—Recuerda a papá que baje la tapa del ataúd— Estas fueron sus últimas palabras.
Siempre fue muy presumida, no quería que la viesen con esa cara.
Conocida como madre y esposa ejemplar, antes de morir dio instrucciones concretas para que no se dieran misas por su alma. También dejó pagada una comida en un buen restaurante y a los postres, todos quisimos honrar su memoria con unas palabras. Los discursos se vieron alterados con la llegada de un apuesto joven que se instaló en medio del grupo diciendo:
—Así que sois su familia. Sus hijos, su marido… ¡Vaya, vaya! Encantado. Yo soy su amante.
¡Bravo por la finada!¡Eso si que es una sorpresa!Marisa.
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