45 regresó a la Biblioteca, reconociendo el terreno, y amistándose con los jefes y los empleados de la institución cultural. No había sombras por ninguna parte, y su retaca, pero corpulenta figura, le daba la apariencia de un enano de Minas Tirith.
Decidió que lo mejor era familiarizarse con los usuarios, y dejar 45 minutos para otros casos. Que él supiera, este era el caso más complejo. Tusitala había desaparecido, y nadie sabía como ha sido. Aún no le habían llamado para entrar en el Taller, presidido, de momento, por un tal David Cruz, experto en Dostoiévski, y de rostro bastante ruso. Parecía el hermano de Stalin, pero en versión miniyo.
45 preguntó si alguien conocía a Tusitala:
-¿Quién es ese?-le preguntaban a su vez.
-No. No lo conozco. No lo he visto nunca-era otra de las respuestas.
Ya no quedaban tantas sombras.
Dejó recepción, y se acercó a la Mesilla adonde sentarse para leer, y hacer vida social con los libros. Y con las personas.
Al lado de él, un tipo con bigote y breve perilla, acompañado de una bolsa roja y negra, permanecía concentrado leyendo un grueso libro de las Obras Completas de Borges. Vestía pantalón azul de chándal, sudadera a rayas, con la imagen o dibujo de un vaquero, con la leyenda Silverdust, y un par de chalecos azul oscuro, uno encima de otro como una cebolla.
45 se quedó observando al personaje, excéntrico a más no poder. Escuchó unos pasos femeninos, y como se acercaban al personaje, y los labios femeninos se abrieron, y soltaron:
-¿Qué le ha pasado a Tusitala?
Esas palabras eran mágicas. Por fin, una pista por la que empezar a investigar. 45 cogió su vehículo, y salió disparado como una bandada de pájaros, a batallar contra las sombras que se disponía a investigar.
-Robert Louis Balfour Stevenson-respondía algún graciosillo.
Decidió que lo mejor era familiarizarse con los usuarios, y dejar 45 minutos para otros casos. Que él supiera, este era el caso más complejo. Tusitala había desaparecido, y nadie sabía como ha sido. Aún no le habían llamado para entrar en el Taller, presidido, de momento, por un tal David Cruz, experto en Dostoiévski, y de rostro bastante ruso. Parecía el hermano de Stalin, pero en versión miniyo.
45 preguntó si alguien conocía a Tusitala:
-¿Quién es ese?-le preguntaban a su vez.
-No. No lo conozco. No lo he visto nunca-era otra de las respuestas.
Ya no quedaban tantas sombras.
Dejó recepción, y se acercó a la Mesilla adonde sentarse para leer, y hacer vida social con los libros. Y con las personas.
Al lado de él, un tipo con bigote y breve perilla, acompañado de una bolsa roja y negra, permanecía concentrado leyendo un grueso libro de las Obras Completas de Borges. Vestía pantalón azul de chándal, sudadera a rayas, con la imagen o dibujo de un vaquero, con la leyenda Silverdust, y un par de chalecos azul oscuro, uno encima de otro como una cebolla.
45 se quedó observando al personaje, excéntrico a más no poder. Escuchó unos pasos femeninos, y como se acercaban al personaje, y los labios femeninos se abrieron, y soltaron:
-¿Qué le ha pasado a Tusitala?
Esas palabras eran mágicas. Por fin, una pista por la que empezar a investigar. 45 cogió su vehículo, y salió disparado como una bandada de pájaros, a batallar contra las sombras que se disponía a investigar.
-Robert Louis Balfour Stevenson-respondía algún graciosillo.
Hola, Zarigüeyos, aquí tenéis una nueva entrega de la Saga Tusitala. Se me ha descabalado un diálogo, pero queda mejor así, más absurdo, que es lo que busco. A disfrutarlo.
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