El pasado jueves 24 de Junio, un pequeño grupo de alumnos de los talleres de poesía y de creación literaria que dirige Óscar Curieses, fuimos a pasar el día a Segovia. La idea era visitar la casa-museo de Antonio Machado, pero en realidad, la excusa era salir huyendo de esta maldita ciudad y volver a reencontrarnos con una urbe, que no por ser mucho más pequeña, tiene menos que contarnos. Segovia rebosa cultura por todas partes, desde el imperio romano a nuestros días, pasando por todas las etapas más representativas de la historia de España.
El viaje lo hicimos en tren. "IMPRESIONANTE" treinta minutos desde Chamartín a la estación del AVE que está a las afueras de Segovia. Tardamos más en el autobús que nos llevó al centro de la ciudad que en el recorrido desde Madrid. ¿Por qué fuimos en tren? Por evocar las excursiones de antaño y por homenajear a Don Antonio, que fue el creador de esta preciosa frase "Estos días azules y este sol de la infancia"
La casa es una antigua pensión en la que vivió los años que estuvo en Segovia. Se conserva prácticamente intacta. Contiene fotos y recuerdos del poeta su habitación intacta y algunos enseres personales. Una visita entrañable. Después, homenaje culinario. No podía faltar un buen cochinillo asado, para chuparse los dedos. Al caer la tarde y bajo una amenazante tormenta, que no llegó a pillarnos de pleno, vuelta a la gran ciudad. Último vistazo a la cadena montañosa que dibuja la silueta de la mujer muerta y que se distingue perfecta desde la estación.
Por tanto y para quien, como yo, no supiera de la existencia de esta casa y del vínculo del poeta con Segovia, visita muy pero que muy recomendable. Un bonito reencuentro con Segovia, con su historia, su cultura, su arquitectura…
buena crónica. Jose
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