18 mar 2010

POR ACTIVA O POR PASIVA

La luz era tenue, pero suficiente como para distinguir todo su cuerpo dirigiéndose brioso hacia mí.
Estaba paralizada en el quicio de la puerta. Me cogió la cara con sus grandes manos y me besó. Su lengua traspasó mis labios con delicadeza y cerré los ojos para recoger en mi cabeza cada momento de lo que me iba a pasar. Era mi primera vez.
Me empujó con ímpetu hacia el centro de la habitación y empezó a desnudarme, a desgarrarme la ropa. Yo seguía prácticamente paralizada, pasiva, pero me dije: —Jane, tienes que disfrutar del momento, participa activamente— Y comencé a tocar su pelo, a pasar mis manos por su cara y mi lengua por sus pezones. Él había descubierto que mis pechos eran firmes, grandes, sin siliconas, y los acariciaba con fuerza.
Al momento me cogió en sus brazos y me subió a la mesa que estaba en el centro de la sala. Allí, sentada, desnuda, me sentí Jessica Lange en “El cartero siempre llama dos veces”. Me recosté hacia atrás y sus manos recorrieron mi cuerpo, desde mi garganta hasta mis muslos, parándose puntualmente en mi ombligo y siguiendo el curso con un solo dedo hasta mi pubis. Cuando ya me tenía bajo su control total, me levantó de la mesa y me llevó hasta la cama. Allí me lanzó sobre las sábanas de satén salmón y me fulminó con su mirada. ¡No! me dije, tienes que empezar a actuar.
Entonces agarré su escroto con fuerza.
—El que paga manda, túmbate y déjame que cabalgue sobre ti —le dije.
Me costó una pasta, pero el polvo lo mereció.

No hay comentarios:

Publicar un comentario