y con bastante fantasía lo que me predispuso a obviar la amenaza, así que comencé a incubar el deseo de encontrarme con él para conocerle de tú a tú y para lograrlo empecé a cometer pequeñas travesuras día si día no. Pero pasaba el tiempo y lo único que conseguía es que mi madre me castigara semana tras semana sin comprarme “El guerrero del antifaz” el cómic, (llamado antes t.b.o.) más querido de mi niñez, y esto si que me producía temor e inquietud por lo que llegué a la conclusión que no compensaba en absoluto el ser mala a tiempo parcial y decidí volver a ser “niña buena”; por interés y porque no daba más de sí. En aquella época también había otros seres, misteriosos e invisibles, los cuales eran tan intrínsicamente malos, como “El Coco” y que nos jodían la vida pues siempre estaban dispuestos a aparecer cuando menos nos interesaba. Creo que se dedicaban a la caza de niños desobedientes, no sé si para comérselos o para tenerlos como ayudantes en su diario malévolo quehacer. ¡Quien sabe! Sus nombres eran: “El hombre del saco” y “El sacamantecas”.Tampoco tuve la oportunidad de conocerlos, pero nunca me importó, no tenían ningún interés para mí, estos eran más bien tipos secundarios, nada que ver con mi personaje favorito, al que imaginaba de muchas formas y al que en algún momento de mi anodina niñez atribuía hazañas y aventuras sin límite. Y de lo que estaba segura es que vivía en algún lugar atractivo e inquietante y desde luego no debajo de la cama o en el viejo armario de la abuela.
Fui creciendo y para mí “El Coco” empezó a ser alguien interesante, pícaro y ligón, con su puntito de “malo canalla” que tanto nos pone a las mujeres y que les da un morbo difícil de explicar. Y le seguí buscando y sí, encontré a algún que otro tipo con estas o parecidas características, pero ninguno daba la talla, todos se quedaban a la altura del betún en cuanto entraba en comparaciones con “El Coco” de mis anhelos.
Han pasado un montón de años y aún le busco y las cualidades o defectos (según se mire) que ahora le atribuyo y exijo han ido cambiando, pero mi deseada criatura sigue sin aparecer. Hasta hace unos días... ¡Oh, milagro! Tropiezo con un antiguo relato de Stephen King en el que el protagonista es “El Coco”.
—Ahora sí, ¡Por fin lo tengo!— Lo grito a los cuatro vientos.
Y leo deprisa, con avidez pero. .¿Quién es este? No, no puede ser Él, este vulgar ser de aspecto ridículo con olor a algas podridas, esta criatura de cartón piedra de película muda con bajo presupuesto no tiene nada que ver con “El Coco” de mis sueños. Aunque al menos, me prueba que existe.
Un tanto desilusionada termino de leer el cuento, y presa del cansancio por tantos años de búsqueda infructuosa intento olvidar definitivamente a mi héroe. Pero no, todavía puede que haya alguna esperanza... Y me pongo un ejemplo: Bin Laden: ¿Alguien lo ha visto? No. ¿Existe? Si ¿Es malo malísimo? Si. Esta prueba del nueve me reconforta y enseguida me repongo. No, no me doy por vencida y sigo, seguiré buscando al héroe de mi niñez... For Ever. Lo prometo.
reunión académica-gastronómica
RICO, RICO...EL POSTRE
LOS ESCRITORES
El abrazo
13 dic 2010
AXIOMÁTICO
12 dic 2010
A mi madre
Bajo las sábanas aguamarina
Arropándote el sol que no abrasa
Dejando tu estela por la casa
Has querido marcharte matutina
Cansada y doblada por el dolor
Te fuiste de esta vida adormecida
Tardaste mucho en darte por vencida
Abrazada a tu manto de valor
Ajena y apartada de lo malo
Los últimos años de tu existir
Viviste protegida por un halo
Hermana y sobrinos te recordarán
A solas, llorará papá tu falta
Hijos y nietos no te olvidarán.
11 dic 2010
Cómics que hicieron época
10 dic 2010
45 y el Asesino Anónimo (dedicado a todos los Anónimos y, en especial, a quienes no lo son)
-Haz honor a tu nombre (si lo es, claro)
“Los Magos de Oriente”
—Es relativo a la entrega de regalos en Madrid, España. Este año no va a ser posible llevarla a cabo.
— ¿Qué? ¿Qué dice usted? No diga tonterías— Balbuceó Baltasar emergiendo de entre una montaña de cartas.
—Calla Baltasar, deja que se explique— Dijo Melchor
—Pues eso, que no va a suceder. Los camelleros se niegan a ir allí. Dicen que el año pasado tuvieron muchos problemas con la entrega de juguetes, por lo de las obras que parece nunca terminan en las calles de Madrid. Dicen que se juegan el tipo con tanto agujero y que no están dispuestos a que ninguno de sus camellos termine con alguna pata rota, en fin, que no les compensa el riesgo con la mísera paga que les dan ustedes.
Gaspar había dejado resbalar sus gafas hasta la punta de la nariz y soltando la carta que leía dijo:
—Señor camellero, parece olvidar que nosotros somos magos y esas cosas no pueden afectarnos.
—Mire majestad. Ustedes serán todo lo magos que quieran, no lo voy a discutir, pero hay cosas que ni con toda la magia del mundo se arreglan. Nosotros somos los que hacemos el trabajo duro mientras ustedes son los que se llevan los honores y parabienes y para nuestra desgracia no somos mágicos en absoluto, es una noche de locos, en una ciudad con un tráfico terrible y todavía con calles sin terminar de arreglar, que si una zanja para la fibra óptica, que si otra para el gas... Majestades ¡Aquello no se termina nunca!
Melchor volvió a levantar la mano indicando al camellero que parara su verborrea creciente.
—Vamos, vamos, un poco de tranquilidad, no creo que sea para tanto. Ya sabemos que siempre están en obras allí, pero no será tan mala la cosa como para no poder hacer nuestro trabajo. ¿Verdad jefe camellero?
—Majestad, ya he dicho que es imposible. Ayer mis compañeros camelleros se reunieron en asamblea y decidieron no trabajar allí. No quieren poner en peligro la integridad de los camellos con un más que posible accidente, que por otra parte no les cubre el seguro que sus majestades les hacen, que se ha quedado anticuado y sirve para poco. Ellos y yo mismo, no podemos vivir currando una vez al año, y si no fuera por el trabajo que tenemos en las Islas Canarias paseando a turistas durante el resto del año, hace tiempo que estaríamos todos en un circo. Por esto y puesto que vivimos del otro trabajo, no pondremos en peligro nuestros camellos dando vueltas por Madrid.
Un silencio denso, que se podía cortar, invadió la jaima.
Melchor miró a sus compañeros que atónitos asistían a aquel insólito aviso de huelga. Gaspar había perdido su maravilloso color azabache que había pasado a un enfermizo tono ceniza. Y Baltasar se había quedado con la boca abierta de par en par como congelado y en su aparente falta de vida recordaba más que nunca la clásica figura de un Belén tradicional.
Melchor conteniendo a duras penas su enfado, señaló la puerta de la tienda al jefe camellero indicándole que se marchara. El hombre se inclinó y sin darles la espalda llegó al tapiz que cubría la entrada lo levantó y se perdió en la estrellada noche.
Los tres magos sin apenas dar crédito a lo que acababa de suceder se miraron unos a otros angustiados. La crisis había estallado.
— ¿Y ahora qué? — dijo Melchor —No podemos dejar a los niños sin juguetes.
—Pues que lo arregle el que ha organizado este follón, que creo es un tal Gallardón.
Melchor y Gaspar miraron con gesto de reprobación a su compañero ya que se tenían prohibido hacer pareados bajo ninguna circunstancia.
—Baltasar no digas sandeces. Hay que buscar soluciones. ¿Alguna idea?
—Si se trata de dinero, podríamos darles una prima extra por peligrosidad.
—No, imposible, ya andamos un poco cortos con tanto pedido— dijo Gaspar —Y tú Baltasar, ¿qué propones?
—Yo no sé qué decir, pues diga lo que diga, parece que siempre meto la pata.Y me gustaría recordaros que os advertí de que no era buena idea hacer a los camelleros autónomos.
—Sí, es cierto pero piensa que no podíamos sostener una plantilla de trabajadores tan grande todo el año para cubrir una sola noche. Ahora ellos hacen sus chapuzas y nosotros nos hemos librado de la bancarrota. Estaba pensando...estaba pensando...
(Gaspar tenía buenas ideas, pero era muy lento)
— ¡Venga suéltalo ya!— gritaron los otros magos.
—Pensaba que podemos llamar a Papá Noel para que nos eche una mano.
— ¡Anda ya! Que mano nos va a echar ese gordo que se está quedando con nuestro mercado, solo falta que se lo regalemos— Refunfuñó Baltasar.
— ¿De qué modo nos puede ayudar?— preguntó Melchor.
—Fácil. Le pediremos que nos lleve por el aire, él no toca el pavimento, y es el dueño de sus renos que le son fieles.
—Genial, genial, hay que contactar con él. Me debe un favor y es hora de cobrarlo. Por suerte su trabajo no coincide en el día con el nuestro. Le enviaremos una carta con uno de nuestros halcones enseguida.
— ¡Pues si hay que votarlo conmigo no contar! Es un tipo ridículo y lleno de colesterol. Menudo ejemplo para los niños...y no hablemos de su vestimenta hortera y lo peor es que cada año nos va ganando terreno, cada vez hay más hombrecitos rojos por todas partes y ya hasta los padres se visten como él y ya casi nadie como nosot...¿Pero dónde estáis? ¿No me oís…?
Baltasar se había quedado solo hablando, entonces se asomó a la entrada de la tienda y buscó a sus compañeros, las estrellas iluminaban la enigmática noche del desierto, y una especialmente hermosa, se había parado encima de la tienda donde guardaban a los halcones. Justo en ese momento los dos magos entraban a la carrera en la jaima y, solo unos segundos después, el halcón preferido de Gaspar, con un manuscrito anudado a su cuello, emprendía el vuelo rumbo a Finlandia.
Carta a los Magos de Oriente
No quiero empezar esta carta con el típico “Queridos Reyes Magos”, no. Quereros no sé si os quiero mucho, pero reconozco que cada seis de enero, cuando me levanto, miro a mi alrededor y veo que todos estamos bien, me alegro enormemente.
Y es que, parece mentira la cantidad de cosas desagradables que me han sucedido en las fechas en que soléis pasar por aquí. Seguramente vosotros no os acordareis, pero en esta carta me apetece refrescaros la memoria.
Con solo doce años os pedí un EXIN-Castillos y ¿con qué me encontré al levantarme? Con mi primera regla. Por lo cual, supe que ya debía dejar de ser la pequeña que jugaba con muñecas y tuve que dar un salto más allá.
La pubertad se pasó sin pena ni gloria y sin regalos de Reyes. “Si no se cree no hay regalos” decían mis padres.
La juventud sin embargo pasó con más gloria que pena, exceptuando aquella ocasión en la que, coincidiendo con vuestra llegada, se malogró el embarazo que con tanto entusiasmo habíamos planificado. A partir de entonces temía la proximidad del seis de Enero.
La llegada de mis hijos me hizo recuperar la confianza en vosotros y nuevamente, os empecé a escribir. Pero, cual no sería mi sorpresa cuando, en vísperas del día de sus majestades, volvió a suceder. Aunque esta vez fuisteis sumamente crueles y os cebasteis con mi pequeño. Nunca podré olvidar su carita delante de vosotros en la habitación de hospital. Estaba tan malito…
Bueno, pero como la vida pasa y las cosas pasan porque tienen que pasar, yo erre que erre, os sigo escribiendo. Cada cinco de Enero sueño con que atendáis mi carta y paséis de largo dejándonos como estamos.
Lupita