7 may 2010
"Blues"
Jack tocaba el piano y seguía cantando con el sentimiento de siempre. Sus dedos deformados por la artritis se movían incansables ajenos al dolor, el tiempo no había logrado arrebatar su entusiasmo y a sus 78 años ya nunca iba a ocurrir. Jack era negro como la noche, grande como su humanidad, tierno como la sonrisa de un bebé. Cada noche se renovaba a sí mismo, renacía, volcado sobre su viejo piano y aunque las melodías siempre eran las mismas no lo parecían porque él ,no era el mismo cada noche ,no sentía igual cada momento y su música a merced de sus sentimientos decía cosas que solo unos pocos podían entender. El local lleno de humo azulado por el efecto de las luces daba el punto necesario al club, que a simple vista no era muy diferente a cualquier otro. La estética no había cambiado en los últimos 50 años y esto unido a su ubicación en una calle olvidada del West End neoyorkino le había preservado del paso del tiempo, era uno de los pocos sitios realmente genuinos que quedaban en la ciudad.
Sobre el piano un vaso largo, con dos rajas de lima ,una camelia en un smoking ajado y el cenicero con un cigarrillo humeante, siempre a medias. Era una costumbre, Jack hacía tiempo que dejó de fumar, ahora era fumador pasivo, pero le gustaba tener uno encendido por si le hacían fotos. En B. y N. claro. Una de sus condiciones, nada de color. El era consciente de la fuerza de su perfil pasado de siglo desdibujado en la penumbra, con el anticuado micrófono a la altura de su boca y el humo del cigarro subiendo en espiral, mezclándose con todo el humo de todos los cigarros del mundo. Le gustaba el cliché...
Jack ahora oía mal ,una gripe tras otra le habían fastidiado los tímpanos...el sonido reverberaba entre sus largos dedos, sentía la música a través de ellos y posiblemente sus melodías tenían mas alma que nunca.
Aquella noche de su piano salían las notas de un clásico “What a wonderfull world” y su garganta derramaba lentamente las palabras. Tenía la voz adecuada para decir blues ,ronca, espesa, macerada a golpes de ron...de humo. Los olores, las luces, todo era igual, solo era una noche mas. En la barra semivacía, un hombre de mirada huidiza rompe palillo tras palillo y en su tercera copa ya tiene pequeños montoncitos que automáticamente vuelve a trocear.
Cuatro hombres ,vestidos impecablemente de oscuro acaban de entrar en el local, se quitan los sombreros y con la mano izquierda los sostienen sobre uno de los bolsillos del abrigo. Sus ojos, águilas cazadoras, se mueven rápidamente buscando algo o alguien. El hombre de la barra apenas los mira, con un ligero movimiento de cabeza parece señalar un rincón, ellos, una vez enfocado el lugar se ponen en marcha y solo cuando están a cuatro pasos del hombre gordo y de la explosiva rubia sacan sus pistolas. No podían fallar y no fallaron...la Barbie (ironía del destino) cae sobre su bloody mary cubierta de sangre. El, atónito, no llega a sacar su arma .
Jack inclinado sobre las blancas teclas de su piano negro, reluciente, no llega a ver a aquellos hombres, no escucha ningún disparo, no sabe que hubo un fallo, un solo fallo...Una bala perdida y Jack se derrumbó en una interminable caída a cámara lenta sobre su melodía justo cuando susurraba “ Me dije que mundo tan maravilloso” y una rosa roja se extendió sobre su camisa blanca.
Un flash ilumino la escena, alguien le había tirado una ultima foto. En blanco y negro...
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¿Que te parece que haya colgado este video apoyando tu escrito?
ResponderEliminarEspero que te guste.A mí, tu relato, me ha encantado.
Besos.