27 may 2011

DESTINO PREVENIDO

“¡Cuidado!” fue la primera exclamación que escuché de mi pareja, poco antes de intentar cruzar la calle, hasta que me empujaron hacia atrás. Me salvé de que un autobús, demoledor y desquiciado, me atropellara. Así, conocí a mi mujer.
Después de cuatro o cinco años como novios, ella me confesó que sabía que iba a encontrarme. Estaba destinada a mí, y yo a ella. Si me hubiera atropellado el vehículo de transporte de pasajeros, es posible que mi futuro con ella, se hubiera truncado. Años después de cumplir los votos matrimoniales, todo lo que me vaticinó ella, bajo su control, se había cumplido.
Nuestros negocios prosperaban: ella, con su consulta de videncia, y leyendo el Tarot, o viendo el futuro de las demás personas entre las brumas de la bola de cristal. También vio mis infidelidades; pero no se tomó la revancha, porque sabía que eran aventuras pasajeras. Nos reconciliábamos con sexo, y eso, a pesar de que yo estaba muy harto de conocer el futuro.
-¿Porqué tiene que ser todo tan calculado, cariño?-le preguntaba.
-No quiero perderte-respondía.
-Me vas a perder igual, como sigas diciéndome lo que tengo que hacer.
Detrás de estas palabras, sólo recibía silencio.
Por otra parte, no era gracioso. Me informaba de lo que me iba a suceder con claridad meridiana, pero me hastiaba el hecho de pensar que nada sucedía al azar. De manera que me fui a mi despacho bastante molesto. Como un androide, los proyectos de ese día fueron aceptados. Mi mujer proveía y disponía, y yo sólo era el instrumento de sus vaticinios.
Es posible que yo no tuviera control sobre mi Destino; pero que te aconsejaran todos los días sobre los obstáculos que te encontrarías en tu empresa y en la vida, para mí, se había convertido en una pesadilla. Además, no teníamos hijos, porque la absorbían sus poderes ocultos. A mi mujer vidente le obsesionaba que, el hecho de ser madre, le desaparecieran sus dotes de médium y vidente. Hecho que decidí darlo por absurdo y que la excusa le eximía de responsabilidades futuras.
Tuve que utilizar las herramientas de la matemática, para confundirla, y hacer todo lo contrario, con pequeñas modificaciones en sus profecías; ella me avisó de que podría sufrir pequeños accidentes, que causarían problemas de percepción en sus vaticinios. Y que, esta vez, sí, podía morir, o arruinarme.
-Es un riesgo que hay que correr-respondí.
Nuevo silencio; pero escuché su llanto de niña que, por primera vez, me conmovió. Esa noche triple ración de sexo hasta el amanecer. ¡Ups! Se me olvidó ponerme el preservativo, a pesar del llanto y los gemidos de placer, no lo tuvo en cuenta, o lo dejó pasar.
Tenemos un hijo, y las cosas no van tan mal como ella creía. Sus poderes han disminuido, y procura no aconsejarme demasiado. Sólo cuando pregunto, o tengo mis dudas. Pero algo me dice que está esperando que me atropelle un autobús, porque no puede ver todas las variantes como lo llevaba a cabo con anterioridad. Sospecho que tiene un amante, por venganza, o sencillamente, me odia con ese odio ciego de ciertos ocultistas, por hacerse con el poder.

SEÑORA, LO VEO MUY MALAMENTE


¿Por qué insistirían mis padres para que estudiase tanto? ¡Qué poca visión de futuro, Por Dios! Yo si alguna vez tengo un hijo, le mandaré a que se familiarice con el retrete. Sí, porque tú quieres haces una consulta sobre tus derechos, le pegas una patada a las páginas amarillas y tienes cincuenta de abogados que están deseando verte hoy mismo. Por el contrario, se te estropea el inodoro y hale, encuentra a un ñapas que no te deje sin trono hasta la semana que viene.

¡Cuidado! Que el mío viene haciéndome un favor ¿Eh? Porque soy compañera de trabajo del cuñado de los que hicieron la reforma general en la casa de mis vecinos de abajo. Que si no tengo ese enchufe, todavía puedo estar esperando ¡Uy! Si son las seis y media y dijo que vendría a las cinco. Desde luego…..Los fontaneros, electricistas y chapuzas saben que te tienen cogida por los circuitos.

Por cierto ¿Por qué van todos vestidos de azul? ¿Es que no les venden el mono de otro color? No sé, rojo que es más alegre. Si te viene una cuadrilla a casa es más fácil identificarles, e incluso nombrarles. Usted, el de amarillo no me deje el martillo en la escalera que se me raya. A ver el de verde ¿Cuánto hace que no lava lo que hay dentro del traje?

En fin, que yo cuando encontré a mi ecuatoriano fui feliz, tan dispuesto….Tardaba más de la cuenta y al final me cobraba al redondeo, pero le llamaba al móvil y siempre me lo cogía. Hasta que pensó que habíamos creado los vínculos necesarios entre brocha de pintura y cable de halógeno para pedirme que actuase de aval en la compra de su casa. Jolín, pues igual le sentó mal que le dijese que no, porque todavía estoy esperando a que venga a montarme los radiadores.

24 may 2011

Asuntos Pombianos



¡Hola, Zarigüeyos! Os traigo otro libro que acabo de terminar, por lo menos, su lectura. “Pombo” de Ramón Gómez de la Serna. En el prólogo, de Andrés Trapiello, declara que De la Serna es un escritor para escritores. Se le nota bastante porque De la Serna siempre lo ha dejado claro.
En esta obra, que es una amalgama de todos sus escritos (porque escribió un centenar de obras, que aún no han visto la luz, y carece de Obras Completas), tanto los referidos a Pombo, el Café donde se reunían los vanguardistas, tan odiados por los de la Generación del 98, como los Novísimos de aquella época.
En realidad, todos los escritos generados por el autor, tratan del Café; de lo que se oye, o piensa o que lo deforma el mismo autor. Incluso describe a Valle Inclán, del que es un seguidor, pero que el propio Valle no llegó a aparecer, por parecerle, estas reuniones, insulsas, y demasiado para jóvenes. El único que aguantó fue Azorín, al que homenajea un par de veces, y luego, no se sabe más del mismo.
Es posible que Pombo fuera la excusa para escribir, para tener algo que decir, y que tuvo como competencia al propio Cansinos-Assens, al que De la Serna describe como judío, por su nariz y su ascendencia, y no se queda corto en su ironía. Pero la competitividad de Cansinos-Assens no disgustó a De la Serna; pero se dedicó a atacarlo, hasta que Pombo desapareció.
Lo mejor de la obra es la descripción de personas y caracteres y, a lo sumo, de todos los personajes que pasan por allí. Desde la casada con su amante, hasta de la prostituta por vocación que espera un coche (de caballos) en la calle, o la viejecita que va al Café a tomar su chocolate con tropezones. Merece la pena porque se advierte que De la Serna era un gran observador, al estilo periodístico, y anunciando nuevas noticias de Pombo.
Inolvidable como De la Serna, describe el interior del Café, al que bautiza, como hace siempre, como “La Sagrada Cripta de Pombo”. En fin, una obra para no perdérsela, por lo curioso.
También, contiene los dos viajes que hizo a Portugal, y su regreso a Madrid. Muy literario todo, muy pombiano, como dice.

Signatura: N GOM pom

Cuento, en Culturamas

Hola amigos:

Me he encontrado con una web interesante. Es Culturamas. Tiene un apartado dedicado al cuento, el género que nosotros practicamos en el Taller. Incluye entrevistas con escritores de cuentos, consejos, reseñas de libros, y cuentos diversos que pueden servir de guía y aprendizaje para escritores en ciernes como nosotros.

El link es         http://www.culturamas.es/blog/category/cuento/

A lo mejor os gusta.

Hasta pronto

23 may 2011

Código rojo. Espero instrucciones.

        A quien lea este mensaje. No sé quién eres, pero mis instrucciones dicen que eres mi contacto. Tampoco sé qué detalles conoces de la misión, y supongo que no me creerías desde cuándo te mando esto, tampoco estoy autorizado a decirlo. Lo que hice nunca se hubiera entendido y tuve que huir. No encontraron dónde, por lo que decidieron cuándo. Estoy bien, sé que hice lo correcto, porque sé cómo son ahora las cosas, en este tiempo ya nadie se acuerda de aquello, y todo es mejor. Sin embargo, algo ha ocurrido que me obliga a ponerme en contacto contigo, porque no sé qué pasará esta vez y hay que actuar con urgencia. Paso a informar de lo sucedido. Daré algunos detalles adicionales que creo que son importantes.  
        Esta mañana he salido a la calle con el afán habitual en estos tiempos, feliz, motivado, cargado con un optimismo socializado que también se ha hecho conmigo, y me encanta. Qué bien os vendría. Además es primavera, los Mayos siguen siendo iguales, la ciudad luce espléndida como queriendo dar relumbrón a esta jornada tan importante. Ya me encuentro bien, mis extraños problemas de sueño acabaron, llevo un par de semanas sin ellos, y me sentía totalmente despierto y animado. Hoy todos tenemos la misión de que todo siga así, a eso iba. 
        Me crucé con Antonio, mi vecino. Es funcionario y es feliz hace tiempo porque ahora trabaja desde casa, como muchos aquí, y eso le permite disfrutar también de su vida personal y familiar, va por su segunda novela y empieza a tener éxito, nada que ver con lo de antes. Me preguntó por Marquitos, mi hijo, el de aquí, el deportista. Le he dicho que muy bien, que sus marcas mejoran día a día y tiene muchas posibilidades de ir al equipo europeo. Desde que los bancos becan a los chicos que despuntan, en lo que sea, el deporte, la música, tienen muy buenas notas, no sé, cualquier cosa útil, la mayoría de los jóvenes de hoy se esfuerzan porque saben que tienen un futuro, que serán algo el día de mañana. Por eso estoy contento con Marquitos, llegará lejos. Y a Pepa, mi mujer, la de aquí, también le ha venido muy bien. Su accidente le provocó una depresión importante, pero la superó sin demasiados problemas, con nuestro apoyo y el comportamiento intachable de las compañías de seguros; con la pensión de la Unión y la privada, aunque ya no puede trabajar prácticamente mantenemos nuestro poder adquisitivo. Debo reconocer que los impuestos ahora sirven para algo. He saludado también a Noelia, que se iba a San Sebastián a visitar a su hijo, Guardia Civil. Me dice que le encanta ir a verlo, no sólo porque él es feliz allí, sino porque se pone morada a pinchos, la ciudad mantiene esa tradición. Pero vuelvo a lo importante. 

21 may 2011

Marcos se separa

_ ¡Joder Marcos! ¿Quieres dejar de moverte? ¡Ni que tuvieras el baile San Vito, coño!
_ Es que... Estoy un poco nervioso, bueno bastante, no sé que hacer y quería...
_ Vale, vale, aquí está tu confesor, pero ¡Por Dios! ¡Cámbiate de sitio! Justo el aire viene en mi dirección y me estoy tragando el humo de tu asqueroso cigarro yo solito ¡Será posible! ¿Cómo es que has vuelto a fumar?
_ Pues de eso es de lo que quería hablarte ¿Te acuerdas lo que me costó dejarlo? Pues he vuelto y... ¿Sabes porqué?
_ Porque eres un estúpido, un autentico cretino, no sé cómo te aguanta tu mujer, una santa, a buenas horas yo...
_ Pues precisamente de eso quería hablarte...
_ Anda , calla, Lo que tienes que hacer es ir al psicólogo.
_ No, sí ya estoy yendo y...
_ Y nada ¿No? ¡Pues hínchate a caramelos, es lo que hago yo, estando chupa que chupa acabas perdiendo el puto deseo. ¿Entiendes?
_ No, si el deseo ya lo tengo perdido, veo a mi mujer y...
_ ¡Pero que coño tiene que ver tu mujer con esto! Entonces, si no tienes el deseo ¿Para que fumas? Con lo mal que te sienta. ¡Si no hay más que verte! Nervioso perdido.
_ Claro Alberto, es que te quería contar una cosa ¡Pero no me dejas!
_ Chico perdona, pero es que te enrollas de un modo acojonante. ¡Oye! ¿Te has dado cuenta de la herida que tienes en la barbilla? ¡Que desastre eres! Seguro que te la has hecho con la navaja de afeitar. ¿Pero es que nunca vas a dejar de afeitarte como tu bisabuelo? A ver, ¿Para que coño están las máquinas de afeitar? ¿Para que coño estamos en el siglo que estamos?
_ No, si lo de la barbilla no fue al afeitarme. Es lo que te quiero decir. Resulta que mi mujer el otro día...
_ Perdona Marcos, no te estaba prestando atención, es que tengo una cita muy importante con dos tetas, que te cagas, y se me está acabando el tiempo, me voy a tener que ir. Pero eso, que te compres una máquina de afeitar, que vas hecho un Cristo ¡Ni que te hubieras peleado con tu mujer! Escucha, ahora mismo hay unas ofertas en el Hipercor tremendas. Te llevas una máquina de afeitar último modelo y te regalan un tiesto y unas tijeras de podar. Es la oferta de la semana. Le regalas el tiesto a tu mujer y quedas como Dios. Que suerte tienes bandido. Vida de casado organizada; camisas planchadas, comida esperándote cada día. Y una mujercita que te quiere. ¡Cuánto te envidio! En cambio yo, ya me ves, siempre de caza, y no creas que todos los días caen piezas como la de hoy. Dale un par de achuchones a Marta de mi parte, y de la tuya ¡lo que sea bandido! No te olvides del tiesto, la oferta es solo estos días.
_ Si, lo que faltaba, darle mas proyectiles a mi mujer. pero lo que yo quería decirte...
_ Perdona chico, no puedo esperar más. Quedamos otro día y ya me cuentas ¿Pagas tú, no?
_ Alberto, no, no te vayas... Alberto, Alberto...

20 may 2011

Recurrir a los recursos

Estoy desde la semana pasada pensando que tengo que ir a clase con algo preparado y que esté bien preparado, no las basuras que llevo habitualmente. Pero llegada la hora, me planto ante el ordenador y no se me ocurre nada ingenioso.
Ayer me preguntaba una amiga por los talleres a los que me había apuntado este año. Ya se lo había dicho anteriormente pero… ¡Lo que es la edad! En fin, sin reprocharle el que no se acordase, le dije que estaba intentando aprender a escribir. ¡Ah! ¿Sigues en el mismo taller del año pasado? Le relaté toda la historia, incluso me recreé contándole que habíamos empezado que luego nos habían suspendido las clases de un día para otro, que las habían vuelto a reanudar y a volver a suspender… Todo el periplo. Pero como a ella lo que le interesaba era saber si tenía una amiga de la que pudiera presumir ante sus otros círculos de amistades por sus cualidades literarias, pues le dije que no, que cada vez lo hacía peor que me costaba un montón ponerme delante del ordenador y que me había vuelto muy exigente conmigo misma. Me sorprendió que se sorprendiera cuando le dije que esto era cuestión de oficio y que para escribir bien hay que escribir mucho. Así, cuando las musas lleguen te encontrarán trabajando.
Pero al lío. Ya estoy aquí, delante de mi pequeño ordenador, que es realmente pequeño, porque los dedos se me van de un espacio a otro y de una letra a otra sin darme cuenta, y es que las teclas son realmente enanas. ¿O será que yo tengo los dedos muy gordos…? Bueno, da igual. Lo que decía, que ya me he preparado como si se tratase de escribir un premio Planeta. Un ambiente íntimo y tranquilo y una buenísima idea en menteA ver ¿Por dónde empiezo? Por el Skaz. El skaz, el skaz... ¡A ver rica! Saca los apuntes y mira a ver que es un skaz. ¡Lo tengo! “Un skaz es una narración en primera persona que trata de reproducir el lenguaje hablado. Es una característica de este recurso literario, el uso de frases cortas o incompletas y sin verbo.” Joder, yo no puedo usar frases incompletas y sin verbo, si no hay verbo no hay acción. Bueno voy a dejar lo del skaz para otro momento. El soliloquio. “El soliloquio es un discurso expresado en solitario y para uno mismo. Tiene que estar bien construido. Hacerlo ante un espejo es un buen recurso para utilizar esta variedad literaria” ¡Vaya! Ahora no tengo tiempo de ponerme ante un espejo y ver que se me ocurre decirme a mí misma. Además cuando el profesor mandó escribir un skaz yo escribí un soliloquio, así que hecho, no voy a repetir
¡Joder! Ya son las seis y aún estoy aquí dándole a la tecla.
El monólogo interior, monólogo interior… Aquí. “El monólogo interior es un discurso sin respuesta sin necesidad de comunicar.” ¡Pues ya está! Este mismo escrito, que en realidad es un resumen de los apuntes que he tomado días pasados en clase y que tenía necesidad de recordar pero no de comunicar, porque todos lo sabrán mejor que yo.
Es la hora. Ya lo dejo. Tengo que salir pitando. Y voy a ser sincera, en realidad ni el ambiente era el más adecuado para escribir tranquila, porque los vecinos de al lado están de obra, ni le he dedicado el tiempo necesario para hacer algo serio... Como siempre, lo dejo todo para el final y ya voy con la hora pegada.

19 may 2011

IRONÍA

¡Tiene gracia! Me mandan escribir un relato, que por lo menos haga esbozar una sonrisa, ¡yo que soy tan sosa! No sé qué puedo contar.
Me iré a Misa, e invocaré a los dioses para que el cura tropiece con las faldas y zas, se caiga. ¿Se reirían los asistentes? Y el cura ¿cuál sería su reacción tirado en el suelo boca abajo y mirando de un lado a otro para asegurarse de que no lo han visto? No, esto no lo haré, me parece una maldad y una falta de respeto.
Hay veces que te sale una sonrisa cuando ves a un anciano que con su frágil mano intenta llevarse la cuchara a la boca sin conseguirlo, esto sería una sonrisa llena de ternura.
También nos reímos cuando nos hacen cosquillas, pero claro, ¡no me voy a poner a hacer cosquillas a los compañeros! No, esto tampoco me sirve.
Este pequeño David de ojos grandes, me lo ha puesto muy difícil.
Si yo fuera capaz de hacer reír, de verdad, sería una ironía.

EL PUENTE VIEJO


Rodrigo había quedado a las 6 en el Puente Viejo. Estaba nervioso, era su primera cita y quería causar buena impresión, al fin había reunido el valor necesario para pedirle a María un encuentro lejos de los demás ojos de la oficina.

Mientras esperaba, lanzó una moneda al aire y al tiempo que se encontraba suspendida en la nada dando vueltas sin cesar, rezó para que el destino le acompañase una vez más y su suerte fuera la que creía que le correspondía.

María salió de la ducha y con la toalla retiró el vaho del espejo para poder observar su rostro. A ella le emocionaba lo inesperado, aquello que no costaba nada y lo valía todo. El tiempo, las palabras que a veces le acunaban, los abrazos (esos que envolvían), los besos y la disponibilidad de las personas (que daban su yo y nunca se agradecía bastante).

Cuando alguien envió aquel email por intranet, algo erizó su curiosidad y decidió mirar por el agujero de la mirilla para saber quién era el que le había escrito aquello, así que decidió acudir a la cita en espera de algún cambio sustancial en su horizonte.

Cada camino recorrido había sido una ilusión ganada para luego haber sido perdida, una parte del sendero con la que había construido vida. Había aprendido que las elecciones al llegar a la bifurcaciones, dependían de la seguridad que tuviese en sí misma y que por tanto jamás lo vería como un error si el resultado final no era el esperado.

Era la hora, veía un hombre a lo lejos. Seguro que era él. El tipo misterioso.

18 may 2011

Condiciones Obreras en la Unión Matinal de Trabajadores




        De nuevo estaban en aquella sala desvencijada, no les daban otra, sus reuniones tenían que ser allí, por lo que a veces parecían clandestinas, o subversivas, lo que no dejaba de ser cierto de algún modo. Ramón siempre se hacía cargo de estas convocatorias, ya se había sentado en la mesa con sus papeles sobados. Decía que era necesario pedir a todos los afiliados un esfuerzo mayor, que se implicaran más porque si no los hijosdeputa de siempre se iban a salir con la suya. Les miraba con un semblante serio, muy trabajado, parecía realmente preocupado. Qué voy a sacar yo de esta panda de alelaos, mírales, como si no les fuera con ellos. Había otro pegado a él, nervioso, que no tardó en dejar claro que él sí, que haría lo que hiciera falta, no faltaba más.
        A lo tonto, por un compromiso absurdo, Paco se había afiliado hace tres años, lo que, a cambio de casi nada, le obligaba a estar presente en este tipo de reuniones, que él odiaba. Subía en el ascensor mirando al techo, llegaba tarde. Me levanté joder me levanté y qué me dijo lo de siempre no recuerdo siempre me ocurre igual cómo es posible igual los niños su madre no su madre no ni los niños joder no repasé con Su las mates que se acuerde dios que se acuerde. Después de mirar a Ramón desde la puerta echó un vistazo general a la sala y la atravesó. Perdonad el retraso. Tuvo que molestar a algunos compañeros ya sentados. Dios mío, qué manera de perder el tiempo, si en vez de tanta cháchara nos pusiéramos a trabajar de verdad, ya verías como la empresa saldría adelante. Buscaba un sitio al fondo de la sala, y se fijó en las últimas sillas, hasta donde le siguió Marcos, su compañero de tajo. A pesar de todo, Paco trataba de colaborar si no le fastidiaban demasiado. Después de tomar asiento miró ansioso el reloj. No era ni siquiera natural, pero se quedó inerte en esa posición, mirándose la muñeca del reloj barato. Por qué que alguien me diga por qué quién dice eso por qué Mouriño qué cabrón ayer por qué eso digo yo por qué Ya la he liao no me acuerdo no sé dónde tengo la cabeza tienes que hacer algo tío Lo tenía claro ya lo había decidido pero otra vez siempre igual Paco te la estás jugando Paco te la estás jugando Y yo aquí y sin acordarme pero ni idea y seguro que me lo ha dicho porque me lo ha dicho que no se me olvidara. Marcos le tocó en el brazo, izó la vista y al ver a todos él también levanto la mano. Algo había que votar, cómo no. Siempre es que desde niño mamá me acuerdo Fran dónde tienes la cabeza te lo he dicho tres veces y como si nada y cuando me dejaba al Raqui atado durante el partido y caía al llegar a casa toda la vida igual joder. De repente, se sobresaltó. Ramón había dado un golpe en la mesa después de ponerse de pie para hacer énfasis en lo que decía, que reaccionaran, que las cosas estaban muy mal, que iban a proponer un plan de recortes a lo bestia y muchos se iban a ir a la puta calle. Ahora era lo que nos faltaba, dijo echando la cabeza hacia atrás. ¿El médico? no el médico fue ayer ella la llevó  es que no me acuerdo ni puta idea soy un auténtico gili­pollas me la estoy jugando y nada que no por qué a uno le vienen siempre los problemas juntos que si en casa que si las matemáticas que si la fábrica dios Cagüenlaputa.
        Su compañero le volvió a tocar el brazo, venga Paco, qué dices, anímate. Que sí, que sí, dijo Paco como un resorte, me parece bien. Ramón, desde el otro lado de la sala, inició un forzado aplauso que todos siguieron como peleles. Así me gusta Paco, que ayudemos, el listo del grupo se va a encargar de preparar el mensaje de la manifestación, como de media hora, algo radical Paco, ya sabes, pero también a los sentimientos, como tú sabes, nos los vamos a llevar de calle, ya lo verás. Con rapidez, no sea que cambiara de opinión, cogió los papeles manidos de la mesa y dio por concluida la reunión, les dijo que la lucha la iban a ganar. Todos se levantaron. Paco se mezcló con los demás buscando la salida, mientras algunos le palmeaban la espalda. Muy bien, Paco, muy bien. Cagüenlaputa cómo es posible si es que soy gilipollas si es que dejadme en paz que me tenéis hasta los cojones y no sé qué va a pasar ya la he cagao que sí que sí que me parece bien seré gilipollas ya verás.

17 may 2011

Soliloquio Absurdo y Descendente


En estos días, llueve como nunca, y las gotas de agua, caen como lágrimas en la lluvia, y tú me preguntas, ¿cómo estás? ¿Cómo estoy? Importa si estoy, ¿o no? Y, ¿para qué me lo pregunto? El silencio del invierno no ha lugar al canto de la primavera, ni del verano; he llegado a mi invierno, y no me queda nada. Alguien. Un Alguien preparó ya la copa envenenada, esta rozó mis labios, y ya me estuve muriendo lentamente. Con una lentitud atroz, sufriente, en dónde no se sabe si este invierno del silencio acabará para siempre. Además, no he visto a las naves más allá de esta galaxia, que se me ha quedado pequeña. ¿Importa eso? Si quiero ser, no me basta. Y si no, la respuesta es la misma. Ya nada me basta. Probé del cáliz, y llegaron las lágrimas amargas de juzgarme por lo que nunca he sido. Hay una teoría: ¿y sí soy yo, en fin, un humano de otra dimensión o universo paralelo, y mi historia es diferente de las otras (las variantes); el mismo ser, pero con distinto informe, y si hubo un cambio caprichoso, o esta amargura no es mía, es de otro? Inútil respuesta porque las hay a millones. Y no sé de que estoy hablando. Depuro el cáliz de la existencia, tal como me bebo el agua de mi amargura. ¿De qué crimen se me acusa? De salvar, tal vez, al moribundo, porque el pobre animal se moría. ¿Y ahora he de morir? ¿Qué delito he cometido? Dudo que nacer, pues me nacieron, y aún me lo pregunto: ¿Porqué? No hay apenas respuesta para ello, y el mundo está plagado de criminales que se lavan las manos. Yo no clavé a nadie en la cruz, ni torturé, y ahora soy el acusado que no tardará en homenajear los laúdes del verdugo. Dejaré de ser, sea. Yo no lo he pedido. Juzgado sin conocerme, sin pruebas, o pruebas paupérrimas, sin base. Estoy condenado, y lo sé. ¿Qué duda cabe? Ya el veneno se aproxima a mi corazón, con punzadas de muerte. ¡Ayúdame, Shakespeare! ¡Socórreme, Esquilo! ¡Ríete, Jenofonte! ¡Cállate, Parménides, que esto no va contigo! ¡Cuidado, Sócrates, que te han visto dándote el lote con Platón! Ya nada me basta. No pido una vida tan larga, pero sí en paz. Pero el verdugo ya me dio la copa, y así lo decidió el Juez (Por cierto, que miserable e hijodealgo, que lo mismo lo hace aquí, que en su casa), y no es la primera vez. Buscaba yo la libertad, y con sus injurias me traen la muerte. ¿De qué se me acusa? De adorar dioses paganos, o de traicionar a un Dios que acapara todos los dioses y significados. O de acaparar todos los significados. O de nada. Y me vuelvo a preguntar: ¿Por qué? Y un desierto me invade. Un desierto de invierno. El invierno no me abandona, Horacio, pero tú vives en la inmortalidad absoluta, y yo soy producto perecedero de mi tiempo, porque un dios pagano, Horacio, nos puso fecha de caducidad.
Me acusan, y no puedo acusar. Me enfrento a seres etéreos e invisibles. No puedo luchar contra aquellos que no veo. Mi ceguera es absoluta. No veo. Avanza el veneno. La sangre se encostrece, endurecida, no me circula. Me falta el aire. Apenas puedo respirar, cráneo de Horacio, pues he probado el veneno, como lo probaste tú. Me sumo en la oscuridad, en la más aletargada y fría. Mira: se aproxima con rumbo fijo. Siento el frío del espacio, y el frío de la nada, y ya no siento nada. Me fundo ahora con la nada, con tu cráneo en mi mano; mas cae tu cráneo, y se rompe en millones de pedazos. ¿Muero en un sueño? ¿Qué diálogo he mantenido con mis huesos, con un espacio que ya no ocupo? ¿Soy un dios pagano, o me la han dado con queso? ¡Albricias, albricias! ¡A mí, la guardia, me han envenenado o drogado o nada! Muero, muero, muero. Reposaré mi cuerpo en el sólido suelo, en el frío suelo que acaricia la tierra, para fundirme en la nada con el todo, para ser una nada con todo. Ya mis células han tomado la decisión. ¡Horacio, qué mal amigo eres, la palmaste antes que yo, insensato! Mañana, botellón.

16 may 2011

SUGERENCIA

Tiene razón Jose al decir que Zarigüeya se muere, somo un grupo numeroso y apenas escribimos. Creo, no obstante que Hyeronimus colapsa el blog. Teniendo en cuenta que él tiene su própio blog, sugiero que escriba un poco menos aqui y si queremos leerlo, nos metemos en su enlace.
Al ser un blog de grupo, debemos participar todos pero en su justa medida.
Y al resto, por favor, que cuelgue algo de vez en cuando. Un beso a todos.

ESPEJO



Me miro en el espejo pero no me veo, no soy yo la que se encuentra reflejada, te pareces un poco a mi madre pero tampoco eres ella, no te conozco ni entiendo qué haces frente a mí.
Se empeñan en convencerme de que eres yo, no soy tan ingenua. No eres fea y quizás nos parezcamos un poco, pero tú eres mayor, tienes muchas arrugas y cara de amargada. No, no te ofendas, es que siempre estás muy seria. Te sonrío y me devuelves la sonrisa, entonces tienes un aire más juvenil, me recuerdas un poco a mí.
Creen que no les escucho, dicen que estoy en mi mundo, todo el día sentada con el espejo en la mano. Claro que les oigo, pero no me interesa lo que dicen, ni me molesto en contestarles.
Te sigo mirando, te sonrío, me sonríes. A veces lloro porque no comprendo dónde se ha ido mi reflejo, tú me entiendes y lloras conmigo.

14 may 2011

45 y el escritor total

Entró la mujer del escritor en el despacho. El escritor se hallaba fuera, con la secretaria, encorvado como un sarmiento bastante maltrecho. La espalda curva, los brazos angulosos, apoyados los codos en las piernas, y la cabeza entre las manos temblorosas. Al escritor se lo notaba hundido y sumido en pensamientos de pérdida y abandono.
La mujer del escritor se sentó en la silla ergonómica, y se quitó las gafas de sol. También se la notaba apesadumbrada. Empezó a platicar al detective, con una voz suave:
-No levanta cabeza. Desde que perdió el portátil, su mundo se ha vuelto muy gris. Como si la vida lo hubiese abandonado.
45 escuchó con atención. Tampoco necesitaba conocer mucho. Perder un ordenador es algo habitual en estos tiempos. Se pierden ordenadores portátiles: en los aeropuertos, en la calle, en la playa, en los parques, por casa (que siempre se encuentran), en los transportes públicos. 45 sabía que el escritor había perdido el portátil por casa, porque hay escritores despistados.
-Descuide, señora. No está perdido. Deje entrar a su marido.
45 avisó por el intercomunicador a su secretaria, pidiéndole que pasara al despacho el escritor. El escritor respondió a todas las preguntas del detective: ¿Dónde lo dejó por última vez? En mi estudio ¿Recuerda si lo guardó o se hallaba anímicamente perturbado por algún problema? Sí, tuve unos días topes para entregar el manuscrito (o mecanoscrito) ¿Desenchufó o apagó el portátil? Después de imprimir las últimas páginas. Me encontraba agotado, pero feliz.
-No se preocupe-terció 45-Sé dónde está el ordenador. Sólo necesito examinar su estudio.
45 se presentó en casa del escritor total, que caminaba encorvado, sin aliento, y de brazos caídos. Parecía Woody Allen, pero con depresión, apagado y sin ningún sentido del humor. 45 entró en el estudio. Un armario empotrado tenía una puerta medioabierta, como en un descuido. La iluminación era tenue, con una oscuridad suave, nocturna. La ventana, abierta de par en par, y las cortinas de raso a la brisa metropolitana. Daba la sensación de ser una especie de caverna, como en sueños o pesadillas.
45 se acercó al armario empotrado, sonrió con determinación, y advirtió una caja grande de cartón con una tapa desigual, dura y robusta, pero delicada.
-Enciendan la luz. Hemos hallado lo que buscaba.
Esta vez, era “hemos”; pero el trabajo de deducción lo había llevado a su conclusión el propio detective. Cuando se iluminó la cueva, perdón, el estudio, toda la estancia se vistió con la luz pura y diáfana de la claridad. 45 sacó la caja del armario, y la depositó en la mesa. Encima se hallaba el ordenador, con la batería led y todo el cableado del portátil.
El escritor total sufrió una transformación: su espalda empezó a erguirse, los brazos recuperaron su compostura, desapareció el Woody Allen depresivo, y se le iluminó el rostro, mostró pecho, y un porte de caballero medieval. La mujer del escritor total se alegró. Le esperaba una noche de fuegos artificiales y efectos especiales.
El escritor se apoderó del ordenador como si se tratara de un hijo pródigo que regresaba de una guerra larga y penosa.
-No sé como darle las gracias, señor 45.
-45-recalcó el detective-Ya le enviaré la factura.
-Es lo de menos-dijo el escritor total. Pero 45 adivinó, y respondió que ya tenía cronista. Le bastaba con ganarse las alubias en su trabajo. Además conocía casos interesantes.

45 y el boli de la discordia

El cadáver permanecía en el suelo, boca arriba, sujetando un objeto punzante fuertemente entre las manos. No había ninguna huella de temor o sufrimiento en el rostro, blanco como la luz más diáfana y clara, pero, no nos engañemos, con la palidez de la muerte. Sin embargo, el rostro sonreía. Incluso daba la sensación de que descansaba con placer.
45 examinó el cadáver y no halló ningún tipo de herida o violencia. La Policía Científica aceptaba que el detective retaco, bajo de estatura, pero corpulento, tomara cartas en el asunto; pero también lo aceptaba a regañadientes. En el fondo, era una molestia. Comentaban que interrumpía el curso de la investigación. 45, en su modestia, prefería callar, a tener encontronazos con los agentes (que los hubo).
Un agente, con la cámara fotográfica, mantuvo una conversación con el detective:
-Al parecer tiene un hermano-comentó este. 45 le invitó a continuar:-No se llevan muy bien. Nunca lo han hecho. ¿Desea interrogarle?
-Haber empezado por ahí-dijo 45, mientras que, en su interior, pensaba: “Estúpido”.
Ciertamente, tanto 45, como la Científica, se odiaban mutuamente, pero eso no impedía resolver este caso, y muchos otros.
45 se dirigió a la lechera de atestados. Ordenó a los agentes que lo dejaran a solas con el hermano de la víctima. Obedecieron a regañadientes porque no habían sacado nada de interés. En esto, 45 los superaba, conocía millones de estrategias para soltar la lengua a cualquier sospechoso, o presunto sospechoso.
Se presentó. El hermano confirmó que ya lo conocía, y comentó como es que un detective tapón investigaba casos que le iban grandes.
-La ropa tiene muchos usos-respondió el detective-, y es ajustable a todas las tallas.
-Muy gracioso. ¿Qué quiere saber?
-Hay sangre en las manos de su hermano. No exactamente, en una mano, la izquierda, pero no ha sufrido ninguna herida, o golpe. Está claro que el asesino se ha tomado muchas molestias para que no diera la sensación de asesinato.
-No me haga reír.
-Su hermano sufría del corazón-dijo 45-, tiene los labios morados, pero la droga los disimula muy bien.
Aquí, el hermano no podía negar nada. Empezó a gimotear.
-No se disculpe-dijo el detective-. Murió con una sonrisa. La droga aceleró el proceso, aumentando la presión sanguínea. Murió…, muy contento. Pero las razones no me las explico. Tal vez pueda crear algo de luz en esta oscuridad.
El hermano asesino, respondió. Ya no podía echarse atrás:
-Fue por el boli. Se dedicaba a escribir imprecisiones, y luego las publicaba en su periodicucho de prensa amarilla. Se dedicó a publicar oprobios, sandeces y falsas informaciones. Le hice beber una droga, peyote, líquido, en cantidades industriales.
-¿La sangre?
-No es suya. Quería dar la sensación de que se había defendido.
-No han forzado nada. En eso estuvo su error. Demasiada planificación pasa factura.
Y 45 salió de la lechera. El hermano le preguntó si daría con sus huesos en prisión. 45 respondía lo de siempre: es asunto de la justicia. En el interior del vehículo, el hermano dobló todo su cuerpo, como si se hubiera astillado, de repente.

12 may 2011

No se repite, pero tampoco provoca indigestión

Esta novela estoy a punto de finalizar la lectura. Pertenece a Rodrigo Fresán, autor, también, de Jardines de Kensington y Vidas de santos. Excepto el del medio, me he leído las Vidas... y me queda poco para terminar Mantra. Esta novela se divide en tres partes. La primera es la evocación de Martín Mantra, un friki extraño, con una familia aún más extraña, estrambótica y con parientes desiguales. Aquí, el chaval que empieza a recordar al personaje de toda la trama, en realidad es un enfermo terminal de cáncer, con un tumor cerebral, y recuerda al único amigo que tuvo en el colegio. La segunda parte, es el mismo personaje, pero son cartas que escribe, ya muerto, a su mujer, familiar, se cree, o prima de Martín Mantra. Es una lectura sorprendente, con millones de registros, en donde se confunden realidades. Y la tercera es en un futuro apocalíptico en un futuro México, conocido como Nuevo Tenochtitlán del temblor: un hijo mecánico busca a Mantrax, su padre. Pero, en la colección a que pertenece esta novela, Año 0, en realidad es una excusa para escribir sobre ciudades. En este caso, la Ciudad de México, con sus asesinatos, crímenes, amores, luchadores de Pancracio, y las máscaras y la muerte. Si se toma de la manera festiva, que así lo hace el autor, es una novela para leerla en verano.


Signatura: N FRE man.

11 may 2011

Nueva etiqueta: Saga Tusitala



¡Hola, Zarigüeyos! Os informo de que la Saga Tusitala, ya tiene etiqueta propia. Me he ocupado de independizarla de la etiqueta 45Relatos, para que sea una serie inpendiente, con su propia colección. De otra manera, me hubiera forzado a crear una etiqueta más, con saturación de 45, de manera que he decidido planearlo como una serie por sí misma, y porque es mejor de identificar. Basta con clickear en la etiqueta, y se mostrará toda la serie. Por lo menos, podré continuar escribiendo la serie de 45Relatos, pero con los casos de 45, en un aparte, de otra serie. Saga Tusitala no es independiente, si no que es una especie de aventura aparte. Además, tengo gran parte del año para buscar a Tusitala. Veamos si 45 lo encuentra.



Desde estas líneas, un saludo a Antonio, que no pude ir el lunes, porque mi padre está ingresado. Ya lo veré a la vuelta, y mis disculpas por ser un poco malqueda. Nadie controla las circunstancias, me temo.



Un abrazo a todos.

9 may 2011

Saga Tusitala. Descubriendo el infinito (En busca de Tusitala, 4)

Para 45, descubrir que la búsqueda de Tusitala significaba lo mismo que dar con Wally, no le hacía demasiada gracia. Además, sus dotes de sabueso curtido en años de experiencia, empezaba a flaquear. ¿Cómo podía conseguir la información, sin que fuera molesto para el tipo de bigote y perilla, que leía una Obra Completa de Borges, en el descansillo de la sala? Decidió encontrar la confianza manteniendo una conversación fluida sobre algún tema sin importancia, hasta llegar a uno importante.
No esperó mucho tiempo. Una tarde más se presentó para consultar si permanecía en la lista de espera del Taller. Su alegría fue de emoción, cuando le informaron de que había sido admitido.
-Le llamamos, pero no estaba, o su móvil estaba apagado-fueron las palabras de la Bibliotecaria.
Este hecho ocurrió en lunes. El jueves era la hora del tigre. Sabía que tenía más oportunidades para dar con el paradero de Tusitala.
Exactamente, a las 18.25, 45 se personó en el Taller, después de haber recibido la noticia. Llevaba una bolsa, con el material de escritura, un par de libros, y un cuaderno de espiral. David Cruz, el maestro, pidió que se presentaran. 45 improvisó un nombre, que no significaba mucho, pero que no levantaba sospechas: Miguel.
Advirtió 45 que se había sentado al lado del excéntrico personaje de la entrega anterior. La bolsa roja y negra, permanecía a su lado, como una acompañante fiel. Y el detective cayó en la cuenta de que se le había olvidado como era el rostro del desaparecido o perdido Tusitala. Debería haberlo preguntado antes.
Después de finalizar la clase, 45 regresó a su despacho. Y, esta vez, sí, consultó el blog de Zarigüeya. Tusitala aparecía como autor; pero no decía más de él. Consultó las entradas antiguas, y Tusitala había escrito durante un par de meses. Si escribió durante un tiempo, ¿porqué razón había desaparecido?
45 se dedicó a discurrir, pero no sacó nada en claro. Necesitaba más información, y ya estaba infiltrado en el Taller. Una pregunta se hizo 45: ¿Tusitala tenía enemigos?

5 may 2011

Saga Tusitala. Detrás de las sombras (En busca de Tusitala, 3)

45 regresó a la Biblioteca, reconociendo el terreno, y amistándose con los jefes y los empleados de la institución cultural. No había sombras por ninguna parte, y su retaca, pero corpulenta figura, le daba la apariencia de un enano de Minas Tirith.
Decidió que lo mejor era familiarizarse con los usuarios, y dejar 45 minutos para otros casos. Que él supiera, este era el caso más complejo. Tusitala había desaparecido, y nadie sabía como ha sido. Aún no le habían llamado para entrar en el Taller, presidido, de momento, por un tal David Cruz, experto en Dostoiévski, y de rostro bastante ruso. Parecía el hermano de Stalin, pero en versión miniyo.
45 preguntó si alguien conocía a Tusitala:
-¿Quién es ese?-le preguntaban a su vez.
-No. No lo conozco. No lo he visto nunca-era otra de las respuestas.
Ya no quedaban tantas sombras.
Dejó recepción, y se acercó a la Mesilla adonde sentarse para leer, y hacer vida social con los libros. Y con las personas.
Al lado de él, un tipo con bigote y breve perilla, acompañado de una bolsa roja y negra, permanecía concentrado leyendo un grueso libro de las Obras Completas de Borges. Vestía pantalón azul de chándal, sudadera a rayas, con la imagen o dibujo de un vaquero, con la leyenda Silverdust, y un par de chalecos azul oscuro, uno encima de otro como una cebolla.
45 se quedó observando al personaje, excéntrico a más no poder. Escuchó unos pasos femeninos, y como se acercaban al personaje, y los labios femeninos se abrieron, y soltaron:
-¿Qué le ha pasado a Tusitala?
Esas palabras eran mágicas. Por fin, una pista por la que empezar a investigar. 45 cogió su vehículo, y salió disparado como una bandada de pájaros, a batallar contra las sombras que se disponía a investigar.
-Robert Louis Balfour Stevenson-respondía algún graciosillo.

A toda costa

Le sorprendieron los focos y el glamour. De alguna manera he de entrar. Hay muchos gorilas. No me dejaran entrar. ¿Y si me hago pasar por camarero? Una buena idea, pero el riesgo se sumaba a que, si le descubrían, lo expulsarían a la fuerza. Sigue siendo una buena idea, sólo hay que ponerla en práctica. Si entro en el photocall, puedo llamar la atención. Mejor espero, lo importante es pasar inadvertido, nadie, nadie ha de enterarse, claro que, como se enteren los de la organización, subvencionada por el Ayuntamiento, igual, puedo ir a prisión. No soy ningún espontáneo, vamos, lo intento, de espontáneo nada. ¿Qué hago? ¿Qué hago? Piensa, tío; piensa un poco. La parte del callejón, es donde entran los empleados del catering, con una chaquetilla, eso. La chaquetilla, y los turnos, importante, los turnos, qué turnos. Si suplanto a alguien, me meto en un lío, bueno, en dos. Me cuelo, me pillan, y se jode el tinglado. La chaquetilla del camarero, y la corbata. Recuerdo al último camarero del Casino de Madrid. No sé qué le dijo a un capo que venía de incógnito a una fiesta en su honor, un capo de la droga. Ah, sí, le dijo: las bebidas son sólo para las mujeres. El capo se disponía a coger una copa, y esas palabras no le sentaron bien. Ahora, el camarero, el camarero, está abonando el cementerio. Hay que ser idiota. El capo carecía del sentido del humor, y el camarero era un imbécil. La chaquetilla, a la parte de atrás. Ahora que no me ven, la cojo. Recién limpia, qué suerte. El maître le ordenó acercarse. Sí, para la mesa 25 y la 32, rápido, que pagan por horas y por el servicio. ¡Hostias! Voy a servir a mí ídolo, el actor ése de películas de acción y de comedias baratas, que no lo son tanto. No te pongas nervioso, tío, mantente firme, si también está la actriz que salió en pelotas en el Interviú, es menos brillante que en el reportaje. ¡Hay que ver, que par de razones tiene! Silicona, fijo, con la piel estirada, es un colgajo, parece de mentira. Cuanta bambalina y falsos focos. Me ha tocado el paquete, mal rollo. Si por lo menos fuera la patata de Leopold, otra vez, qué tocona es. El actor ni se inmuta. Seguro que es gay. Basta, mujer, que me despiden. Ha introducido un papel en mi bolsillo, con un cosquilleo agradable. Mal rollo, mal rollo, de esta me despiden. El trabajo es lo primero, eso, eso. El trabajo. Es lo importante; joder, me estoy poniendo palote, el maître, otra vez, que me dé prisa, siempre con prisas. Seguro que tiene un tubo de escape en el trasero, siempre con prisas, qué pagan por horas y servicio, y deja de tontear con los invitados, que son gente de mucho dinero. Me largo de la mesa 25, y la buenorra me ha agarrado del culo, me ha dicho culopollo, qué salida está. Bueno, me largo, que me van a despedir. Tanto brillo para nada, qué mundo más absurdo y superficial, las luces de candilejas resultan ser bombillas cortocircuitadas. Qué rollo. Me voy. Dejo la chaquetilla, la chaquetilla. Tengo el móvil de la buenorra. Nadie sospechó que se había colado. Me voy a casa, esto es una noche perdida, sirviendo copas sin ton ni son. Mejor ocultarme del maître, por lo menos. Ni Ulises, vamos, menudo cíclope, está en todo. No has acabado tu turno. No trabajo aquí, capullo. Y me esfumo antes de que llamen a seguridad. Qué noche más absurda.

2 may 2011

Saga Tusitala. Operación Taller (En busca de Tusitala perdido, 2)

-Está bien, siéntese, y cuénteme todo lo que sepa o se le ocurra sobre su amigo, Tusitala.



-Sí, señor detective Hyeronymus.





-45





-Bueno, sí, 45. ¡Qué viejo es usted!





El cliente permaneció nervioso. Trató 45 de tranquilizarlo, pero no había manera.





-Pues, sí. Sólo vino a una clase, a la última, creo, y luego desapareció sin rastro.





-Bueno, en eso soy un hacha-dijo 45-, en seguir rastros que no dejan rastros.





-Y luego, apenas supimos nada de él. Incluso su actividad en Zarigüeya es anecdótica. Dejo de escribir en su propia obra, que también es colectiva, que había creado. Entonces, todos nos empezamos a alarmar. Es el único que tiene preguntas que desbaratan ciertas teorías, para escribir. Es decir, de la escritura. El único que convierte en debate una clase de teoría.





45 lo interrumpió:





-Suelo dar patadas a las teorías-comentó el detective.





-Y luego, no supimos nada de él. Ya no sé más. Sólo sé que ha desaparecido, y que no fue a la Tertulia Filosófica del mes pasado.





-¿También es filósofo?-preguntó 45, anonadado, más nada que dado.





-Bueno, como casi todo el mundo.





-Bien. A ver si lo he comprendido: Tusitala se presenta hasta el último momento, o sea, el Taller, y luego, desaparece sin avisar. Usted quiere que lo encuentre. Bien, lo haré. Pero tendré que entrar en el Taller, de incógnito, y dedicarme a interrogar a cada uno, y cada una. Será un trabajo muy arduo, y creo que no lo resolveré ni en 45 minutos. Es lo de menos. Y lo más seguro es que quede, de momento, en lista de espera. Correré el riesgo.





-Gracias, Hye... 45.





Y 45 y su cliente se dieron la mano.





-Quedo contratado-dijo 45.





Lo que previó 45, en la recién bautizada Operación Taller, se cumplió al momento. Habló con la Bibliotecaria Jefe, y lo dejó en lista de espera. Eso sí, al presentarse en la Biblioteca, aprovechó para sacar algún libro, y a dar paseos entre los blancos anaqueles de acero. También se dedicó a estudiar a cada usuario que pasaba por ahí, sin levantar sospechas. La desazón de que Anónimo Black Adam pudiera hacer de las suyas, lo preocupaba sobremanera, pero se trataba de otros de los riesgos que había que correr.





Pronto vio a dos usuarias que, según las descripciones de su cliente, pertenecían al Taller. Estas mantuvieron una conversación sobre literatura y escritura, mientras repetía una "que escribía por placer, no para publicar"; decidió no seguir escuchando, para no levantar sospechas, y fue a recepción, a pedir turno para Internet. Conocía la dirección del blog de Zarigüeya; pero, en un primer momento, creyó que se trataba de una organización de inteligencia (Z.A.R.I.G.U.E.Y.A.), razón que desechó, porque estaba equivocado. Pero fracasó. El sistema no le permitía la búsqueda. Decidió que la realizaría desde su despacho, y salió de la Biblioteca, después de registrar el préstamo del libro.





-Tiene un mes para leerlo, y puede sacar unos tres libros-dijo un chico con gafas, y ligeramente atacado por la calvicie.





-Gracias. Lo tendré en cuenta.





La mitad de la Operación Taller ya había dado sus frutos. Esperaba que el misterio que envolvía la desaparición de Tusitala, no fuera amargo.





1 may 2011

Onirismo superlativo

¡Hola, Zarigüeyos! Aquí estoy otra vez, evitando la defunción de Zarigüeya, y con la intención de sumarme a la agonía de nuestro blog, para que se recupere, y no claudique de la vida editorial. Este ensayo sobre los sueños, de Jacobo Siruela, y titulado "El mundo bajo los párpados", es un recorrido desde la Antigüedad hasta nuestros días sobre el sueño fisiológico y el universo psíquico o mental del mismo. No es un libro sobre como comprender los sueños, o uno de esos libros de autoayuda tan de moda y demodé, sino un estudio a lo largo de la Historia, con extractos breves o largos de las experiencias de personajes de la talla de Schopenhauer, con citas de Platón, y con testimonios de escritores como Graham Greene (fallecido hace tiempo) y Mark Twain, en donde son testigos de sueños premonitorios, pero que Siruela los muestra con una seriedad y amenidad, que lo desconocido se vuelve interesante. También hay una variedad de discursos del mismo autor en cada capítulo, divididos en secciones, con un concienzudo estudio del tema, y lo que los sueños han significado para la filosofía, la ciencia, la mitología, la psicología, la física, la biología y el fraude de algunos, dudosamente brillantes, que utilizan los sueños como herramienta comercial para enriquecerse. Por lo demás, es un libro que se lee con avidez, sin prisas, pero sin pausas, y lo hallé en la Biblioteca. Aconsejo no perdérselo porque, en esta ocasión, no es un libro de autoayuda, y sí una obra didáctica que no merece nuestra indiferencia. ¡Por fin un escritor que se arriesga a tomar los sueños como lo que son!: material para la vida diaria y obra inacabada sin rumbo fijo.