No dije que lo sabía, pero al oírle, todo encajó en mi cabeza.
Hacía unos meses que había notado un cambio en él. Últimamente sonreía, escuchaba y sobre todo, cuidaba de su aspecto como nunca. Estaba como rejuvenecido.
Ese día nos reunió a comer en un restaurante y a los postres, lanzó la noticia.
Mis hermanos le miraban con estupor y no entendían nada de lo que nos estaba contando.
Yo, sin embargo, estaba emocionada, era la primera vez que le veía feliz desde que murió mamá.
“Hijos, tengo novia y nos vamos a vivir juntos”
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