Fue en Zimbawe rodando “Quatermain”. Éramos un equipo de unas sesenta personas de diversas nacionalidades: Ingleses, italianos, surafricanos, zimbanwueses y dos españoles, el ayudante de dirección y yo misma, ayudante de F.X. Pero entre los americanos y surafricanos había una ¿subnacionalidad? Eran los judíos, entre los que estaban los productores y con ellos teníamos la gota que colmaba el vaso.
Los blancos despreciaban a los negros, los negros a los blancos y los judíos a ambos. Solo la minoría europea pasábamos de esto y nos llevábamos bien con todos, aunque de algún modo también caíamos en el llamado “aparthaid” agrupándonos entre nosotros.
Aun así el trabajo iba bien y en nuestro departamento teníamos buen rollo, aunque muy a pesar mío nunca conseguí confraternizar con nuestros ayudantes negros fuera de las horas de trabajo. Se esfumaban ...no se si tenían prohibido estar con nosotros o simplemente no les interesaba contaminarse con aquella pandilla de trabajadores incansables.
Un fin de semana que teníamos libre mi marido y yo, decidimos visitar uno de los parques naturales que rodean a Las cataratas Victoria, nos acompañaban un matrimonio que trabajaba con nosotros y su pequeña hija ( blancos surafricanos) Al mediodía decidimos comer algo y paramos en una especie de chiringuito. El día era precioso, la niña se fue a unos columpios y pronto estaba jugando con otra algo mas pequeña. Aquella otra niñita llevaba un hermoso vestido blanco y un gran sombrero blanco también. Y era negra...
Al poco empecé a notar un ligero nerviosismo en nuestros amigos que no conseguían disimular. El padre lanzaba continuas miradas a su hija y le era imposible centrarse en la conversación. Unas mesas mas allá los otros padres (negros) también estaban intranquilos. Unos segundos mas tarde y casi al mismo tiempo ambos llamaron a sus hijas. Ellas siguieron jugando, la conversación había cesado y la tensión iba en aumento. La escena, a pesar de todo era tan bonita que saqué mi cámara y justo un instante antes de que ambos padres se lanzaran a rescatar a sus hijas del invisible peligro, pude tirar una foto de las niñas cogidas de la mano. Esas niñas que no sabían nada sobre el color de su piel y que solo jugaban ajenas a la estupidez de los adultos .Aún guardo la foto.
Los blancos despreciaban a los negros, los negros a los blancos y los judíos a ambos. Solo la minoría europea pasábamos de esto y nos llevábamos bien con todos, aunque de algún modo también caíamos en el llamado “aparthaid” agrupándonos entre nosotros.
Aun así el trabajo iba bien y en nuestro departamento teníamos buen rollo, aunque muy a pesar mío nunca conseguí confraternizar con nuestros ayudantes negros fuera de las horas de trabajo. Se esfumaban ...no se si tenían prohibido estar con nosotros o simplemente no les interesaba contaminarse con aquella pandilla de trabajadores incansables.
Un fin de semana que teníamos libre mi marido y yo, decidimos visitar uno de los parques naturales que rodean a Las cataratas Victoria, nos acompañaban un matrimonio que trabajaba con nosotros y su pequeña hija ( blancos surafricanos) Al mediodía decidimos comer algo y paramos en una especie de chiringuito. El día era precioso, la niña se fue a unos columpios y pronto estaba jugando con otra algo mas pequeña. Aquella otra niñita llevaba un hermoso vestido blanco y un gran sombrero blanco también. Y era negra...
Al poco empecé a notar un ligero nerviosismo en nuestros amigos que no conseguían disimular. El padre lanzaba continuas miradas a su hija y le era imposible centrarse en la conversación. Unas mesas mas allá los otros padres (negros) también estaban intranquilos. Unos segundos mas tarde y casi al mismo tiempo ambos llamaron a sus hijas. Ellas siguieron jugando, la conversación había cesado y la tensión iba en aumento. La escena, a pesar de todo era tan bonita que saqué mi cámara y justo un instante antes de que ambos padres se lanzaran a rescatar a sus hijas del invisible peligro, pude tirar una foto de las niñas cogidas de la mano. Esas niñas que no sabían nada sobre el color de su piel y que solo jugaban ajenas a la estupidez de los adultos .Aún guardo la foto.
Las cataratas son preciosas, pero a este relato lo que le tienes que adjuntar es la foto que tomaste y que me consta conservas. Se escanea y se añade al relato.
ResponderEliminarPor otro café te enseño como se hace...