14 dic 2010

“AMADO MÍO”


Siempre quise conocerle a él, a: “El Coco”. Sí, así se le llamaba, con el articulo incluido y pegadito al nombre, nunca fue Coco a secas, jamás.
Cuando yo era chiquita la frase más repetida en boca de nuestras madres era; “Que viene El Coco si no te duermes enseguida” o “si te portas mal seguro que te lleva con él”, otras veces “como tires de las trenzas a tu hermanita se lo diré a El Coco” y así sucesivamente por casi cualquier motivo. Siempre había un rosario de cosas malas (nunca especificadas) que podían acontecer en caso de que este ser no tuviera más remedio que visitarnos y su venida estaba condicionada al comportamiento díscolo del posible anfitrión.
De niña, estas amenazas siempre me dejaron más bien fría, por dos razones: La primera porque nunca fui miedosa, la segunda porque era una cría buena tirando a tonta, con lo cual, la posible aparición del “Ente”estaba bastante lejos de ocurrir. Por otro lado era una niña curiosa y con bastante fantasía lo que me predispuso a obviar la amenaza, así que comencé a incubar el deseo de encontrarme con él para conocerle de tú a tú y para lograrlo empecé a cometer pequeñas travesuras día si día no. Pero pasaba el tiempo y lo único que conseguía es que mi madre me castigara semana tras semana sin comprarme “El guerrero del antifaz” el cómic, (llamado antes t.b.o.) más querido de mi niñez, y esto si que me producía temor e inquietud por lo que llegué a la conclusión que no compensaba en absoluto el ser mala a tiempo parcial y decidí volver a ser “niña buena”; por interés y porque no daba más de sí. En aquella época también había otros seres, misteriosos e invisibles, los cuales eran tan intrínsicamente malos, como “El Coco” y que nos jodían la vida pues siempre estaban dispuestos a aparecer cuando menos nos interesaba. Creo que se dedicaban a la caza de niños desobedientes, no sé si para comérselos o para tenerlos como ayudantes en su diario malévolo quehacer. ¡Quien sabe! Sus nombres eran: “El hombre del saco” y “El sacamantecas”.Tampoco tuve la oportunidad de conocerlos, pero nunca me importó, no tenían ningún interés para mí, estos eran más bien tipos secundarios, nada que ver con mi personaje favorito, al que imaginaba de muchas formas y al que en algún momento de mi anodina niñez atribuía hazañas y aventuras sin límite. Y de lo que estaba segura es que vivía en algún lugar atractivo e inquietante y desde luego no debajo de la cama o en el viejo armario de la abuela.
Fui creciendo y para mí “El Coco” empezó a ser alguien interesante, pícaro y ligón, con su puntito de “malo canalla” que tanto nos pone a las mujeres y que les da un morbo difícil de explicar. Y le seguí buscando y sí, encontré a algún que otro tipo con estas o parecidas características, pero ninguno daba la talla, todos se quedaban a la altura del betún en cuanto entraba en comparaciones con “El Coco” de mis anhelos.
Han pasado un montón de años y aún le busco y las cualidades o defectos (según se mire) que ahora le atribuyo y exijo han ido cambiando, pero mi deseada criatura sigue sin aparecer. Hasta hace unos días... ¡Oh, milagro! Tropiezo con un antiguo relato de Stephen King en el que el protagonista es “El Coco”.
—Ahora sí, ¡Por fin lo tengo!— Lo grito a los cuatro vientos.
Y leo deprisa, con avidez pero. .¿Quién es este? No, no puede ser Él, este vulgar ser de aspecto ridículo con olor a algas podridas, esta criatura de cartón piedra de película muda con bajo presupuesto no tiene nada que ver con “El Coco” de mis sueños. Aunque al menos, me prueba que existe.
Un tanto desilusionada termino de leer el cuento, y presa del cansancio por tantos años de búsqueda infructuosa intento olvidar definitivamente a mi héroe. Pero no, todavía puede que haya alguna esperanza... Y me pongo un ejemplo: Bin Laden: ¿Alguien lo ha visto? No. ¿Existe? Si ¿Es malo malísimo? Si. Esta prueba del nueve me reconforta y enseguida me repongo. No, no me doy por vencida y sigo, seguiré buscando al héroe de mi niñez... For Ever. Lo prometo.

2 comentarios:

  1. Ja, ja...Ya apuntabas maneras desde pequeña. A mí "El coco" tampoco me impuso mucho....Ya de mayor he conocido a alguno q me ha encantado.

    Con mis hijas he sido benévola: Si se portaban mal, se iban al "Lloradero" y allí se quedaban hasta que se hartaban de llorar.

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  2. Aunque con un poquito de retraso, ya tienes foto y música en este estupendo escrito.

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