Fue entonces cuando tomé la decisión más importante de mi vida. Marius me había traicionado y lo iba a pagar.
Tenía mis dudas de que la policía y más tarde un juez, pudiera demostrar su culpabilidad y aunque así fuera le acusarían de robo y poco más. Por eso me propuse dar la vuelta al problema. Contraté a un prestigioso abogado para que mi “querido marido” saliera cuanto antes del atolladero. Esto nos llevó unos cuantos meses y por supuesto fingir por ambas partes nuestro amor.
Al principio me costó trabajo, pero pronto mi lado práctico me dijo que era mejor aparcar mi odio hasta que llegara el momento y mientras tanto, como yo me podía permitir todo tipo de caprichos y Marius era uno de ellos ¡Y lo tenía más que pagado! me convencí a mi misma que debía disfrutar de él.
En el mismo día en que supimos que quedaba fuera del circulo de sospechosos y por tanto podíamos viajar, le propuse ir a Méjico a relajarnos de las tensiones vividas.
-Cariño-le dije- Quiero que conozcas ese maravilloso país. Te gustará. Yo guardo un recuerdo muy positivo de cuando pasé varios meses allí, rodando la película “Cattle Anne y little Briches”, con mi primer marido. Te llevaré a Durango y a los peculiares lugares donde rodábamos. Luego si quieres daremos un salto a Los Estados Unidos ¿Qué te parece?.
Ni que decir tiene que accedió.
A la semana siguiente aterrizábamos en Méjico distrito federal y una vez pasados diez días visitando la capital y alrededores nos fuimos a Durango, en el Norte del país.
Gratos recuerdos vinieron a mi memoria cuando pisamos tierra en el aeropuerto. Habían pasado muchos años desde que estuve allí, entonces recién casada. Donde conocí y trabaje con Burt Lancaster, tan serio, tan señor, siempre el primero en maquillaje, siempre con una palabra amable en la boca y las chicas, entonces principiantes, Amanda Plunmer y Diane Lane, ahora grandes estrellas...Y tantos y tantos otros...
Durango había crecido, había cambiado de aspecto, pero seguía siendo un pueblo en muchas cosas.
Dejé a Marius en la piscina del hotel descansando y le dije que me perdonara por unas horas. Tenía que reencontrarme con mi pasado.
No fue difícil localizar a Cañoncito. En Durango todo el mundo lo conoce, cuando menos de oídas. Todos recuerdan la anécdota que le encumbró a la fama. Entonces era un chaval y en una de las primeras películas norte americanas que rodaron allí, tenía la misión de guardar y proteger un cañón que se había construido para aquel rodaje. El lugar donde lo guardaban estaba en las montañas y cuando lo requerían lo llevaban a la localización que fuere y más tarde se lo devolvían a Cañoncito. Un día se terminó de rodar la película y todo el mundo regresó a casa . Todos menos Cañoncito. Se olvidaron de él. Pero Cañoncito tenía una misión: Guardar el Cañon (de aquí su alias) y siguió al pie del mismo durante meses y meses. Al final corrió el rumor de lo que pasaba y tuvo que venir en persona el productor que en su momento lo contrató para comunicarle que ya había terminado su misión. Fue solo entonces cuando Cañoncito dejó las montañas y regresó al pueblo. Y ya nunca le faltó trabajo en las películas que se rodaban en Durango.
Me alegró mucho verle de nuevo. El apenas me recordaba, pero le encantó que le buscara. Y juntos hablamos horas y horas de los viejos tiempos.
Más tarde le pregunté si sabía donde encontrar algo de hierba.
-No, no es difícil, conseguir marihuana aquí - Dijo Cañoncito - Nunca lo ha sido, ya lo sabes. ¿Tú fumas?
-No, es para mi marido. Y ¿algo de cocaína?
-Eso es más fuerte, pero también es fácil. Te daré una dirección.
Cañoncito me puso en contacto con “Ellos”. Un taxi me llevó a la dirección en los suburbios de Durango. No tuve que dar explicaciones. Puse un montón de dólares encima de la desvencijada mesa y quedamos de acuerdo en un lugar de las afueras y a una hora determinada.
Cuando llegué al hotel Marius seguía tumbado al sol y ya andaba por su tercera o cuarta margarita.
Le conté lo agradable que había sido volver a ver a Cañoncito.
-¿Sabes Marius?. Me ha dado una dirección para conseguir cocaína buena y barata. Mañana nos la pueden conseguir. ¿Qué te parece?
-Bieeen - contestó Marius- Eres un sol. Nos daremos una fiesta tu y yo solitos en nuestra suite. ¿Dónde hay que ir?.
Y Marius fué a la dirección indicada a la hora indicada. Yo tenía una gran jaqueca y no pude acompañarle por suerte para mí. El pobre Marius se vió envuelto en un tiroteo entre traficantes y nunca regresó al hotel.
Ahora estoy en Punta Cana y trato de reconducir mi vida. A fin de cuentas no es tan malo quedarse viuda.
Lupe Tus desos son ordenes. Aquí está la segunda parte. MARISA
ResponderEliminarOtra cosa.¿Se podría encontrar un par de zapatos mas sofisticados?Recuerda que los del relato son de Milan...¿Los cambias?. Este mensaje es para Lupe.GRUMPY
ResponderEliminarHecho.
ResponderEliminarTe pasaré la factura...
Besos.