7 may 2010

COLUMPIOS

COLUMPIOS


Alicia se estaba vistiendo. Había quedado con su amiga Laura para merendar y charlar un rato. Habían elegido una coqueta tetería que hacía poco habían descubierto. Se fue poniendo el jersey, el pantalón, las botas ..., con desgana.
Salió y se dirigió a la parada del autobús. Mientras cruzaba el parque vio a unos niños que jugaban en los columpios. Vio como una niña se daba impulso con las piernas y el cuerpo hasta subir a buena altura, a un lado y al otro. Alicia empezó a tararear una vieja canción infantil:
"Al pasar la barca me dijo el barquero
las niñas bonitas no pagan dinero..."

Llegó el autobús. Alicia subió y picó el billete, buscó un sitio en la parte de atrás, se sentó y empezó a mirar por la ventana. En la siguiente parada subió un señor mayor apoyándose en su bastón. Alicia lo miró un momento y volvió a mirar por la ventana.
Pasado un rato, el autobús llegó a su parada, Alicia bajó y caminó hasta la tetería. Allí estaba Laura esperándola.
-Hola guapa, ¿hace mucho que esperas? -saludó Alicia dándole un beso.
-No, acabo de llegar -contestó Laura, sentándose de nuevo.
Empezaron a charlar de cosas cotidianas, de la casa, de cómo les iba a los chicos, de que últimamente se sentían cansadas... El camarero les trajo las infusiones que habían pedido. Cuando se retiró, Alicia miró a su amiga, se acomodó mejor en el sillón y dijo, como sin pensarlo:
-¡Qué rápido pasa la vida!
-Sí, antes de que te des cuenta todo se ha acabado -contestó Laura sonriendo.
-Cuando eres niña crees que todo ocurrirá como tú quieres solo con imaginarlo, luego piensas que luchando conseguirás tus sueños y finalmente llegas a la conclusión de que los sueños no existen -reflexionó Alicia.
-Y lo peor es que ni siquiera te quedan ganas para volver a soñar -repuso Laura con voz triste.
-¿Sabes?, mientras venía hacia acá vi a unos niños jugando en los columpios y me ha dado por pensar. ¿Dónde está el punto en que nos bajamos del columpio? -interrogó Alicia intentando poner ánimo en la conversación.
-Tal vez cuando creímos que nuestra misión estaba cumplida. Nuestros hijos se hicieron mayores, nuestros padres murieron y nosotras ..., ¿qué quedó de nosotras? -siguió Laura.
-Ahora es nuestro momento. ¡Vamos a subir de nuevo al columpio! -continuó excitada Alicia como quién acaba de descubrir algo. -¿Qué te gustaría hacer?
-No sé -repuso Laura. -Quizá lo que más me apetece sea viajar.
-No es mala idea -contestó Alicia, mirando a su amiga con ojos ilusionados. -Cuando viajas te pones en marcha, recorres el camino y llegas a tu destino. El viaje también te hace soñar.
Pausadamente, sorbieron el té que les quedaba en las tazas, pagaron la cuenta y salieron a la calle. Sus pasos las guiaron hasta la agencia de viajes que había al volver la esquina.
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