La cena se enfriaba en la mesa y aunque era una simple tortilla de patatas, Ana lamentaba que no estuviese caliente cuando Juan llegara.
Las dos, las tres, las cuatro… Otra noche más se iba a la cama con el nudo en el estómago por no saber si habría cenado y cuándo y cómo llegaría.
A las siete, cuando los primeros rayos del sol entraban por la ventana, sonó el teléfono. Urgentemente al hospital. El drama se había producido.
Después la rueda de preguntas y los consentimientos. Más tarde, la soledad de una madre que no quiere vivir. A continuación, para otro ser humano, una vida nueva.
Si así es a veces.... Estás hecha una currante...¿Has terminado el del tren?
ResponderEliminarUn abrazo
... y "cuándo" y "cómo" llegaría ...
ResponderEliminarGracias. En cuanto pueda, lo arreglo.
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