5 may 2011

A toda costa

Le sorprendieron los focos y el glamour. De alguna manera he de entrar. Hay muchos gorilas. No me dejaran entrar. ¿Y si me hago pasar por camarero? Una buena idea, pero el riesgo se sumaba a que, si le descubrían, lo expulsarían a la fuerza. Sigue siendo una buena idea, sólo hay que ponerla en práctica. Si entro en el photocall, puedo llamar la atención. Mejor espero, lo importante es pasar inadvertido, nadie, nadie ha de enterarse, claro que, como se enteren los de la organización, subvencionada por el Ayuntamiento, igual, puedo ir a prisión. No soy ningún espontáneo, vamos, lo intento, de espontáneo nada. ¿Qué hago? ¿Qué hago? Piensa, tío; piensa un poco. La parte del callejón, es donde entran los empleados del catering, con una chaquetilla, eso. La chaquetilla, y los turnos, importante, los turnos, qué turnos. Si suplanto a alguien, me meto en un lío, bueno, en dos. Me cuelo, me pillan, y se jode el tinglado. La chaquetilla del camarero, y la corbata. Recuerdo al último camarero del Casino de Madrid. No sé qué le dijo a un capo que venía de incógnito a una fiesta en su honor, un capo de la droga. Ah, sí, le dijo: las bebidas son sólo para las mujeres. El capo se disponía a coger una copa, y esas palabras no le sentaron bien. Ahora, el camarero, el camarero, está abonando el cementerio. Hay que ser idiota. El capo carecía del sentido del humor, y el camarero era un imbécil. La chaquetilla, a la parte de atrás. Ahora que no me ven, la cojo. Recién limpia, qué suerte. El maître le ordenó acercarse. Sí, para la mesa 25 y la 32, rápido, que pagan por horas y por el servicio. ¡Hostias! Voy a servir a mí ídolo, el actor ése de películas de acción y de comedias baratas, que no lo son tanto. No te pongas nervioso, tío, mantente firme, si también está la actriz que salió en pelotas en el Interviú, es menos brillante que en el reportaje. ¡Hay que ver, que par de razones tiene! Silicona, fijo, con la piel estirada, es un colgajo, parece de mentira. Cuanta bambalina y falsos focos. Me ha tocado el paquete, mal rollo. Si por lo menos fuera la patata de Leopold, otra vez, qué tocona es. El actor ni se inmuta. Seguro que es gay. Basta, mujer, que me despiden. Ha introducido un papel en mi bolsillo, con un cosquilleo agradable. Mal rollo, mal rollo, de esta me despiden. El trabajo es lo primero, eso, eso. El trabajo. Es lo importante; joder, me estoy poniendo palote, el maître, otra vez, que me dé prisa, siempre con prisas. Seguro que tiene un tubo de escape en el trasero, siempre con prisas, qué pagan por horas y servicio, y deja de tontear con los invitados, que son gente de mucho dinero. Me largo de la mesa 25, y la buenorra me ha agarrado del culo, me ha dicho culopollo, qué salida está. Bueno, me largo, que me van a despedir. Tanto brillo para nada, qué mundo más absurdo y superficial, las luces de candilejas resultan ser bombillas cortocircuitadas. Qué rollo. Me voy. Dejo la chaquetilla, la chaquetilla. Tengo el móvil de la buenorra. Nadie sospechó que se había colado. Me voy a casa, esto es una noche perdida, sirviendo copas sin ton ni son. Mejor ocultarme del maître, por lo menos. Ni Ulises, vamos, menudo cíclope, está en todo. No has acabado tu turno. No trabajo aquí, capullo. Y me esfumo antes de que llamen a seguridad. Qué noche más absurda.

1 comentario:

  1. Bueno, Zarigüeyos, lo prometido es deuda, y gracias por la indicación, Lupe. Te lo agradezco. La próxima invito yo. Ahora, adelante, sacad el hacha.
    Un abrazo a todos.

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