12 jun 2010

Crónica sobre la lectura del pasado día 11/6/2010 en la Feria del libro de Madrid


El pasado viernes 11 de Junio de 2010, tuvimos un encuentro cultural en la Feria del Libro de Madrid con otros compañeros y compañeras de los talleres de poesía, que también dirige Óscar Curieses, en otras bibliotecas públicas.
Se lo ha currado un montón y cuando nos recibió a la entrada del pabellón, noté que estaba muy nervioso.
¿Por qué?_ le pregunté.
Me contestó que le producía más tensión la presentación de escritos de sus alumnos que la de sus propios temas. Necesitaba saber que todo saldría bien y que la gente respondería al esfuerzo realizado, tanto por la organización como por los autores.
Y así fue.
Todo resultó perfecto. El escenario era ideal, el ambiente íntimo, recogido y los lectores, estupendos.
Primero hizo Óscar una pequeña introducción y expuso que se trataba de escritos realizados por alumnos de tres talleres diferentes, dos de poesía y un tercer taller de creación literaria que se había centrado en el relato corto. Dijo que los talleres de poesía llevaban funcionando varios años y que el de relatos, este había sido el primero (esos éramos nosotros, biblioteca Gloria Fuertes)
Pidió que sobre todo centrásemos nuestra atención en la poesía, no porque fuese más importante, sino porque necesita otra concentración para apreciarla.
Primero leyeron sus poemas dos compañeras de la biblioteca de Valdebernardo, a continuación, nuestro querido Jaime, leyó nuestros microrrelatos y por último otras dos compañeras de otra biblioteca (que no recuerdo cual era) también leyeron sus poesias
A mí, particularmente, me hizo muchísima ilusión oír nuestros cuentos en boca de Jaime y en ese ambiente. Además, creo que gustaron bastante. ¡Eran muy buenos…!
Ojalá tengamos más oportunidades de este tipo y sobre todo, ojalá que no perdamos la ilusión de compartir, con todo el mundo, nuestras fantasías.
Gracias y que las musas nos acompañen.




Vuelta y vuelta
Juan fijó la vista al frente, el ritmo del gentío hacía imposible caminar con parsimonia. Cada tarde recorría la Gran Vía de vuelta a su casa con la esperanza de toparse de nuevo con los ojos de Magdalena, esos que se despidieron sin lágrimas ni rencor.
Cada tarde se arrepentía de haberlos dejado marchar y los buscaba entre los transeúntes con los que se cruzaba, en la misma calle que la abandonó.
Cada tarde pensaba que mañana la encontraría.
Llevaba treinta años buscándola.
Huida
Estás angustiado, tu cara te delata.
Te sudan las manos, te agitas en tu asiento, solo la vista a toda velocidad desde el tren te relaja.
En la fila delantera aquellas chicas escandalosas llaman al revisor:
_ ¿Nos hace una foto, por favor?
Miras hacia allí y el flash te hiere. Fastidiado, observas como se apean corriendo.
Cuando el tren recupera toda su velocidad, te quedas petrificado. ¡Dios mío, has salido en la foto!
Te pillarán, seguro.
Te levantas, absorto recorres el pasillo, abres la puerta, miras ciego el veloz paisaje y saltas.
Lunático
No me creo esa historia de “la chica que una mañana cogió la luna y la guardó en su bolso”, porque yo, ya la tenía antes para mí.
La tenía para mí, para mí y para mis amigos.
La agarraba a patadas calle abajo y ella siempre ahí, en silencio, condescendiente, tan tonta, siempre asistiendo cumplida a mis citas todas las noches.
La odio porque es la manera de no sentirme, en mis noches, tan insignificante al lado de ella y temo me domine; y se quiera ir con otro.
Siento, estoy seguro, que en las noches alguien más, como yo, se pone a pensar en ella.
Deseo asesinarla y que sea yo, el último que la pueda ver.
La noche inevitablemente pasó y ella se había marchado a las antípodas, con otro.
Fidelidad
Cada día seguía yendo a buscarle a la estación del pueblo. Los trenes se sucedían unos a otros, pero él no llegaba. Pasaron meses, años y continuaba acudiendo incansable a su cita diaria. Hubo cambio de siglo, pero el tiempo de ella seguía congelado.
Un día no pudo encontrar la estación, buscó la puerta que llevaba al andén, el banco donde se sentaba… solo halló un montón de ruinas. Entonces supo que estaba atrapada en un mundo que ya no le correspondía, que él nunca volvería allí.
Decidió buscarle en otro nivel.
Y se diluyó…
Reencuentro
Amanece, la calle está desierta, están regando la calzada y las aceras; suenan los cierres de los bares más madrugadores, hacia donde algunos borrachos intentan acercarse.
Juan y Magdalena, lloran abrazados, sentados en un banco, frente al cine Capitol.
No saben cómo han llegado a la Gran Vía. Se encontraron, la noche anterior en el tren que los traía a Madrid, pero no recuerdan dónde está su equipaje y porqué están sentados allí.
Desde el cine, Alguien con ojos compasivos, les observa.
El fumador
El Cielo y el Infierno conversaban mientras tomaban una cerveza en un chiringuito de la playa.
_ Mírame – dijo el cielo- soy todo luz y bienaventuranza, un estado que no anhela nada más. Los que viven en mi reino gozan de una paz libre de comparaciones.
El infierno respondió:
_ Mi reino está en todas partes, soy el rey del fuego y de las aguas turbulentas, El miedo, la angustia y el dolor son mis venenos.
Un hombre fumaba tranquilamente en la mesa contigua, después de escucharlos pensó:
“Ambos son este humo que aspiro y exhalo. Cuando penetra en mí, quema mis entrañas, me llena los pulmones de nicotina, me hace toser violentamente y temo morir. Pero este mismo humo tranquiliza mi espíritu, sosiega mi mente y en estos momentos no aspiro a nada más”.
La decisión
Elena acaba de ducharse y mientras se seca, se mira al espejo. Sus ojos se detienen en su pecho mutilado y no puede evitar las lágrimas. Un pensamiento terrible cruza por su mente.
Suena el teléfono. Piensa que es mejor no cogerlo. Sabe que es la llamada que Carlos le hace cada mañana para intentar animarla.
Sale de casa y se dirige a la playa. El día está nublado y el mar huele a algas y a sal.
Se va adentrando en el agua, poco a poco. Mientras piensa: “¡Pobre Carlos!”… “Pronto aprenderá a olvidarme”
Deja que su vestido flote, que su cuerpo flote también.
Siente que una enorme paz la va invadiendo…
Reciclaje
Prisionero de su esfera, el tic tac dejó de sonar. Su sueño: ser carillón del reloj de la Torre,
Servir a Marta de despertador siempre le pareció poco. Ella, sin embargo, añoraba su odioso soniquete matutino.
Cuando el relojero dijo que se olvidase, lo depositó en el desván, junto al cuco que habían traído sus abuelos de Suiza.
Al cerrarse la puerta, en la oscuridad de la habitación, Don Cuco dijo a Don Despertador:
_ ¡Echaba de menos la compañía de un colega!
Don Despertador le miró de reojo y pensó: “Bueno, no es el reloj de la Torre, pero por algo se empieza.”
Las Cucarachas de la T4
¡Imbéciles! Pretenden escapar. No se dan cuenta que tú manejas sus vidas. Si no te fueran útiles prescindirías de ellas.
De nuevo tienes esa sensación de control, como cuando reinabas en el laboratorio de biología, o al volver a casa, cuando tu pequeño esperaba despierto para escuchar tus fantásticos cuentos. ¡Como adorabas el brillo de sus ojos embelesados!
Un nuevo trago de vino, Marta, y te sentirás dispuesta a recuperar tu vida.
Pero ya casi son las seis y el personal de limpieza del aeropuerto comienza sus funciones; debes recoger con rapidez y encerrar las cucarachas en el tarro de mermelada.


2 comentarios:

  1. Seguro que todo ha ido muy bien. Lamento mucho no haber podido estar presente.
    Espero que podamos seguir en contacto
    Un abrazo
    jose

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  2. Mis felicitaciones a todos, pero en especial a:
    Óscar como "profe" y promotor; a Lupita por su bien hacer, motivándonos y coordinando todo perfectamente; y en especial a Jaime que gracias a su su bonita voz algo nuestro permanecerá siempre en El Retiro.
    Gracias

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